Julio César en Hispania

Introducción

Después de unos años de juventud bastante moviditos, Cayo Julio César (100 – 44 a.C.) accedió al cargo de pretor en el 62 a.C., cuando tenía 37 años. Al terminar ese año, tras ejercer sus funciones en el campo de la administración de justicia, Julio César volvió a la península Ibérica (ya había estado como cuestor en el 69 a.C.) al ser nombrado gobernador de la Hispania Ulterior. El programa que allí realizó, en el ámbito militar y en el civil, sería el trampolín político que necesitaba para presentarse en Roma como el candidato idóneo para el consulado del siguiente año. Por ello, en este artículo vamos a ver un breve resumen de los hechos más importantes que marcaron la segunda estancia de Julio César en Hispania.

Julio César en Hispania: el objetivo de su gobierno

Tras su año de pretura, la meta inmediata de Julio César en su escalada hacia el poder era el consulado. Para conseguirlo, era imprescindible contar con autoridad, prestigio y mucho dinero, tres cosas que esperaba obtener en el poco tiempo que gobernara la Hispania Ulterior. El camino más sencillo para lograrlas pasaba por dirigir con éxito una campaña militar, ya que así ganaría el botín necesario para contentar a sus soldados e invertir en su campaña electoral.

También necesitaba el dinero para sanear sus maltrechas finanzas personales, las cuales casi le habían impedido abandonar Roma. Algunos de sus acreedores, viendo que llegaba la fecha de pago de las deudas y no tenían su dinero, habían tomado medidas para evitar la marcha de César. Sin embargo, no contaban con la astucia del político, que consiguió un importante aval por parte de Marco Licinio Craso, el hombre más rico de Roma. Según las fuentes, esta fue la primera ocasión en la que César pidió dinero a Craso, aunque es muy probable que ya lo hubiera hecho anteriormente en el pasado.

La administración civil de Julio César en Hispania

Irónicamente, uno de los primeros problemas a los que tuvo que enfrentarse cuando llegó a Hispania fue el grave endeudamiento de sus ciudadanos. Aún en el año 61 a.C., una buena parte de la provincia seguía sufriendo las consecuencias de la exagerada política fiscal emprendida por Quinto Cecilio Metelo Pío en el marco de las guerras sertorianas de la década pasada. Al derogar estos impuestos y fijar unos más regulares, César se ganó la gratitud y la influencia de las gentes de la provincia, algo que le vendría muy bien para su promoción política.

Partiendo de esto, lo cierto es que no hay demasiada información sobre la forma de gobernar de Julio César en Hispania. Sabemos que, para combatir el endeudamiento, decretó que los deudores debían entregar dos tercios de sus ingresos a sus acreedores hasta el momento en que las deudas fueran saldadas. Así, solo quedaban con un tercio de los ingresos para mantener a sus familias. También adoptó numerosas medidas para reorganizar la administración e hizo de mediador en muchas disputas internas de las ciudades. Además, suprimió la práctica de sacrificios humanos que aún seguían realizando algunas comunidades locales.

Las conquistas de Julio César en Hispania

En los márgenes de la Hispania Ulterior no era difícil encontrar un pretexto para iniciar una guerra. Las tribus lusitanas, por ejemplo, llevaban décadas oponiéndose a la dominación romana al mantener sus instituciones y tradiciones. De ese modo, nada más llegar, César reunió diez nuevas cohortes de tropas, lo que aumentaba las fuerzas romanas en Hispania en un 50%. Con ellas marchó hacia el área montañosa que existe entre los ríos Tajo y Duero para ordenar a una de las comunidades allí fortificadas que se rindieran y se trasladaran a vivir a la llanura, para así imponer el modelo urbanístico romano. Tal y como había previsto, los lusitanos se negaron, por lo que conquistó la plaza.

No obstante, Julio César no quería conformarse con algo tan fácil, por lo que a continuación se lanzó contra los pueblos vecinos, encadenando una serie de éxitos. De esa manera persiguió a los lusitanos hasta la costa atlántica, donde acabaron refugiándose en una pequeña isla. Finalmente, con la ayuda de una flota de guerra que vino desde Gades (Cádiz), la resistencia lusitana cayó rápidamente ante la falta de recursos.

Más tarde, las fuerzas de Julio César continuaron por el norte del río Duero hasta adentrarse en territorio galaico y alcanzar los límites occidentales del mundo conocido en Brigantium, en la actual provincia de La Coruña. En ese lugar que prácticamente nunca había tenido contacto alguno con Roma, los miembros de su ejército proclamaron imperator a Julio César, lo que le otorgaba el derecho a solicitar un triunfo a su regreso a Roma.

El regreso de Julio César a Roma

En el verano del 60 a.C., sin esperar a que llegara su sucesor en el gobierno provincial, Julio César regresó a Roma para poder presentarse a las elecciones para el consulado del 59 a.C. Dada su trayectoria política orientada hacia los populares, el grupo de senadores optimates buscaba impedir, o al menos obstaculizar todo lo posible, la llegada de César a la máxima magistratura.

Por un lado, le negaron la posibilidad de presentar su candidatura sin estar presente físicamente en la ciudad. Pero César, tan seguro de sí mismo como siempre, renunció a su imperium y a su triunfo y disolvió a sus legiones para poder entrar legalmente en el pomerium, el espacio sagrado urbano. Después, la facción optimate presentó como candidato a uno de sus mayores rivales, Marco Calpurnio Bíbulo, con la esperanza de que éste hiciera inofensiva la eventual elección de César como cónsul. Sin embargo, nuevamente habían infravalorado al político, que ya estaba tramando una de sus jugadas maestras: una alianza política secreta con los dos hombres más poderosos del mundo romano, Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso.

Bibliografía

GOLDSWORTHY, A. (2016): César. La biografía definitiva. Madrid: La esfera de los libros.

HOLLAND, T. (2007): Rubicón. Auge y caída de la República Romana. Barcelona: Planeta.

LORENTE GONZÁLEZ, A.: «Julio César: cuestor y pretor en Hispania Ulterior», en Historia Digital, nº 31, 2018, pp. 151-181.

ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Cátedra.