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El Imperio Seléucida

Artículo escrito por Ricardo Núñez, graduado en Historia

Introducción

Entre los días 21 y 23 de junio del año 323 a.C. Alejandro Magno suspiró por última vez en Babilonia. Nadie esperaba que el joven rey, que no alcanzaba los 33 años, fuera al encuentro de la muerte (por razones que a día de hoy todavía no están claras) después de haber creado un imperio personal que se extendía desde el Egeo hasta el actual Pakistán.

Durante toda su historia la dinastía argeáda de Alejandro Magno tuvo problemas dinásticos debido a la falta de un sistema de sucesión sólido. El caso del conquistador macedonio no fue una excepción, aunque a su muerte el rey esperaba el nacimiento de su hijo con Roxana, el futuro Alejandro IV (323-309 a.C.).

La falta de una sucesión clara al imperio alejandrino dio lugar a una larga serie de conflictos conocidos como las Guerras de los Diádocos (323-280 a.C.) que enfrentaron a las ramas de la dinastía argeáda y a los generales de Alejandro por el control de un imperio que acabó siendo dividido en múltiples fragmentos.

Busto de Seleuco I Nicátor expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (Fuente: Wikimedia Commons)

El mayor de esos fragmentos fue el origen del Imperio Seléucida, un reino helenístico que comprendía la mayor parte de los territorios asiáticos del legado alejandrino y que iba a marcar la historia y la cultura de Oriente hasta el ascenso de los imperios de Roma y Partia.

El origen del Imperio Seléucida

El primer rey del Imperio Seléucida fue Seleuco I Nicator (El Vencedor). Seleuco era miembro de la aristocracia macedonia y presumiblemente se crio como uno de las personas de confianza de Alejandro Magno.

Durante la campaña asiática ocupó puestos de importancia, siendo nombrado comandante de los hipaspistas (la infantería de élite del ejército alejandrino) en la antesala de la invasión de la India (327 a.C.). A la muerte de Alejandro volvió a ascender hasta el puesto de comandante de los Compañeros (la unidad de caballería que albergaba a la flor y nata de la aristocracia macedonia), lo que le convertía en la segunda persona más importante del imperio.

Sin embargo, tras traicionar al regente Pérdicas en la Primera Guerra de los Diádocos (322-320 a.C.), perdió su posición, aunque fue compensado con la satrapía de Babilonia en los acuerdos de Triparadisos (320 a.C.).

Mapa del Imperio Seléucida en su máxima expansión territorial (Fuente: Quora)

En Babilonia se esforzó por establecer fuertes lazos con las poblaciones de Mesopotamia, política que influyó de manera decisiva en la victoria de Seleuco sobre Antígono Monoftalmos (382-301 a.C.) en la brutal Guerra de Babilonia (310-306 a.C.). La derrota de Antígono brindó a Seleuco la posibilidad de establecer una sede de poder sólida en Babilonia y la oportunidad de controlar toda la parte oriental del imperio de Alejandro.

Siguiendo el ejemplo de los demás Diádocos, se proclamó rey en el año 305 a.C. y derrotó definitivamente a Antígono en la decisiva batalla de Ipsos (301 a.C.) durante la Cuarta Guerra de los Diádocos (305-301 a.C.). Con la derrota antigónida, Seleuco había extendido sus dominios hasta Siria y Cilicia consolidándose como el reino helenístico más extenso de todos.

El Imperio Seléucida en el mapa

Entre los años 306 y 280 a.C. el Imperio Seléucida alcanzó su máxima expansión uniendo un territorio que iba desde Tracia hasta Bactria y Sogdiana. Geográficamente, se podría dividir al imperio en tres zonas: Asia Menor, Siria y Mesopotamia y las satrapías orientales.

En Asia Menor el poder regio se vio mermado con severidad tras la invasión de los gálatas (277 a.C.), las rebeliones de los generales seléucidas y las secesiones de los dinastas locales de Ponto, Bitinia, Pérgamo o Capadocia durante la primera mitad del siglo III a.C.

Tetatracma de plata seléucida del año 280 a.C. donde aparecen un toro (Anverso) y un elefante (Reverso) junto al epígrafe griego “Rey Seleuco” (Fuente: Numismatics)

El núcleo duro del Imperio Seléucida lo formaban Siria y Mesopotamia, donde los seléucidas concentraron la mayor parte de sus recursos militares a través del establecimiento de colonos greco-macedonios y desde donde podían intervenir y defenderse fácilmente desde todos los frentes.

Por último, quedan los territorios del este conocidos como las satrapías orientales, de donde los monarcas helenísticos extraían importantísimos recursos económicos y militares de las propias satrapías o del comercio con los imperios de la India.

Desde sus orígenes, los Seléucidas centraron su atención en el eje político del Mediterráneo y el Egeo, siempre en disputa con sus rivales de Egipto y Asia Menor, lo que motivó el triunfo de no pocas secesiones en las satrapías más orientales.

No fue hasta después de la derrota ante Roma en el 189 a.C. que la dinastía no se volcó por completo en mantener y consolidar su control de Oriente frente al ascenso del imperio de los partos. Esta fue una empresa que derivó en el fracaso y ruina del imperio a consecuencia de la eficacia de sus enemigos y a las luchas intestinas de la monarquía. Este hecho motivó la pérdida de todas las tierras más allá del este del Éufrates y, en última instancia, el fin de la propia dinastía en el año 63 a.C.

Recreación del colapso del ala izquierda seléucida en la batalla de Magnesia (189 a.C.). El autor de la imagen es Zvonimir Grbasic para la revista de divulgación Ancient Warfare (Fuente: El Gran Capitán)

Guerras seléucidas

Hablar del reino seléucida es hablar de la historia de una larga serie de conflictos armados a mediana y gran escala. De hecho, resulta difícil encontrar algún momento en que los reyes seléucidas tuvieran un estado de paz general.

