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Batallas de la Segunda Guerra Civil Romana

segunda guerra civil romana

Introducción

La Segunda Guerra Civil de la República Romana fue un conflicto que enfrentó a los partidarios de Julio César (los cesarianos) contra los favorables a Pompeyo Magno (los pompeyanos). Aunque el fin último de ambos bandos era obtener la supremacía política en el sistema institucional romano, lo cierto es que la guerra prendió la mecha que haría estallar por los aires la República. En los cuatro años que duró (enero del 49 – marzo del 45 a.C.), todo el Mediterráneo fue escenario de batallas tan importantes como las de Farsalia, Zela, Thapso y Munda. En este artículo vamos a hacer un breve resumen de los primeros movimientos de ambas facciones para descubrir cómo fue el inicio de la Segunda Guerra Civil romana.

Mapa en inglés que muestra el mundo romano en los años de las guerras civiles romanas del 49 al 30 a.C. Los nombres en mayúsculas son provincias (Fuente: Osgood, 2019)

Los bandos de la Segunda Guerra Civil romana

En el 49 a.C., en los inicios de la Segunda Guerra Civil romana, cada bando confiaba tanto en sus fortalezas que pensaban que no tardarían mucho en imponerse sobre sus enemigos. No obstante, la realidad era bien distinta. Pompeyo Magno solo disponía de poco más de dos legiones en Italia, pero contaba con un gran ejército en Hispania y dominaba los mares. En el otro sector, Julio César solo estaba al frente de una legión en Rávena (norte de Italia), pero un contingente enorme esperaba sus órdenes en la Galia.

El estallido del conflicto obligó a la inmensa mayoría de los ciudadanos (neutrales hasta ese momento) a tomar partido por uno de los grupos. Para muchos hombres, esta decisión fue extremadamente complicada porque tenían vínculos con los cabecillas de ambos bandos. Quienes se unieron a los pompeyanos lo hacían porque pensaban que Pompeyo, los cónsules del 49 a.C. y los senadores optimates buscaban la salvaguarda de la República tradicional, de la legalidad y el orden social y político vigente.

Por otra parte, quienes se unieron a los cesarianos no luchaban por derrumbar el sistema, sino por restablecerlo a sus cauces normales. César siempre puso mucho empeño en dejar claro que no luchaba contra el Senado como institución, sino que lo hacia contra el grupo selecto de personas que lo habían desnaturalizado. Al fin y al cabo, al campamento de César habían acudido muchas víctimas —antiguos senadores, tribunos de la plebe, cuestores, cónsules y otros jóvenes aristócratas— de las reformas políticas de los últimos años. Además, el procónsul contaba también con el apoyo de la mayoría de miembros de las aristocracias itálicas y de los equites.

Mapa en inglés que muestra las regiones bajo influencia de los pompeyanos (en azul) y los cesarianos (en rojo) poco antes del inicio de la Segunda Guerra Civil romana (Fuente: Goldsworthy, 2002)

Estrategias de la Segunda Guerra Civil romana

Pompeyo Magno elaboró un plan que se demostró equivocado desde el principio. Su idea maestra pasaba por dar por perdida Roma, trasladar la guerra al Mediterráneo oriental y reunir allí los recursos económicos y humanos con los que cortar el suministro de víveres de Italia. Simultáneamente, las siete legiones que tenía en Hispania se desplazarían para atacar a César por la retaguardia mientras bajara por la península italiana. De este modo, atenazado por el hambre y la amenaza militar, el líder popular se vería obligado a negociar con él.

Sin embargo, lo cierto es que la estrategia hizo aguas muy tempranamente. La resistencia de muchos pompeyanos a abandonar Italia y la lentitud de los movimientos del líder optimate dieron a su rival un margen de acción que supo aprovechar con maestría. Ante todo, Julio César quería jugar al inicio con el factor sorpresa. Cuando cruzó el río Rubicón, también él pensaba que no estaba embarcándose en un conflicto de larga duración. De hecho, creía que, si no podía doblegar la voluntad del aterrorizado Senado con la cercanía de sus tropas, al menos podría forzar un choque con Pompeyo aún en suelo italiano mientras no estuviera suficientemente armado.

Una moneda romana con el retrato de Julio César. La efigie de César fue la primera que se incluyó en una acuñación oficial romana antes del fallecimiento del homenajeado (Fuente: Osgood, 2019)

De Corfinium a Roma

Para lograr sus objetivos, Julio César descendió con partes de sus tropas por la Via Flaminia, en la costa oriental de Italia, al mismo tiempo que envió a Marco Antonio con el resto a través de los Apeninos, por la via Cassia, para aislar a Roma del norte peninsular. Cabe destacar que, durante este rápido avance hacia el sur, César realizó varios intentos de negociaciones diplomáticas con los optimates para frenar la guerra, pero ninguno tuvo éxito.

Entonces, un golpe de suerte debilitó todavía más al bando pompeyano. Domicio Ahenobarbo, el procónsul designado para sustituir a César en el gobierno de la Galia Narbonense, se negó a obedecer la orden de Pompeyo de abandonar la ciudad de Corfinium para concentrarse con el resto del ejército en el sur. Tras un breve asedio, Ahenobarbo se rindió y César se hizo con un gran botín: unas tropas a las que hizo jurar lealtad y medio centenar de de senadores y equites a los que dejó en libertad como gesto propagandístico de clemencia.

