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HISTORIAE

La conspiración de Varrón Murena

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Introducción

Varrón Murena, Varro, Murena, Varro Murena, Licinio Murena o Lucio Licinio Varro Murena son los distintos nombres con los que las fuentes antiguas conocen a uno de los protagonistas de la conspiración para el asesinato del emperador Augusto que tuvo lugar en el 22 a.C. El complot fracasó por la ineficaz organización por parte de los conspiradores y por el buen trabajo realizado por los espías del princeps, pero demostró que no todo el mundo estaba feliz y satisfecho en la nueva Roma surgida tras el final de la cuarta guerra civil romana.

Augusto de Prima Porta, la estatua más famosa del emperador César Augusto
Augusto de Prima Porta, la estatua más famosa del emperador César Augusto (Fuente: Wikimedia Commons)

¿Quién fue Varrón Murena?

El motivo por el que Murena es conocido por tantos nombres diferentes es porque muchos autores antiguos e historiadores modernos lo han confundido con un personaje de la misma época también llamado Murena. Sin embargo, vamos a ver brevemente por qué es incorrecto mezclarlos.

Por un lado tenemos a Aulo Terencio Varrón Murena, un político que iba a ser el colega de Augusto en el consulado del año 23 a.C. pero que murió por causas desconocidas a finales del 24 a.C. o principios del 23 a.C. Cabe destacar que era el cuñado de Mecenas y, por tanto, una persona que gozaba del favor de Augusto. Por otro lado encontramos a Lucio Licinio Varrón Murena, un senador que actuó de abogado defensor en el juicio contra un gobernador provincial.

Hasta hace poco, lo que afirmaba la historiografía es que el Murena cónsul del 23 a.C. era el mismo que el Murena senador que conspiró contra Augusto, pero hoy en día tenemos suficientes evidencias que demuestran que esto no es así, que eran dos personas diferentes. Muy probablemente ambos hombres tuvieran algún tipo de relación familiar entre ellos, pero es imposible saber cuál exactamente.

Algunos expertos han postulado que el Murena conspirador era de otra familia pero fue adoptado por la familia del Murena cónsul, lo que explicaría que fueran parientes sin tener lazos de sangre. De todas formas, como ya digo, es un tema para nada zanjado.

Mecenas presentando las artes liberales a Augusto, obra de Giovanni Battista Tiepolo hecha a mediados del siglo XVIII
Mecenas presentando las artes liberales a Augusto, obra de Giovanni Battista Tiepolo hecha a mediados del siglo XVIII (Fuente: Wikimedia Commons)

El juicio contra Marco Primo

En los primeros meses del 22 a.C. tuvo lugar en Roma un juicio muy comentado. Varrón Murena actuó de abogado defensor de Marco Primo, procónsul que había ejercido recientemente como gobernador de la provincia senatorial de Macedonia. Su delito había sido utilizar el ejército del que disponía en su territorio para comenzar una guerra no autorizada contra un pueblo aliado de Roma —la tribu de los odriseos, en Tracia—, solo por conseguir gloria y enriquecerse con el botín.

En una primera declaración, Primo aseguró que había actuado de aquella forma porque Augusto le había dado instrucciones para lanzar el ataque; luego cambió su versión y dijo que las órdenes las había recibido de Marcelo, el sobrino del emperador. Sobre todo esta segunda afirmación causó un gran escándalo, pues se veía como algo inaudito que un adolescente de diecinueve años que ni siquiera estaba en el Senado pudiera dar órdenes a un gobernador provincial que representaba al Senado como institución.

Para agravar más la situación, el joven Marcelo había muerto inesperadamente hace poco, de modo que el único que podía testificar para confirmar o desmentir las palabras de Marco Primo era el propio Augusto. Por supuesto, nadie se atrevía a solicitar su presencia en el juicio por miedo a posibles represalias, pero, contra todo pronóstico, el emperador se presentó ante el tribunal voluntariamente al enterarse del revuelo causado.

Busto de Mecenas, familiar de Varrón Murena, expuesto en un parque de Irlanda
Busto de Mecenas expuesto en un parque de Irlanda (Fuente: Wikimedia Commons)

Cuando el pretor que presidía el juicio le preguntó si había dado instrucciones a Primo, el princeps lo negó. Solo esto ya era una sentencia condenatoria para Primo porque nadie pondría en entredicho la palabra del emperador, pero Murena no quiso darse por vencido y se atrevió a hacer algunos comentarios irrespetuosos a Augusto. Por ejemplo, las fuentes dicen que le preguntó a la cara «¿Qué estás haciendo aquí y quién te ha pedido que vengas?«, a lo que Augusto respondió secamente «El interés público«.

