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La dinastía de los Capetos en Francia

Artículo sobre la dinastía de los Capetos escrito por Álvaro Comes Cervera, graduado en Historia.

Introducción

La dinastía francesa de los Capetos es, sin duda, una de las más importantes que gobernaron en Europa durante la Plena y la Baja Edad Media. Más concretamente, es a partir de ellos cuando podemos hablar de uno de los reinos más antiguos del viejo continente y que, en la actualidad, es uno de sus estados más importantes: Francia. Su camino no fue nada fácil, especialmente durante sus primeros años, debido a que su poder estaba muy limitado. Debemos recordar que el feudalismo limitaba el poder de los monarcas y los Capetos no eran una excepción. Por todo ello, en este artículo vamos a hacer un resumen de la historia de los reyes capetos desde su origen en Hugo Capeto hasta su final, dando paso a la monarquía de los Valois.

Estatua de Hugo Capeto, fundador de la dinastía, ubicada en el Palacio de Versalles (Fuente: Palacio de Versalles)

El origen de la dinastía de los Capetos

En el año 814 moría Carlomagno, uno de los gobernantes más valorados de la historia europea. Aun así, su figura parece que ha sido sobrevalorada en algunos puntos, puesto que legó una estructura gubernamental muy frágil a su hijo, Luis el Piadoso (814-840). El imperio era étnicamente muy diverso y contaba con una nobleza con aspiraciones de poder, lo que, sumado a las invasiones externas de musulmanes y vikingos, debilitaba la administración del imperio. A eso hay que añadir las disputas ente los sucesores de Luis que terminaron con el desmembramiento del estado carolingio en el tratado de Verdún (843). Ante la incapacidad del gobierno central para hacer frente a los ataques exteriores —debido sobre todo a la lentitud de sus fuerzas frente a la agilidad de los vikingos— tuvieron que ser los nobles locales quienes ofrecieran resistencia.

Aquí es donde aparece el Conde de París, Eudes (888-898), de la familia de los “robertinos”. Este gobernador fue aclamado por derrotar a los vikingos e incluso fue proclamado rey de Francia Occidental (uno de los reinos aparecidos en el tratado de Verdún), pero tuvo que ceder el trono a Carlos III (898-922), de la dinastía carolingia.

Las disputas por el trono no cesaron y los robertinos que sucedieron a Eudes trataron de apoderarse del trono francés en varias ocasiones. Tal fue el caso de Roberto I, que solo gobernó un año (922-923). El hijo de este rey, Hugo el Grande (898-956), rechazó la corona, prefiriendo mantenerse como Conde de París. De hecho, terminaría convirtiéndose en el Duque de Francia, un cargo muy similar al de virrey. Su poder era tan grande que influyó en la deposición y coronación de otros gobernantes, dejando a su hijo, Hugo Capeto (987-996), en una posición muy favorable para obtener el trono. Este suceso se consumó en el año 987 con el apoyo del arzobispo de Reims, Adalberón, y la emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico, Teófano (960-991). Los Capetos habían conseguido la corona de Francia.

Particiones territoriales pactadas en el Tratado de Verdún de 843 (Fuente: Wikimedia Commons)

La monarquía de los Capetos

Si bien la dinastía de los Capetos se había hecho con el trono, su situación inicial no era ni mucho menos ideal. El feudalismo se había implementado casi oficialmente en la capitular de Quierzy (877), en la que se reconocía la sucesión hereditaria de los territorios administrados por los vasallos del emperador. Hugo Capeto, consciente de su situación, centró sus esfuerzos en tres objetivos: afianzar su poder en los escasos dominios que le pertenecían directamente (ubicados entre Soissons y Orleans), recibir el apoyo de la iglesia y reconocer el gobierno de los principados (Aquitania, Normandía, Flandes, Bretaña, etc) a sus respectivos señores, vasallos suyos.

Estos gobernantes regionales fueron un quebradero de cabeza para los reyes franceses y, en ocasiones, llegaron a poner en jaque la propia dinastía. Estas circunstancias provocaban que los Capetos se aliaran con otros nobles para asegurarse el poder. Por ejemplo, Enrique I (1031-1060) mantuvo una estrecha alianza con los duques de Normandía e incluso fue tutor de Guillermo el Bastardo (el futuro Guillermo el Conquistador), pero el creciente poder de este último terminó por enfrentarlos en los años 1054 y 1058 con victoria para los normandos.

Detalle de un manuscrito medieval en el que se representa a Hugo Capeto, primer rey de la dinastía de los Capetos en Francia (Fuente: Wikimedia Commons)

También, para salvaguardar el reinado de su hijo, Felipe I (1060-1108), lo envió a Balduino V de Flandes para que fuera su tutor y protector. Este monarca fue el más débil de toda la dinastía, debido a que muchos vasallos tenían más poder que él y perdió el favor de la Iglesia, el mayor apoyo de los Capetos. No obstante, sus primeros años de reinado fueron muy favorables gracias a la expansión los dominios reales, ya fuera aprovechando el desgobierno de algunas zonas o comprándolas, como hizo con el vizcondado de Bourges. A pesar de estos éxitos, el rey fue excomulgado por cometer adulterio y casarse con Bertrada de Montfort, quien, a su vez, estaba casada con el Duque de Anjou. Esta situación dejó a los Capetos en una posición muy precaria.

