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HISTORIAE

Lucio Elio Sejano

Relieve de pretorianos, como los que lideró Lucio Elio Sejano

Introducción

Lucio Elio Sejano, prefecto del pretorio durante buena parte del principado de Tiberio, fue una de las personas más oscuras de los inicios del Imperio Romano. Persona de máxima confianza del emperador, le envenenaba la mente con información poco rigurosa o directamente falsa para que Tiberio tomara las decisiones que él quería. Asimismo, asesinó o consiguió el exilio de una buena parte de la Casa Augusta con el objetivo de mantenerse en el poder. En este artículo vamos a ver un breve resumen de la biografía de Lucio Elio Sejano para ver hasta dónde llegaron las conspiraciones de este comandante de la guardia pretoriana.

Busto del emperador Tiberio
Busto del emperador Tiberio (Fuente: Wikimedia Commons)

¿Quién fue Lucio Elio Sejano?

Lucio Elio Sejano nació en torno al 20 a.C. en la ciudad de Volsinii, al norte de Roma. Su padre era Lucio Seyo Estrabón, un miembro del orden ecuestre que se convirtió en uno de los primeros prefectos de la recién formalizada guardia pretoriana y luego fue nombrado gobernador de Egipto en el 15 d.C.

Antes de la llegada al poder de Tiberio, Sejano fue uno de los compañeros de Cayo César en la misión en Oriente que le costaría la vida en el 4 d.C. Asimismo, tras la muerte de Augusto (14 d.C.), viajó a Iliria con Druso el Joven, hijo biológico de Tiberio, para sofocar el amotinamiento de las tres legiones allí estacionadas.

En algún momento surgió una profunda amistad entre Sejano y Tiberio, por lo que no es de extrañar que una de las primeras acciones que tomara el nuevo princeps fuera ascender a su amigo al puesto de comandante de la guardia pretoriana conjuntamente con su padre. Al año siguiente, cuando este marchó a Egipto, Sejano se convirtió en el prefecto del pretorio único y empezó a saborear las mieles del poder.

Relieve de un soldado pretoriano hecho en el siglo II d.C.
Relieve de un soldado pretoriano hecho en el siglo II d.C. (Fuente: Wikimedia Commons)

Lucio Elio Sejano y Tiberio, una relación compleja

Más allá de este nombramiento, Tiberio dio muestras de su favoritismo hacia Lucio Elio Sejano desde el inicio de su principado. En el 21 d.C., Quinto Junio Bleso, tío de Sejano, se convirtió en el nuevo gobernador de África a pesar de que sus competidores tenían una carrera mucho mejor; en el 22 d.C. se honró a Sejano con una estatua de bronce en el teatro de Pompeyo; y su hija Junila llegó a estar prometida con Claudio Druso, hijo del emperador Claudio.

Ahora bien, el punto fuerte de Sejano era al mismo tiempo su talón de Aquiles. No ocupaba ninguna magistratura y ni siquiera era senador, así que su poder dependía totalmente de lo bien que le cayera a Tiberio. Al mismo tiempo se daba cuenta de que, una vez que el princeps muriera, él lo perdería todo. Por eso puso en marcha numerosas planes con el objetivo de allanar el camino y librarse de todos los posibles herederos y enemigos políticos que tuviera.

En calidad de amigo íntimo y máximo confidente, Lucio Elio Sejano supo explotar las inseguridades, fobias y paranoias de Tiberio para dirigir sus pasos. De esa manera envenenó su mente para que fuera el propio emperador el que diera la orden de librarse de su propia familia.

Recreación digital del teatro de Pompeyo, donde se erigió una estatua de Lucio Elio Sejano en el 22 d.C.
Recreación digital del teatro de Pompeyo (Fuente: Wikimedia Commons)

En contra de lo que dicen algunas fuentes, el objetivo de Sejano no era suplantar a Tiberio y ser el nuevo emperador. El prefecto era lo suficientemente inteligente como para saber que ni sería querido por el pueblo ni sería aceptado por la nobleza, así que su meta vital se encaminó hacia algo mucho más factible: ser el regente de un princeps demasiado joven para gobernar por sí mismo.

El asesinato de Druso el Joven

Druso el Joven era el único hijo biológico de Tiberio, aunque solo fue el potencial sucesor de su padre tras la muerte en el 19 d.C. de Germánico, adoptado por Tiberio en el 4 d.C. Además, Druso se quejaba abiertamente de que Tiberio tuviera en mayor estima a un forastero como Sejano antes que a su propia sangre, así que era la primera persona que buscaría su ruina cuando su protector ya no viviera.

Para eliminarlo sin sospechas, Sejano comenzó un romance secreto con su mayor cómplice: Livila, la esposa de Druso el Joven y sobrina de Tiberio. No se sabe porque esta se implicó en el asesinato de su marido. Al fin y al cabo, era la mujer del que parecía ser el próximo emperador, así que perdería poder si Druso moría.

