
Introducción
En el año 91 a.C., un tribuno de la plebe llamado Marco Livio Druso presentó un complejo programa legislativo con iniciativas para la plebe urbana y rural, los equites, los pueblos itálicos y los senadores. Sus leyes estaban fundamentadas y buscaban un amplio consenso, pero ni eso valió para la aristocracia senatorial, contraria a cualquier cambio del orden establecido. De esta manera, Marco Livio Druso se sumó a la ya larga lista de tribunos de la plebe asesinados por defender medidas reformistas. Hasta llegar a ese momento, cabe preguntarse… ¿de dónde había surgido este nuevo personaje de la política romana?
Marco Livio Druso nació en Roma en el año 124 a.C. Como era hijo de Marco Livio Druso (uno de los mayores adversarios de Cayo Graco) y de Cornelia, eso lo convertía en nieto de Escipión Emiliano (el héroe romano de la Tercera Guerra Púnica y el asedio de Numancia) por línea materna. Antes de asumir la magistratura del tribunado de la plebe Livio Druso ya contaba a sus espaldas con una brillante carrera política: fue pontífice y tribuno militar, en el 97 fue cuestor de la provincia de Asia y en el 94 a.C. fue edil en Roma.

Las reformas de Marco Livio Druso
Tal y como se ha dicho, el nuevo tribuno de la plebe buscaba contentar a todo el mundo, así que presentaría medidas destinadas a todos los colectivos. Una de las más relevantes fue una ley judicial con el objetivo de devolver el control total de los juicios a los senadores. Para compensar a los equites, Druso proponía el doblar el número de senadores (de 300 a 600), de manera que todos los nuevos miembros fueran los equites más destacados.
Como era de esperar, estas reformas fueron criticadas por ambos sectores de la sociedad romana. Los equites no veían bien una cláusula de la ley judicial que establecía que ellos mismos, al actuar como jueces, podían ser juzgados por corrupción (anteriormente solo se podía juzgar a los senadores). Por su parte, los senadores veían inaceptable la obligación de compartir su exclusiva posición de poder con novatos que no habían tenido ningún cargo público hasta la fecha.
Para ganarse el favor del pueblo, Marco Livio Druso presentó medidas muy similares a las de los hermanos Graco o Lucio Apuleyo Saturnino: una ley que abarataba el precio del trigo, una ley agraria para ofrecer nuevos repartos de tierra pública a ciudadanos pobres en la península itálica, o una ley que promovía la fundación de nuevas colonias por toda Italia y Sicilia.

Marco Livio Druso y la ciudadanía romana
La oposición a las propuestas de Marco Livio Druso se intensificó notablemente cuando el tribuno de la plebe presentó en septiembre del 91 a.C. su reforma más ambiciosa: la rogatio liviana de sociis. Lo que pretendía esta ley era conceder la ciudadanía romana a todos los pueblos aliados de Roma en Italia.
La llamada «cuestión itálica» era un grave problema sin solucionar que venía arrastrando Roma desde hacía mucho tiempo, al menos desde mediados del siglo II a.C. Los aliados se quejaban de que, a pesar de haber ayudado a construir el extenso imperio territorial que ya tenía la República, eran tratados como simples súbditos, y no como personas en igualdad de oportunidades y participación en la vida pública romana.
La propuesta fue lógicamente bien recibida por los aliados, pero se topó de frente con la oposición de una parte de los senadores, encabezados por el cónsul Lucio Marcio Filipo. Marco Livio Druso también perdió el apoyo dentro de la plebe, atemorizada ante las desventajas que podría representarles compartir los privilegios de la ciudadanía romana.

El asesinato de Marco Livio Druso
Sin haber conseguido aprobar su propuesta, su enemigo Lucio Marcio Filipo hizo anular todas las disposiciones anteriores de Marco Livio Druso, alegando problemas religiosos y la incompatibilidades con otras leyes. A partir de ese punto de inflexión, el historiador Apiano (s. II d.C.) nos cuenta que el temor a las posibles represalias hacía que el tribuno no saliera de su casa para nada. Aun así, el confinamiento doméstico no impidió que Marco Livio Druso fuera acuchillado en el costado por un desconocido durante una tarde de octubre del 91 a.C.
Con el asesinato de Marco Livio Druso los intentos pacíficos y legales de los pueblos itálicos para conseguir la ciudadanía romana se acabaron. Ante esta situación, la idea de que solo el uso de la fuerza haría ceder al Senado romano cobró fuerza por toda Italia, de modo que el conflicto parecía inevitable y solo necesitaba un pretexto para estallar.

La conquista romana de Egipto

La batalla de Accio

La cuarta guerra civil romana

Marco Antonio y Cleopatra

Livia Drusila, la esposa de Augusto

Sexto Pompeyo
Éste se produjo en Ásculo, un pueblo al que había sido enviado el pretor Servilio para prevenir cualquier tipo de rebelión antirromana que pudiera surgir. Las amenazas del magistrado romano fueron vistas como una provocación inaceptable, por lo que él, su legado y todos los romanos presentes en la localidad fueron asesinados. Como ultimátum, los itálicos enviaron una delegación a Roma para negociar nuevamente sus pretensiones, pero solamente se chocaron con las exigencias y reproches de los romanos.

Así dio comienzo la llamada Guerra de los Aliados (91 – 88 a.C.), considerada en la práctica como la primera guerra civil de la antigua Roma. Esta afirmación se basa en que quienes se enfrentaron entre sí habían sido hasta entonces compañeros de armas y habían compartido los mismos jefes militares y las mismas tácticas.
Bibliografía
BANCALARI MOLINA, A.: «La civitas romana en Livio Druso y Caracalla: aspectos de sus proyectos y realizaciones», en Tiempo y Espacio, nº 7-8, 1997, 77-89.
OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.
PINA POLO, F. (1999): La crisis de la República (133 – 44 a.C.). Madrid: Síntesis.
RODRÍGUEZ NEILA, J.F. (1990): Los Gracos y el comienzo de las guerras civiles. Madrid: Akal.
ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Ediciones Cátedra.

