Introducción
El templo de Éfeso fue una construcción situada en el enclave del mismo nombre. Fue una ciudad en las costas de Asia Menor, en el extremo occidental de lo que hoy es Turquía. Fundada en el siglo X a.C. por colonos atenienses, pronto se convirtió en una de ciudades jonias más importantes. Hoy en día, sus magníficas ruinas han hecho que sea el yacimiento arqueológico más visitado de Turquía.
El enclave no solo cuenta con ruinas griegas, sino también romanas, ya que Éfeso se convirtió en una de las ciudades más importantes y pobladas del Imperio Romano. Esto es debido a una treintena de monumentos, como el teatro de Éfeso, uno de los mayores de toda la Grecia antigua, la biblioteca de Celso, la avenida de los curetes, o la Puerta de Hércules. El sitio del que hablaremos hoy es el templo de la diosa Artemisa en Éfeso. En su tiempo fue considerada una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, a la altura de las pirámides de Guiza en Egipto, el Coloso de Rodas, los jardines colgantes de Babilonia o el Mausoleo de Halicarnaso, entre otros.
Fundación del templo de Éfeso
A pesar de que Éfeso había sido fundada desde el siglo X a.C., no fue hasta mediados del siglo VI a.C. cuando se emprendió la construcción de esta colosal obra. Todo comenzó cuando esta colonia ateniense fue conquistada por el rey Creso de Lidia en el año 560 a.C. Lidia fue un reino que ocupó la mayor parte de la península de Turquía gracias a la desaparición del Imperio Hitita a comienzos del siglo XII a.C. No obstante, no vivió su mayor periodo de desarrollo hasta su último siglo de vida, entre mediados del siglo VII y el VI a.C.
Para simpatizar con los griegos de la ciudad y de la metrópolis, Creso mandó a construir en Éfeso un templo griego monumental dedicado a la diosa Artemisa. A través de los escritos de Plutarco y Plinio el Viejo sabemos que su construcción habría durado supuestamente más de un siglo. Fue iniciado por el arquitecto Quersifronte de Cnossos y terminado por los arquitectos locales Demetrio y Peonio, que habrían contado con los escritos que el fundador les habría dejado.
Descripción del templo de Éfeso
Desgraciadamente, en la actualidad todo lo que queda en pie de esta monumental construcción son apenas dos columnas. Por ello, para saber cómo era este templo tenemos que acudir a sus representaciones en las monedas y a las fuentes de los escritores clásicos grecorromanos. Si nos fiamos de la descripción de Plinio el Viejo, el templo de Éfeso habría sido el mayor del mundo en su época, al tener 115 metros de largo por 55 metros de ancho.
El templo de Éfeso habría sido muy parecido a la reconstrucción que se puede ver bajo estas líneas. Se componía de 127 columnas de mármol de orden jónico y veinte metros de altura, dispuestas de tal modo que había tres hileras de ocho al frente, veintiuna a los lados y nueve en la parte trasera. Cada una de estas columnas contaba en su parte inferior con relieves escultóricos, hechos también en mármol. La habitación central del templo, la cella o naos, era larga y estrecha, y albergaba la gran estatua de culto a la diosa Artemisa, situada bajo un baldaquino de dos metros. Al igual que en las columnas, el frontón de la fachada presentaba grandes relieves escultóricos de mármol. De hecho, la propia hija del famoso pintor Micón de Atenas, Timarete, llegó a ser la autora de uno de los murales del templo.
Aristóteles
Platón, vida y obra
La Justicia en la antigua Grecia
La hegemonía de la Confederación Beocia en Grecia
La Guerra de Corinto
Jenofonte y la expedición de los Diez Mil
En el exterior del templo se hallaba un sencillo altar de culto a la diosa, lugar donde los sacerdotes realizarían los sacrificios. Por otra parte, el templo estaba rodeado de un cuidado y espacioso jardín como referencia al hecho de que Artemisa era la diosa de la naturaleza.
El Templo de Éfeso y la estatua de Ártemis Farnesia
A pesar de que la estatua original de la diosa Artemisa que se custodiaba en el templo de Éfeso se ha perdido, sí que ha llegado a la actualidad una de las copias romanas hechas posteriormente. Se trata de la llamada Ártemis Farnesia, estatua romana de bronce y alabastro hecha en el siglo II de la era y expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Sobre la cabeza lleva un tocado que representa unas puertas amuralladas. Asimismo, alrededor de la cabeza tiene un halo en forma de disco con cabezas de grifos, aludiendo al hecho de ser una diosa lunar. Bajando al cuello se observa un collar del que cuelgan bellotas, un símbolo de fertilidad. Por otro lado, el torso está recubierto por cuatro filas de lo que parecen testículos de toro, uno de los principales sacrificios a la diosa. El resto del cuerpo es tubular, y está decorado con representaciones frontales de animales como leones, grifos, ciervos, abejas, esfinges…
El final del templo de Éfeso
Por lo que sabemos, el templo de Éfeso fue totalmente destruido por un incendio intencionado en el 356 a.C., el mismo año en el que nació Alejandro Magno. Precisamente, tras liberar a la ciudad del yugo persa en el 334 a.C., fue el mismo personaje histórico el que se ofreció a financiar la reconstrucción del templo a cambio de que su nombre figurara en una inscripción. Sin embargo, los efesios se negaron a vincular su templo al emperador macedonio, y lo reconstruyeron ellos mismos con el paso del tiempo.
Cabe destacar que el nuevo templo era casi exactamente igual que el original edificado por el rey Creso. En el siglo III a.C., cuando fue incluido en la lista de las Siete Maravillas del mundo antiguo, empezó a atraer a una gran cantidad de turismo religioso que debió ser una gran fuente de ingresos para la ciudad.
En el año 263, los godos penetraron en Asia Menor para atacar y saquear sus ciudades, incluida Éfeso. El templo de Artemisa, la biblioteca de Celso y los barrios residenciales quedaron destruidos. Y aunque el templo fue parcialmente reconstruido en el periodo romano de la Tetrarquía (finales del siglo III), nunca recuperó su esplendor de antaño. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, se ordenó cerrar los templos paganos y se prohibió el culto a sus imágenes.
En el año 401, el templo de Éfeso fue totalmente expoliado y destruido por Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla. En las escalinatas de acceso ordenó la instalación de un horno de cal para desmontar todas las columnas, relieves y muros y pasarlas por el mortero. No fue hasta el año 1869 cuando el arqueólogo británico John Turtle Wood anunció al mundo que había descubierto los restos que quedaban de una de las mayores obras de la Antigüedad, el templo de Artemisa en Éfeso.
Bibliografía
BARCELÓ, P. (2001): Breve historia de Grecia y Roma. Alianza, Madrid.
CÁNFORA, L. (2003): Aproximación a la historia griega. Alianza, Madrid.
GÓMEZ ESPELOSÍN, F. (2001): Historia de la Grecia antigua. Akal, Madrid.
LANE, R. (2008): El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma. Crítica, Barcelona.
MURCIA, F. (2016): «El templo de Éfeso, maravilla de la Antigüedad», en Historia National Geographic, 154, pp. 48-57.
POMEROY, S. [et.al.] (2012): La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica, Barcelona.