Busto de Druso el Joven
Busto de Druso el Joven (Fuente: Wikimedia Commons)

Puede que estuviera sinceramente enamorada de Sejano, aunque la teoría que más se ha barajado es que quisiera garantizar el futuro de sus hijos, Tiberio Gemelo y Germánico Gemelo. Si ahora moría Tiberio, Druso el Joven solo sería emperador porque los hijos de Germánico y Agripina —Nerón, Druso y Cayo (el futuro Calígula)— eran jóvenes todavía, de modo que los propios hijos de Livila nunca llegarían al trono imperial.

Fuera como fuera, en teoría Lucio Elio Sejano y Livila enfermaron a Druso el Joven poco a poco introduciendo un veneno en sus bebidas gracias a la ayuda de dos sirvientes cómplices. Al ser ingerida en pequeñas dosis, Druso estuvo gravemente enfermo durante varios días antes de morir el 14 de septiembre del 23 d.C., así que nadie, ni siquiera el propio afectado, sospechó que su muerte no fuera por causas naturales.

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Lucio Elio Sejano contra Agripina

Una vez eliminado Druso el Joven, Lucio Elio Sejano pudo centrar todos sus esfuerzos en lograr la perdición de la familia de Agripina la Mayor, viuda de Germánico y la única descendiente biológica viva de Augusto.

Sin embargo, la nieta de Augusto era demasiado popular como para ir directamente a por ella, por lo que Sejano se encargó primero de aislarla eliminando a sus amigos y partidarios. En base a esto, en los años siguientes se ejecutó, se suicidaron o fueron exiliados el general Cayo Silio y su esposa Sosia Gala (24 d.C.), el historiador Aulo Cremucio Cordo (25 d.C.), su prima Claudia Pulcra (26 d.C.) o el ecuestre Tito Sabino (28 d.C.).

Busto de Agripina la Mayor conservado en Estambul
Busto de Agripina la Mayor conservado en Estambul (Fuente: Wikimedia Commons)

Simultáneamente, Lucio Elio Sejano se encargó de que la relación entre Tiberio y Agripina fuera cada vez peor a lo largo de los años. Sus cómplices, Livila y su hija Julia, contaron al princeps lo arrogante y ávida de poder que era Agripina y el gran apoyo social que tenía. En este sentido, Sejano sostuvo que el Estado estaba dividiéndose en dos entre los partidarios de Tiberio y los de Agripina.

La manipulación era a dos bandas, pues Sejano también tenía espías entre las propias amigas de Agripina para que pensara lo peor del emperador. Llegó incluso a creer que Tiberio quería envenenarla, así que su actitud ante él era hostil y violenta, lo que a su vez reforzaba las hipótesis implantadas por Sejano en la mente del princeps.

La campaña de acoso y derribo no se dirigía solo a Agripina, evidentemente. Con el tiempo, Sejano consiguió que sus hijos Nerón y Druso se enemistaran entre sí, para luego acabar, junto con su madre, condenados y exiliados por supuestas traiciones a Tiberio. Desde luego, el soborno a la esposa de Druso y el hecho de que Julia y Livila fueran la esposa y la suegra de Nerón, respectivamente, ayudaron a que enseguida se encontrara una excusa para procesarlos.

El benjamín de la familia, el adolescente Calígula, solo se salvó de las maquinaciones de Sejano porque se fue a vivir por temporadas con su bisabuela Livia Drusila, con su abuela Antonia la Menor o con Tiberio en la isla de Capri.

Árbol genealógico en inglés de los Julio Claudios en los tiempos de Augusto y Tiberio
Árbol genealógico en inglés de los Julio Claudios en los tiempos de Augusto y Tiberio (Fuente: Seager, 2005)

En la cima del poder

En el año 30 d.C. Lucio Elio Sejano estaba en la cima del poder. Gracias a sus perversas habilidades se había librado de tres potenciales herederos adultos y había conseguido que Tiberio se retirara primero a Campania y luego a la isla de Capri, donde las únicas noticias que le llegaban de Roma eran las que Sejano quería que tuviera. Cabe destacar también que nadie podía ir a visitar en persona al princeps si no contaba con la autorización del comandante de la guardia pretoriana.

Además, su cumpleaños se celebraba oficialmente, se construían estatuas suyas por doquier, se ofrecían sacrificios en su honor, se hacían juramentos por su fortuna y entró en la familia imperial al casarse finalmente con la que había sido su amante y cómplice durante años, Livila.

Sin embargo, puede que el honor que más le gustara fuera que Tiberio le nombrara cónsul para el 31 d.C. Esto era más que notorio porque Sejano nunca había desempeñado magistratura alguna, así que ahora iba a entrar en el Senado por la puerta grande.

Para el ambicioso prefecto del pretorio, todo apuntaba a que Tiberio lo estaba señalando como su colega en el trono imperial. Ante este panorama, su objetivo vital de ser el regente del nuevo princeps, seguramente Tiberio Gemelo, estaba casi al alcance de su mano.

