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HISTORIAE

Las Nuevas Poblaciones de Carlos III

Artículo escrito por Javier Pérez Cobo, graduado en Historia

Introducción

El reinado de Carlos III de España (1759 – 1788) supuso un tiempo de cambios. Durante este periodo se redujo significativamente el número de nobles y se llevaron a cabo reformas administrativas, educativas y fiscales con un único fin: conseguir la mayor gloria tanto para el reino como para el monarca. Entre otras cosas, se desarrollaron planes orientados a la repoblación de ciertos lugares de Andalucía con el fin último de crear una sociedad ilustrada, más acorde con los ideales que el soberano quería consolidar. Por ello, vamos a ver ahora un resumen de la política de Nuevas Poblaciones de Carlos III en Andalucía y Sierra Morena.

Carlos III, protagonista de las Nuevas Poblaciones, retratado hacia 1765 por Anton Raphael Mengs
El rey Carlos III de España retratado hacia 1765 por Anton Raphael Mengs (Fuente: Wikimedia Commons)

Definición de las Nuevas Poblaciones de Carlos III

La idea de las Nuevas Poblaciones de Carlos III no nace en España, sino que es llevada a cabo por otros estados europeos. Esta responde a la necesidad de reocupar zonas que antiguamente lo estuvieron y que, debido a las diversas pestes de los siglos XVI y XVII, quedaron abandonadas.

La posibilidad real de realizar estas repoblaciones surgió en España en torno al siglo XVIII. Debido al escaso poder demográfico que ofrecía la península Ibérica, las regiones elegidas por la monarquía para escoger a los colonos de esas tierras fueron extranjeras, destacando Westfalia y el Palatinado, regiones con un flujo constante de emigración.

Respecto a estas Nuevas Poblaciones se puede observar que están intensamente ligadas a las políticas agrarias, con una dimensión social y económica. El primer paso fue repartir las tierras a los pobladores para conseguir una clase media rural; esto conseguiría que se multiplicara la producción agraria, con lo que aumentaría la riqueza.

La inversión del Estado fue realmente importante, ya que puso todos los medios disponibles para hacer efectivas las explotaciones agropecuarias. Socialmente, el objetivo fue el de crear una sociedad campesina ideal desde los cimientos en la que primarían los campesinos que fueran quasipropietarios, es decir, que no pudieran acumular tierras. Además, como no podía ser de otra manera, estos deberían estar sujetos a la autoridad regia. Por último, esta sociedad tendría que basarse en los postulados despóticos que hicieron valer las monarquías durante el Siglo de las Luces.

"Carlos III entregando las tierras a los colonos de Sierra Morena", obra de José Alonso del Rivero hecha en 1805
«Carlos III entregando las tierras a los colonos de Sierra Morena», obra de José Alonso del Rivero hecha en 1805 (Fuente: Wikimedia Commons)

Los primeros colonos de las Nuevas Poblaciones

Para la creación de las Nuevas Poblaciones se escogieron alsacianos, franceses, italianos, bávaros y flamencos. El objetivo de la monarquía fue el de compensar la pérdida de los 6.000 jesuitas expulsados, sustituyéndolos por población útil que produjera riquezas con la labranza de la tierra.

En esta sociedad ideal se dividió a la población repobladora en jornaleros, labradores y artesanos, dejando a un lado a intelectuales, músicos o personas que no estuvieran especializadas en el trabajo en el campo o las manufacturas. Pedro Perez Valiente, visitador oficial de estas Nuevas Poblaciones, observó la existencia de elementos inútiles como violinistas, doradores e incluso desertores del ejército francés.

La religión también fue un factor fundamental a tener en cuenta para ser colono en estas poblaciones. No obstante, no se cumplirá con éxito puesto que, a pesar del requisito de ser católico, más de un centenar de ellos se declararon protestantes y sobre otros muchos no se pudo comprobar su catequización.

Monumento en el que se ve a Pablo de Olavide, arrodillado, recibiendo de Carlos III, en presencia de Campomanes, las órdenes reales para la colonización de Sierra Morena con las Nuevas Poblaciones
Monumento en el que se ve a Pablo de Olavide, arrodillado, recibiendo de Carlos III, en presencia de Campomanes, las órdenes reales para la colonización de Sierra Morena (Fuente: Wikimedia Commons)

Pablo de Olavide y las Nuevas Poblaciones

La zona más importante de las Nuevas poblaciones fue Sierra Morena, que hasta el momento era guarida de bandoleros. Uno de los objetivos regios era el de restablecer una ruta Madrid-Cádiz de manera efectiva, por lo que tiene sentido que este lugar obtuviera el mayor flujo de pobladores. Por último, respecto a los resultados obtenidos de estas repoblaciones, no fueron plenos puesto que no se logró la creación de esta clase media campesina ni se obtuvieron ritmos productivos tan altos como los que había predicho el superintendente Pablo de Olavide.

