Los relatos históricos son de mi preferencia. A este respecto adquirí el libro de Llynn Hunt. «Porque cuenta la Historia», fascinante. El hecho es que, como sociedad, tenemos la tendencia de justificar nuestras acciones del presente por el conocimiento del pasado, es un error. Porque la historia no ha sido escrita en laminas inamovibles. Los datos históricos están sujetos a nuevos descubrimientos, los análisis de ADN, tecnología de láser y otros progresos, nos ensenan a revaluar el pasado, siempre sin desviare del objetivo de buscar la verdad. Hoy día, en la actual política populista, sea esta, de derecha o izquierda, lo que impera es el uso de la mentira, de la posverdad, o de la verdad alternativa. Esta actitud negativa, no ha sido inventada por ellos, obviamente no tienen la sagacidad para idearlo. Los populistas han explotado esta subcultura que se denomina la política de la posverdad. Política que hoy sus mejores usuarios son Maduro, Morales, los miserables Kirchners, Ortega como políticos de izquierda y el máximo represéntate de la derecha Donald Trump. Lo que va adelante es la mentira, lo zafio, banal, lo retorcido o tramposo. Todo lo que describe o hace Trump, es una distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales. Es como alguien sutilmente anoto, “Es el derecho para ejecutar alguna cosa o gozar de ella alternando con otra”.

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