La conspiración de Varrón Murena

Resulta imposible saber si Augusto dijo o no la verdad en el juicio, pero el caso es que Primo fue condenado a morir. La sentencia, lejos de hacer que se calmaran las aguas, lo que hizo fue agitarlas todavía más. Algunos senadores no podían evitar preguntarse por qué Marco Primo iba a poner en riesgo su carrera profesional y su vida para desafiar a Augusto si no era verdad lo que estaba contando. De ser cierto, toda la fachada de constitucionalismo y división de poderes que Augusto estaba tratando de construir desde el 27 a.C. para disimular su régimen autocrático se derrumbaría.

Particularmente, Varrón Murena estaba furioso tras fracasar en su intento de limpiar el nombre de Marco Primo. Por ello, unos meses después se contaba entre los miembros de una conspiración para asesinar a Augusto liderada por un tal Fanio Cepión, quien por causas desconocidas odiaba profundamente al princeps.

Busto de Marco Claudio Marcelo, sobrino de Augusto y causante de la conspiración de Varrón Murena
Busto de Marco Claudio Marcelo, sobrino de Augusto (Fuente: Wikimedia Commons)

Sobre la identidad de los conjurados o los planes para cometer el magnicidio nada se ha descifrado, salvo que la mayoría de los implicados serían senadores o de familia senatorial. Asimismo, se ignora si lo que querían era matarlo para restaurar el gobierno republicano tradicional o si lo que esperaban era quitar de en medio a Augusto para reemplazarlo en el poder por uno de los suyos.

Fuera como fuera, la conjura no llegó lejos gracias a la invisible y eficaz red de espías e informantes que había desarrollado Augusto para ser sus ojos y sus oídos en Roma. Y aunque no hubiera sido así, por lo poco que sabemos da la impresión de que el complot de Varrón Murena nunca estuvo bien organizado y que no tuvo esperanzas realistas de éxito. En este sentido, no podemos olvidar que, a diferencia de Julio César, Augusto contaba con los pretorianos y numerosos guardaespaldas que velaban por su seguridad.

Consecuencias de la conjura de Varrón Murena

Antes de que comenzaran sus respectivos juicios, los confabulados huyeron de la ciudad, lo que se consideraba a todas luces una admisión de culpabilidad. En el pasado, si un acusado conseguía huir no se le solía perseguir. Se libraba de la potencial pena de muerte, pero perdía cualquier tipo de derecho político o económico que pudiera tener como ciudadano romano. No obstante, en el caso de Cepión, Varrón Murena y sus aliados no fue así, pues Augusto no quería dejar cabos sueltos. Tras ellos se enviaron soldados y fueron finalmente apresados y ejecutados.

Óleo de Jalabert hecho en el siglo XIX en el que se observa a Mecenas, familiar de Varrón Murena, acompañado de poetas en el jardín de su mansión del Esquilino
Óleo de Jalabert hecho en el siglo XIX en el que se observa a Mecenas acompañado de poetas en el jardín de su mansión del Esquilino (Fuente: Wikimedia Commons)

Si bien es cierto que esta conspiración generó una pequeña fractura en la opinión que la élite política tenía sobre Augusto, su poder sobre el Estado era más real que nunca hasta ahora. Así, Varrón Murena y los suyos cometieron el mismo error que Marco Junio Bruto y los demás conjurados que asesinaron a Julio César en el 44 a.C.: subestimar el aprecio que tenía su víctima entre el pueblo.

Incluso en ese 22 a.C. podríamos decir que Augusto era más querido de lo que había sido Julio César, de manera que apenas hubo señales de hostilidad contra el emperador por el juicio de Marco Primo o la ejecución de los conspiradores atrapados. De hecho, era tan popular que se temían las consecuencias de una muerte imprevista por culpa de una de sus frecuentes enfermedades. Para bien o para mal, el régimen estaba a salvo y el princeps continuaría gobernando durante varias décadas más.

Bibliografía

EVERITT, A. (2008): Augusto, el primer emperador. Navarra: Ariel.

GOLDSWORTHY, A. (2014): Augusto. De revolucionario a emperador. Madrid: La esfera de los libros.

LEVICK, B. (2010): Augustus. Image and Substance. Edimburgo: Pearson education.

SOUTHERN, P. (2014): Augustus. Abingdon: Routledge.

SYME, R. (2010): La revolución romana. Barcelona: Ariel.

Resumen
Varrón Murena y la conspiración para asesinar al emperador Augusto
Nombre del artículo
Varrón Murena y la conspiración para asesinar al emperador Augusto
Descripción
En el 22 a.C. Varrón Murena y Fanio Cepión lideraron una conspiración de senadores que buscaba un único objetivo: el asesinato del emperador César Augusto
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