Los siguientes reyes capetos de Francia

Al contrario que sus predecesores, el rey Luis VI (1108-1137) se rodeó de excelentes administradores, como el abad Suger de Saint Denis. Supo intervenir entre sus vasallos, impartiendo justicia y sometiendo a señores feudales que se habían convertido en auténticos malhechores y que sembraban el terror entre eclesiásticos y el campesinado. El gobierno de este monarca es uno de los más importantes debido a que estas actuaciones acertadas incrementaron el poder de la monarquía.

Mapa de Francia en el año 1030. En azul se pueden ver los escasos territorios gobernados directamente por el rey (Fuente: Wikimedia Commons)

Aparte, dejó a su hijo, Luis VII (1137-1080), en una posición todavía más favorable gracias a casarlo con Leonor de Aquitania (1137-1204), heredera del ducado más poderoso del reino. A pesar de esta ventaja, Luis VII no supo aprovecharla y repudió a Leonor. En consecuencia, esta se casó con el rey de Inglaterra, Enrique de Plantagenet (1154-1189), lo que generó que el mayor feudo de Francia pasara a dominio inglés.

Felipe II (1180-1223) heredó una monarquía consolidada y con el apoyo del campesinado y de la nueva clase social que estaba surgiendo en las ciudades, la burguesía. Este soberano afianzó definitivamente la autoridad real, limitando así el poder de los señores. Además, emprendió varias campañas militares que le permitieron recuperar Normandía y aplastar a la coalición encabezada por Inglaterra, el Sacro Imperio Romano Germánico y el ducado de Flandes en la batalla de Bouvines (1214). En otro frente, derrotó a los cátaros y a la Corona de Aragón un año antes en la batalla de Muret (1213), lo que supuso a largo plazo la ocupación de Occitania y el Languedoc.

El legado de los Capetos en Francia

Los sucesores de Felipe II siguieron apuntalando el dominio real. Luis IX (1226-1270) consiguió estabilidad fronteriza tras sus pactos con Aragón e Inglaterra en los tratados de Corbeil y París, en 1258 y 1259 respectivamente. Por otra parte, sentó las bases administrativas en las que Felipe IV (1285-1314) finalizó la consolidación de la monarquía francesa. La autoridad del rey se aplicaba a todos los territorios, incluyendo los señoríos, y se creó un enorme aparato burocrático administrado por funcionarios leales al rey que legislaban en el territorio. Esto dio lugar a la creación de una identidad cultural y territorial que fue el origen más temprano de la nación francesa tal y como la conocemos.

Detalle de un manuscrito medieval en el que se representa la coronación de Felipe II de Francia (Fuente: Wikimedia Commons)

La dinastía de los Capetos desapareció del trono francés en 1328 tras la muerte de Carlos V (1322-1328) sin herederos varones. Los principales candidatos a sucederle eran Felipe de Valois y Eduardo III de Inglaterra. Ambos eran descendientes directos de reyes capetos, pues el primero era nieto de Felipe III (1270-1285) y el segundo era hijo de Isabel de Francia, por lo que su abuelo era Felipe IV. Finalmente coronaron a Felipe de Valois como Felipe VI de Francia (1328-1350) dando por iniciada una nueva dinastía, los Valois. Los Capetos le habían legado un reino muy poderoso y con una autoridad real casi indiscutible. No obstante, la disputa sucesoria que acabamos de comentar no estaba del todo resuelta, y terminó por estallar en una de las guerras más sangrientas de la historia medieval de Europa: la guerra de los cien años.

Artículo escrito por Álvaro Comes Cervera, graduado en Historia.

Bibliografía

ÁLVAREZ PALENZUELA, V. (2019): Historia universal de la edad media. Barcelona: Ariel.

MITRE FERNÁNDEZ, E. (1990): La guerra de los Cien Años. Madrid: Historia 16.

VERGER, J.; AZNAR MENÉNDEZ, A. (1976): La Alta Edad Media: nacimiento y primera expansión del Occidente cristiano (Siglos V-XIII). Madrid: Edaf.


Álvaro Comes Cervera es graduado en Historia por la Universidad de Valencia (2013-2017). Es colaborador habitual en la sección de Historia del diario digital “EsDiario”. Sus intereses se centran en la Historia Antigua, Historia moderna de España y la Historia de la Ciencia en general. Es el autor del canal de Youtube “Proyecto historia”, centrado en la divulgación histórica a niveles generales.

Resumen
Nombre del artículo
La dinastía de los reyes Capetos en Francia (987 - 1328)
Descripción
Breve resumen de la historia de la dinastía de los reyes Capetos en Francia, desde el origen en Hugo Capeto hasta el final en Carlos V
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