Introducción
La década de los ochenta en Roma se caracterizó por una constante inestabilidad política y social que hizo imposible la resolución de todos los problemas preexistentes. Por el contrario, las guerras civiles entre las distintas facciones políticas —personificadas en Cayo Mario y Lucio Cornelio Sila—, así como la posterior dictadura de éste último, solo consiguieron incrementar la fractura dentro de la sociedad romana. Por eso, para comprender mejor este proceso, en esta entrada vamos a ver un breve resumen de la biografía de Cornelio Sila antes del inicio de estos enfrentamientos.
El inicio político de Lucio Cornelio Sila
Lucio Cornelio Sila Felix nació en el año 138 a.C. en el seno de una familia patricia en decadencia. Tras la muerte de su padre, autores romanos como Plutarco o Salustio, que lo describen como afeminado, borracho y burlón, dicen que comenzó a relacionarse con los grupos sociales menos respetados de la ciudad, como las prostitutas. Precisamente, una de las prostitutas más famosas de Roma, la griega Nicópolis, le legó toda su fortuna, lo que, sumado a su pequeña herencia familiar, le sirvió para iniciar su carrera política.
Lucio Cornelio Sila inició su carrera política como cuestor en el 107 a.C. bajo las órdenes de Cayo Mario en la guerra de Yugurta (112 – 106 a.C.). Y aunque Mario se llevó el mérito al final de la guerra, lo cierto es que fue Sila quien condujo las arriesgadas negociaciones para lograr que el rey Boco de Mauritania, aliado hasta entonces de Yugurta, cambiara de bando. Además, juntos planearon la emboscada que permitió atrapar al rey númida y, por tanto, acabar con la guerra.
A pesar de sus discrepancias, Lucio Cornelio Sila continuó como subordinado de Cayo Mario hasta el 103 a.C., año en el que él mismo dirigió exitosamente una expedición militar contra las tribus germánicas que amenazaban la presencia romana en el norte desde hacía varios años. Estas victorias aumentaron los recelos de Cayo Mario, que en los meses siguientes triunfaría en las dos batallas de Aquae Sextiae y en la batalla de Vercelas.
Lucio Cornelio Sila antes de las Guerras Mitridáticas
En torno al año 100 a. C. Lucio Cornelio Sila se presentó a las elecciones a pretor, pero las perdió. No obstante, sí que consiguió hacerse con el cargo en el año 94 a. C., organizando unos imponentes juegos en honor a Apolo durante el mes de julio para celebrarlo. Ya como propretor inició contactos con los estados de la península de Anatolia. De hecho, fue el primer líder romano que llegó al río Éufrates y estableció una relación con el imperio parto.
Después de unos años alejado de la vida pública por las sospechas de corrupción que recayeron sobre él, volvió a la actividad política durante el desarrollo de la Guerra de los Aliados. Concretamente, a lo largo del año 89 a.C. consiguió recuperar la Campania, vencer a hirpinos y samnitas y tomar el baluarte itálico de Boviano. De esta manera se quebró la unidad de los confederados, que quedaron aislados en torno a su epicentro político, Isernia. El esfuerzo de los supervivientes por mantener la lucha fue en vano, pues a comienzos del 88 a.C. su líder, Popedio Silón, murió en una batalla, y con él, la rebelión.
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Gracias a estos notables éxitos militares Lucio Cornelio Sila ganó las elecciones al consulado para el año 88 a.C. En consecuencia, fue el elegido para dirigir la guerra que había estallado contra Mitrídates VI Eúpator, rey del Ponto. Sin embargo, un anciano Cayo Mario no estaba dispuesto a dejar que su rival se llevara toda la gloria por este conflicto, por lo que urdiría una trama junto al tribuno de la plebe Publio Sulpicio Rufo para quitarle la dirección de la guerra. Se dieran cuenta o no, aquello fue el inicio de la guerra civil romana.
Propaganda e imagen de Cornelio Sila
Lucio Cornelio Sila no solo fue un notable militar y político, sino también un excelente publicista. De hecho, podríamos decir que nadie antes de él había puesto tanto empeño en crear una determinada imagen de sí mismo ante sus contemporáneos y ante la historia. Para ello utilizó todos los medios propagandísticos que tenía a su alcance: monedas con su efigie, estatuas y monumentos, inscripciones en griego y latín…
En general, lo cierto es que Sila creó el modelo de propaganda del poder que más tarde inspiraría a otros personajes del siglo I a.C., como Pompeyo Magno, Julio César o Augusto. En todos los casos, el objetivo perseguido por Sila era ser visto como un líder carismático, virtuoso y amado y protegido por los dioses, además de salvador y benefactor de Roma.
La culminación de este programa llegó en los últimos meses de su vida, cuando dedicó toda su atención a escribir sus memorias. Aunque hoy apenas se conservan unos pocos fragmentos, sabemos que era un auténtico panfleto político de veintidós volúmenes. En ellos narraba su vida pública con gran detalle, glorificando todas sus acciones y resaltando el favor divino con el que siempre había contado, al mismo tiempo que descalificaba todo lo hecho por Cayo Mario.
A pesar de todos sus intentos, la verdad es que prácticamente todos los autores clásicos lo retratan como un tirano que disfrutaba manchándose las manos con la sangre de sus rivales políticos. Aun así, en su defensa cabe decir que con sus reformas institucionales y su ejercicio de la dictadura, tal y como veremos, nunca pretendió —como llegaron a acusarle algunos— convertirse en el rey de un nuevo régimen monárquico en Roma. Aun así, el hombre que pretendía salvar la República Romana al final fue el que indicó el camino para su destrucción.
Bibliografía
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