En 1769 se produjo la destitución de Pablo de Olavide como superintendente debido a problemas con la Inquisición. Esto suscitó gran recelo en los colonos, que más tarde se transformó en indignación y descontento, puesto que en algunos casos la situación de los colonos no coincidía con la prometida por la Corona. Además, la destitución duró poco tiempo pues Olavide volvió en 1770. Curiosamente, en ese año se inició el periodo de mayor despliegue de personal administrativo en la zona, como es el caso de los fieles de fechos, alguaciles mayores y defensores de menores, todo ello para establecer un equilibrio y orden social.

El fuero de las Nuevas Poblaciones

Respecto a la administración de estos territorios, como en muchas otras partes de España, estuvo sujeta a los fueros, donde se establecían los cimientos, privilegios y límites de estas poblaciones. En estos fueros se establecieron los cargos, teniendo cada una de estas poblaciones un diputado y estableciendo cada cuatro o cinco una feligresía. Estos asentamientos también establecían en su fuero la existencia de unos privilegios que hacían referencia a unas tierras comunales que se trabajarían los días libres de estos colonos.

Ilustración en la que se ve a Cardenio, Sancho, Don Quijote y un cabrero conversando en Sierra Morena. Por esa época la zona de Sierra Morena era aun un sitio peligroso lleno de bandoleros, como prueba el hecho de que Sancho estuviera tan aterrorizado en un pasaje del libro que se lo hizo encima del miedo.
Ilustración en la que se ve a Cardenio, Sancho, Don Quijote y un cabrero conversando en Sierra Morena. Por esa época la zona de Sierra Morena era aun un sitio peligroso lleno de bandoleros, como prueba el hecho de que Sancho estuviera tan aterrorizado en un pasaje del libro que se lo hizo encima del miedo. (Fuente: Wikimedia Commons)

Obviamente, todas estas poblaciones estuvieron sujetas económicamente a la Real Hacienda. Con el fin de evitar trabas burocráticas, dependieron de un superintendente en el campo judicial. Un carácter innovador y que está directamente ligado con la idea de creación de una nueva sociedad en estas poblaciones fue la elección de cargos directamente por los vecinos y la limitación de estos a uno o dos mandatos, evitando así que se parasitara el sistema administrativo con intereses privados.

Respecto al asentamiento de la administración, podríamos dividir el periodo en dos: el primero entre 1768-70 y el segundo entre 1770-1835. Durante el primer periodo La Carolina fue el centro administrativo más importante de las Nuevas Poblaciones, pues el superintendente residió en esta localidad. Por otra parte, se establecieron dos subdelegaciones, una de ellas también en esta localidad. El primer superintendente fue el ya mencionado Pablo de Olavide, que se ocupará directamente de los asentamientos y de la puesta en marcha de la producción.

El final de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena

A finales del periodo, en 1825, con ya una población asentada y el proceso repoblador terminado, se comunicó a la población y a las autoridades que las quejas se resolverían en la subdelegación a no ser que entrañaran dificultad; en ese caso si pasarían directamente al Superintendente. A día de hoy estos municipios conservan una huella de esos primeros pobladores, tal y como lo podemos observar en los apellidos de sus gentes y en sus costumbres. En definitiva, estas Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena son uno de tantos testimonios históricos de aquella España de Carlos III, de aquel proyecto de Ilustración.

Palacio del intendente Olavide e iglesia de la Inmaculada Concepción en el actual municipio de La Carolina, el centro más famoso de las Nuevas Poblaciones
Palacio del intendente Olavide e iglesia de la Inmaculada Concepción en el actual municipio de La Carolina

Bibliografía

Alonso, M.J., Sena Medina, G. & Aviles Fernández, M. 1985, «Las nuevas poblaciones de Carlos III en Sierra Morena y Andalucía: actas del I Congreso-Histórico, La Carolina, 1983», Servicio de Publicaciones de la Universidad, Córdoba.

Sena Medina, G., Avilés Fernández, M. & Universidad de Córdoba 1989, «Actas del Congreso Internacional sobre Carlos III y la Ilustración», Ministerio de Cultura, Madrid.

Sena Medina, G., Avilés Fernández, M. & Universidad de Córdoba 1988, «Carlos III y las «Nuevas Poblaciones»: Actas del II Congreso-Histórico. La Carolina-1986″, Universidad de Córdoba.

Sena Medina, G., Avilés Fernández, M. & Universidad de Córdoba 1988, «Carlos III y las «Nuevas Poblaciones»: Actas del III Congreso-Histórico. La Carolina-1986″, Universidad de Córdoba.

Palacio Atard, V. 1989, Las «Nuevas Poblaciones andaluzas de Carlos III: Los españoles de la ilustración, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros, Córdoba.


       Javier Pérez Cobo es graduado en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid y ha cursado el máster de Historia contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, lo que le ha permitido especializarse en esta era. Gran apasionado de la divulgación histórica, actualmente dirige el podcast Foro de la Historia, que se puede escuchar en Ivoox y Spotify.

Resumen
Las Nuevas Poblaciones de Carlos III en Andalucía y Sierra Morena
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Las Nuevas Poblaciones de Carlos III en Andalucía y Sierra Morena
Descripción
Definición de las Nuevas Poblaciones de Carlos III en Andalucía y Sierra Morena, en pleno siglo XVIII, centradas en municipios como La Carolina o La Carlota
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