Tras la muerte de Seleuco I (280 a.C.) el Imperio Seléucida, aparentemente el más poderoso de los reinos helenísticos, hubo de afrontar un conjunto de guerras interiores y exteriores que pudieron ser resueltas favorablemente, aunque no sin grandes dificultades, por el rey seléucida Antíoco I Sóter (281-261 a.C.), quién logró frenar las incursiones de los gálatas en Asia Menor y contener a sus rivales de Egipto en el norte de Siria.

Fue frente a éstos últimos donde los Seléucidas encontraron a su principal némesis. Si bien fueron muchas las guerras del imperio ninguna de ellas fue tan relevante como las guerras que enfrentaron a lágidas y seléucidas por el control de Celesiria.

Las Guerras Sirias (274-168 a.C.) golpearon el corazón del Imperio Seléucida durante todo el siglo III a.C. siendo las cuatro primeras favorables a los Ptolomeos y las dos últimas a los Seléucidas, aunque la región acabó siendo independiente tras el conflicto entre seléucidas y macabeos (167-160 a.C.).

Mapa de la batalla de Rafia entre el rey Antíoco III el Grande y el faraón egipcio Ptolomeo IV Filopátor en el año 217 a.C.

El Imperio Seléucida vs Roma, Egipto y Partia

A estas guerras del ejército seléucida hay que añadir los constantes conflictos dinásticos, secesiones e invasiones en Asia Menor y las satrapías orientales, donde solo se recuperó el control de las ciudades seléucidas bajo el reinado de Antíoco III el Grande (223-187 a.C.). De hecho, sólo la expansión de Roma frenó la de Antíoco III, quien tras ser derrotado en la batalla de Magnesia (189 a.C.) se vio obligado a replegar su reino hasta los montes Tauro de Cilicia.

A la derrota ante Roma le sobrevinieron las últimas grandes guerras de la época seléucida. Durante la primera mitad del siglo II a.C., y pese a la hegemonía romana y las luchas dinásticas, el Imperio Seléucida seguía siendo la principal potencia de Asia. Los Ptolomeos fueron definitivamente humillados en la Sexta Guerra Siria (170-168 a.C.) y solo la intervención romana evitó que Egipto se incorporara al Estado seleúcida.

Por otro lado, fue en Oriente donde los reyes seléucidas encontraron su principal campo de batalla frente a los partos. Las guerras parto-seléucidas (175-129 a.C.) fueron una serie conflictos de grandes proporciones cuyo relato ha llegado muy fragmentado, pero que concluyó con la derrota de los seléucidas griegos y el colapso de la dinastía en Asia. Tras este conflicto, perdieron Persia, Media y Mesopotamia, quedando el reino reducido a Siria y Cilicia.

El imperio de Tigranes II el Grande de Armenia en su máxima expansión

El final de la historia de los seléucidas

Tras la expulsión de Mesopotamia la dinastía seléucida sufrió un recrudecimiento de las luchas por el poder entre las diferentes ramas de la familia real. Tal fue la crudeza del enfrentamiento que el Imperio Seléucida llegó a ser repartido entre varios miembros de la familia, cada uno con el control de algunas ciudades de Siria del norte que estaban simultáneamente en guerra entre ellas.

La situación se volvió tan crítica que los aristócratas de Siria, cansados de los interminables conflictos, ofrecieron el control de Siria a Tigranes II de Armenia en el año 83 a. C. El dominio de Tigranes sobre Siria se mantuvo hasta el año 66 a.C., cuando éste se rindió ante Pompeyo Magno durante la Tercera Guerra Mitridática (73-63 a.C.).

El romano restituyó al rey seléucida Antíoco XIII (69-63 a.C.) en el trono de Siria, pero acabó convirtiendo el mermado territorio seléucida en provincia romana en el año 63 a.C. ante la posibilidad de que los conflictos dinásticos desestabilizaran la región. Estos fueron los últimos momentos de la dinastía. Aquellos que habían regido los destinos de Asia y expandido la cultura griega por todas sus tierras vieron su fin a manos de romanos, partos y las suyas propias.

Ilustración de Angus McBride que recrea a varias unidades del ejército seléucida del rey Seléuco II (Fuente: Arrecaballo)
Artículo escrito por Ricardo Núñez, graduado en Historia

Bibliografía

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Chaniotis, A. (2018). La era de las conquistas: El mundo griego de Alejandro a Adriano (336 a.C.-138 d.C.). Pasado&Presente.

Grimal, P. (2002). El helenismo y el auge de Roma: El mundo mediterráneo en la edad antigua (II). Siglo veintiuno.

Kosmin, P., J. (2014). The land of the Elephant Kings: Space, territory and ideology in the Seleucid Empire. Cambridge-London.

Polibio de Megalópolis, Historia de Roma (V). Alianza Editorial. 2008. Traducción de José Mª Candau Morón.

White, S., S., Kuhrt, A. (1993). From Samarkand to Sardis: A new aproach to the Seleukid Empire. University of California Press.


       Ricardo Núñez es graduado en Historia por la Universitat de València, máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad por las universidades Complutense y Autónoma y máster en Educación Secundaria por la UNIR. Es fundador y administrador del perfil de Instagram, YouTube y Facebook “Helenismo y Roma”, un proyecto de divulgación de la historia del mundo helenístico y romano.

Resumen
Nombre del artículo
El Imperio Seléucida, los reyes sucesores de Alejandro Magno en Asia
Descripción
Origen e historia del Imperio Seléucida, reino cuya dinastía destacó por su ejército, sus guerras contra Roma y ptolomeos, sus ciudades y su arte
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