Acto seguido, César marchó con seis legiones hacia el sur para impedir que Pompeyo abandonara Italia en dirección al Epiro, pero no lo consiguió. Consciente de que no tenía una flota con la que perseguir a su enemigo, regresó al centro de la península e hizo su entrada en Roma en abril del 49 a.C. Enseguida convocó a los senadores que no habían huido para recriminarles su actitud y echarles la culpa de la guerra civil.

Mapa en inglés que muestra la campaña de Julio César en Italia en los primeros meses del 49 a.C. (Fuente: Goldsworthy, 2016)

De acuerdo con su política de clemencia, no realizó ningún asesinato político, pero sí reclamó para sí el mayor de los premios. A pesar de la oposición del tribuno de la plebe Lucio Cecilio Metelo, César se apoderó del tesoro público de Roma para financiar todos los costes de su ejército en la guerra.

La Segunda Guerra Civil romana: los hombres de César

Antes de abandonar la ciudad, Julio César realizó una serie de nombramientos entre personas de su confianza para reorganizar los territorios bajo su control: Marco Emilio Lépido (el futuro triunviro) quedó a cargo de la administración de Roma; el tribuno de la plebe Marco Antonio (también futuro triunviro) recibió el mando de todas las tropas presentes en Italia; las provincias de la Galia Cisalpina e Ilírico, que debían frenar una posible invasión por tierra, fueron encomendadas a Marco Licinio Craso (hijo del Craso muerto en Carras) y Cayo Antonio, respectivamente; Publio Cornelio Dolabela, en el mar Adriático, y Quinto Hortensio, en el mar Tirreno, prepararon a toda prisa sendas flotas; y el ex tribuno Cayo Escribonio Curión fue enviado a ocupar militarmente Sicilia y el norte de África.

De esta manera, Julio César trataba de solucionar el problema del bloqueo naval y terrestre de Italia para poder centrarse en su próximo gran objetivo: Hispania. En su camino hacia el bastión pompeyano, César dejó tres legiones a las órdenes de Cayo Trebonio para conquistar la ciudad griega de Massilia (la actual Marsella), fundamental para el control del comercio en el Mediterráneo occidental.

Busto romano de Marco Antonio exhibido en los Museos Vaticanos (Fuente: Wikimedia Commons)

La Segunda Guerra Civil romana en Hispania

En las proximidades de la ciudad de Ilerda (la actual Lérida) acampaba el grueso de las fuerzas pompeyanas en Hispania: cinco legiones capitaneadas por Afranio y Petreyo. A estas habría que añadir, al sur del río Guadiana, las dos legiones lideradas por un tercer legado de Pompeyo, Marco Terencio Varrón.

Entre mayo y agosto del 49 a.C., y sin apenas derramamiento de sangre, César aprovechó las condiciones del terreno y sus pactos con los pueblos y ciudades indígenas para lograr la rendición de los dos oficiales. Su capitulación trajo consigo finalmente la de Varrón, incapaz de hacer frente por sí solo al procónsul y a las deserciones surgidas en el sur. Coherente con su política propagandística, César permitió que tanto los soldados como sus oficiales marcharan sin represalias. Luego, dedicó un tiempo a reorganizar la Hispania Ulterior y a recompensar generosamente a sus partidarios más fieles. Un ejemplo paradigmático en este sentido fue la ciudad de Gades (la actual Cádiz), cuyos habitantes recibieron la ciudadanía romana.

Sin embargo, no todos los cesarianos habían cosechado el mismo éxito en sus respectivos escenarios. Los pompeyanos habían vencido tanto a Curión en el norte de África como a Dolabela y Cayo Antonio en el mar. Aun así, la mayor parte del Mediterráneo Occidental estaba conquistado, lo que dejaba a Julio César las manos libres para viajar hacia el este en busca del enfrentamiento personal directo con Pompeyo.

Estatua de Marco Terencio Varrón en Italia (Fuente: Wikimedia Commons)

Bibliografía

GOLDSWORTHY, A. (2016): César. La biografía definitiva. Madrid: La esfera de los libros.

GOLDSWORTHY, A. (2002): Caesar´s Civil War: 49-44 BC. Osprey Publishing.

GÓNZALEZ ROMÁN, C. (1990): La República Tardía: cesarianos y pompeyanos. Madrid: Akal.

HOLLAND, T. (2005): Rubicón: auge y caída de la República Romana. Barcelona: Planeta.

OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.

PINA POLO, F. (1999): La crisis de la República (133 – 44 a.C.). Madrid: Síntesis.

ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Cátedra.

Resumen
Nombre del artículo
Batallas de la Segunda Guerra Civil romana: de Corfinium a Ilerda
Descripción
Breve resumen de los acontecimientos y batallas del inicio de la Segunda Guerra Civil romana (49 - 45 a.C.) entre Julio César y Pompeyo Magno
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