Moneda que celebra el nacimiento de los nietos gemelos de Tiberio, Tiberio y Germánico, objetivos de Lucio Elio Sejano
Moneda que celebra el nacimiento de los nietos gemelos de Tiberio, Tiberio y Germánico (Fuente: Seager, 2005)

La caída de Lucio Elio Sejano

Una mujer de la casa Augusta ayudó al ascenso de Sejano y una mujer de la casa Augusta ayudaría a su caída en desgracia, a su condena y a su ejecución. La cuñada de Tiberio y abuela de Calígula, Antonia la menor, escribió una reveladora carta a Tiberio. Se desconoce el contenido de la misma, pero lo cierto es que despertó las sospechas del emperador contra su amigo y confidente.

En algún momento del 30 d.C. Tiberio se convenció de que aquel que se suponía que era su mejor amigo y su máximo servidor, como lo había sido Marco Agripa para Augusto, era en realidad un traidor que lo había estado utilizando durante años. No obstante, convencido de que era peligroso enfrentarlo directamente, tramó un astuto y lento plan para provocar su caída.

A lo largo del 31 d.C. mientras el emperador hacía sus investigaciones, la relación entre el prefecto Lucio Elio Sejano y Tiberio se enfrió; de hecho, parecía que algunas de las órdenes que hacía llegar al Senado en Roma por medio de cartas le perjudicaban. Para calmar los crecientes temores de Sejano, Tiberio hizo correr el rumor de que iba a concederle la tribunicia potestas, el último paso que quedaba para ser su sucesor.

Moneda en la que se ve como la inscripción a Lucio Elio Sejano (derecha) fue borrada tras su ejecución
Moneda en la que se ve claramente como la inscripción de Lucio Elio Sejano (derecha) fue borrada tras su ejecución (Fuente: Wikimedia Commons)

Finalmente, el 18 de octubre del 31 d.C. se desveló todo. Quinto Nevio Cordo Sutorio Macrón, que había sido líder de los bomberos de Roma, regresó de su visita a Capri con una carta de Tiberio dirigida al cónsul Publio Memmio Regulo. Entre otros asuntos, en ella había críticas y denuncias contra Sejano, pero antes de nada Macrón interpretó su papel y le dijo al prefecto en secreto que en la carta se anunciaba la concesión de la tribunicia potestas.

Sejano comenzó la sesión del Senado eufórico y rodeado de secuaces, pero su cara cambió drásticamente y sus amigos le abandonaron a medida que se fue leyendo el contenido de la carta. Así, cuando el cónsul ordenó que Sejano fuera sacado de la cámara y encarcelado en la misma prisión a la que había enviado a tantos, nadie intentó defenderlo.

La muerte de Lucio Elio Sejano

Esa misma noche, los senadores decidieron ejecutarlo tras haber votado durante la tarde. Su cadáver fue expuesto públicamente en los siguientes días, a lo largo de los cuales una multitud de gente se deleitó pisoteándolo hasta dejarlo irreconocible. Por último, lo que quedaba del poderoso prefecto del pretorio fue arrojado al río Tíber.

La muerte de Lucio Elio Sejano provocó una cascada de acontecimientos. Macrón sustituyó a Sejano en la guardia pretoriana con el beneplácito de Tiberio, todas las estatuas dedicadas al prefecto se destruyeron, las inscripciones se borraron, se prohibió llorarle, se creó un festival anual para celebrar el día de su muerte, se inició una violenta caza de brujas contra sus seguidores y se ejecutó también a los tres hijos de Sejano: Estrabón, Capito Eliano y Junila.

Ilustración hecha por Bartolomeo Pinelli en 1810 que recrea el arresto de Lucio Elio Sejano
Ilustración hecha por Bartolomeo Pinelli en 1810 que recrea el arresto de Lucio Elio Sejano (Fuente: Wikimedia Commons)

Asimismo, la ex esposa de Sejano, Apicata, se suicidó, no sin antes escribir una carta muy reveladora para Tiberio. En ella confesaba saber que Sejano había asesinado a Druso el Joven con la ayuda de Livila, de modo que el emperador supo cómo había muerto realmente su hijo ocho años después. Por supuesto, como era de esperar, Tiberio acabó con la vida tanto de Livila como de Julia, es decir, su sobrina y su nieta.

Cuando los nubarrones de la tormenta política se disiparon, Tiberio se sintió completamente solo. Su único amigo verdadero, la persona en la que había volcado sus emociones más íntimas, había resultado ser su peor enemigo, por lo que, mientras viviera, no volvería a confiar en nadie nunca más.

Bibliografía

de la Bédoyère, G. (2017). La guardia pretoriana. Pasado&Presente.

Holland, T. (2017). Dinastía. La historia de los primeros emperadores de Roma. Ático de los libros.

Levick, B. (2005). Tiberius the politician. Routledge.

Seager, R. (2005). Tiberius. Blackwell Publishing.

Resumen
Lucio Elio Sejano, el malvado prefecto del pretorio de Tiberio
Nombre del artículo
Lucio Elio Sejano, el malvado prefecto del pretorio de Tiberio
Descripción
Lucio Elio Sejano, prefecto del pretorio de Tiberio, asesinó o arruinó la vida a numerosas personas en su lucha por la conquista del poder
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