INTRODUCCIÓN
Tras la caída del imperio hitita como consecuencia de los sucesos desencadenados por la crisis del 1200 a.C., en la zona central de la meseta anatólica nuevas poblaciones (los frigios) se superpusieron a las antiguas, del mismo modo que la organización política y cultural retrocedió hasta el nivel de aldea. En cambio, en la zona suroriental tribus de lengua luvita e hitita lograron resistir y formaron una serie de Estados de carácter comarcal, normalmente con una ciudad por capital, pero con un extenso territorio entre montañas, los conocidos como Estados neohititas (o luvio-arameos). Estos Estados neohititas son los mencionados a continuación: Karkemish, Patina, Kummukh, Malatya, Gurgum, Que, Khilakku, Sam´al y Tabal.
LA PROSPERIDAD NEOHITITA
1) Factores a tener en cuenta:
Como hemos ido viendo a lo largo de las tres entradas anteriores, la prosperidad de las ciudades neohititas entre el 1000 y el 700 a.C. logró que la península de Anatolia se situara entre las grandes potencias del Próximo Oriente de la Edad del Hierro. Esto es un logro aun mayor si tenemos en cuenta que esta región en los periodos anteriores y posteriores había sido y sería una zona de importancia secundaria, por las limitaciones que el medio montañoso imponía al desarrollo demográfico y político. Aunque este tipo de cosas son bastante difíciles de cuantificar, podemos decir que durante la Historia de los Estados neohititas hubo un aumento demográfico, debido tanto a este momento de prosperidad como a los recursos tecnológicos de la Edad del Hierro. Estos recursos provienen de los valles de los montes Taurus, que son los que van a brindar unos recursos mineros y forestales que en esta época resultan esenciales. Tampoco hay que olvidar otros factores que sustentan esta prosperidad, como, por ejemplo, el desarrollo de la ganadería caballar, practicada sobre todo en las regiones de Cilicia y Capadocia.
2) La tecnología de la Edad del Hierro:
Pero sin duda, la gran novedad en la cultura material de esta primera Edad del Hierro va a ser la nueva tecnología y el auge de las artes bélicas. La industria del bronce se especializa ahora en la producción de recipientes y objetos de tamaño grande y mediano, sobre todo calderos y trípodes. Si ponemos la lupa sobre los Estados neohititas, podremos ver que todos estos calderos, trípodes y armamento bélico nada tienen que envidiar a los fabricados en Urartu o en Frigia. Desgraciadamente, hasta hace poco las herramientas y armas de hierro, o los tejidos y restos de caballos han sido subestimados en la investigación arqueológica.
URBANISMO NEOHITITA
Siguiendo la tendencia general de la Edad del Hierro, la sede urbanística típica de la cultura neohitita es la ciudadela, muy defendida pero de reducidas dimensiones. La única excepción a esta regla es la mayor ciudad neohitita, Karkemish, que en esta época sabemos que dobló sobradamente su tamaño en comparación con su tamaño durante el Bronce medio y final. La prueba de que esto es así es que, por ejemplo, su nuevo recinto amurallado llegó a abarcar unas cien hectáreas. Fuera de esta excepción, las demás capitales son pequeñas, pero están muy bien defendidas, con murallas que aprovechan la verticalidad de las pendientes naturales o de los cúmulos anteriores. Sus puertas son de tenaza múltiple, y con frecuencia forman ángulo a la izquierda para exponer el flanco de los asaltantes. Estas puertas estaban decoradas con relieves esculpidos, dando lugar a una importante producción artística que el imperio asirio imitaría. En este sentido, los complejos de esculturas que decoraban los accesos a ciudades grandes (Karkemish), medianas (Malatya), o pequeñas (Karatepe), son uno de los principales indicadores de la cultura neohitita, ya que reflejan el patrimonio cultural de la localidad.
Por otro lado, en la Edad del Hierro también se suelen fortificar las poblaciones menores, lo que atenúa la diferencia entre las capitales súper protegidas y las aldeas descubiertas de la Edad del Bronce. Atendiendo a esto, la impresión general que da la cultura neohitita es la de una ideología política que al misma tiempo es muy cerrada porque defienden sus grandes riquezas y su valiosa tecnología, y es muy abierta, ya que se dirigen hacia el exterior, a una población poco numerosa, pero consciente que influye en la conducta del Estado. Sin embargo, todo esto que he dicho es una visión bastante parcial de la cultura neohitita, ya que solo se refiere a las grandes ciudades y no a los templos y santuarios extraurbanos.
FUNCIONAMIENTO POLÍTICO
La principal hipótesis respecto a este tema es que el palacio dirigía las actividades artesanales y comerciales, la explotación de bosques y minas, y la actividad bélica, mientras que el templo se encargaba de la actividad agrícola y pastoral. En cuanto a la monarquía neohitita, hay que decir que tenía muchos problemas. Junto a los dinastas locales que se hacen llamar reyes aparecen otros que se hacen llamar «tarwani» (significa jueces), a veces en posición subalterna, y con un origen y caracterización no dinásticos. En cambio, el rey de Karkemish ostenta el título de «gobernador del país», y en esta ciudad y también en Tabal reaparece de vez en cuando el título de «gran rey». Lo que quiero deciros con todo esto es que estos títulos reflejan la convivencia de antiguas tradiciones y elementos renovadores. Ahora, los nuevos Estados neohititas tienen que fabricarse una ideología de la realeza remitiéndose a las antiguas tradiciones imperiales y a las tradiciones de origen propiamente neohitita.
