¿Quién fue Marco Agripa?
Marco Vipsanio Agripa fue, sin duda, el general más eficaz, leal y antiguo del emperador Augusto. Grandes amigos desde la infancia, Agripa y Augusto dirigieron los asuntos de Roma casi a la par durante más de treinta años, desde el asesinato de Julio César en el 44 a.C. hasta la muerte del propio Agripa en el 12 a.C. Por eso, en este artículo vamos a ver un breve resumen de la biografía de Marco Agripa para comprender quién fue, cuáles fueron sus grandes éxitos militares y qué obras impulsó dentro y fuera de Roma.
Nacimiento y juventud de Marco Agripa
Marco Vipsanio Agripa nació en el 62 a.C., solo un año después que César Augusto. Desgraciadamente, desconocemos sus orígenes familiares. No obstante, el apellido familiar Vipsanio era muy inusual, lo que quizás nos indica que procedía de una rica familia provincial o, como algunos autores creen, de Venecia o Istria, al norte de Italia.
Ignoramos cómo fue la infancia y adolescencia de Marco Agripa, pero podemos suponer que cumplió con los cánones de la educación aristocrática de la época. En algún momento de este periodo conoció a Cayo Octavio, quien se convirtió en su mejor amigo.
Esta amistad se consolidó durante la Segunda Guerra Civil Romana (49 – 45 a.C.) cuando Octavio salvó de la muerte a uno de los hermanos de Agripa, que había sido hecho prisionero de guerra durante la campaña en el norte de África. Años más tarde, Agripa se encontraba viviendo con Octavio en Apolonia (Macedonia) cuando les sorprendió el magnicidio de los idus de marzo (44 a.C.).
El general Marco Agripa y la creación de la Roma imperial
A partir del 44 a.C., Marco Agripa comenzó una fulgurante carrera política y militar que solo se detendría con su muerte tres décadas después. Para empezar, entre el 43 – 41 a.C. allanó el camino de ascenso al poder de Octaviano con el Segundo Triunvirato, suprimió una rebelión en la Galia y encabezó una expedición contra tribus germanas más allá del río Rin (39 a.C.) que culminaría con la fundación de la actual ciudad alemana de Colonia.
Luego fue el general cuya flota (fabricada, adiestrada y dirigida por él y con un avance técnico suyo, el harpax) consiguió todas las victorias del conflicto contra Sexto Pompeyo y más tarde fue la mano derecha de Octaviano en las campañas ilirias libradas en el 35 y 34 a.C.
También fue el verdadero e indiscutible protagonista de la Cuarta Guerra Civil Romana contra Marco Antonio, a quien derrotó en la trascendental batalla de Accio (31 a.C.). En definitiva, es bastante probable que, sin la ayuda de Marco Agripa, Octaviano nunca habría llegado a convertirse en el César Augusto que todos conocemos como primer emperador de la Roma imperial.
Agripa y su vida personal
Vamos a detenernos un momento para profundizar en el carácter de Marco Agripa. Era una persona de acción y un entusiasta coleccionista de obras de arte, pero solo para ser expuestas en público. Por otra parte, y al contrario que el resto del círculo íntimo de Augusto y la aristocracia en general, demostraba escaso interés por la literatura y no entabló amistad con poetas y escritores.
A pesar de sus desencuentros con la élite, Agripa explotó como nadie uno de los principales medios de conquista del poder: las alianzas matrimoniales. Su primera esposa fue Pomponia, la hija del muy rico y muy influyente Tito Pomponio Ático; luego se casó con Marcela, la sobrina de César Augusto, y finalmente con la hija de éste, Julia. Solo con esta última, Marco Agripa tuvo cinco hijos: Cayo y Lucio (adoptados después por Augusto), Agripa Póstumo, Julia y Agripina la Mayor.
El Panteón y otras obras de Marco Agripa en Roma
En el 33 a.C. Marco Agripa desempeñó el cargo de edil en Roma. Algunas de las muchas tareas de estos magistrados eran encargarse del abastecimiento de agua de la ciudad y de la limpieza de las calles y las cloacas. Por ello, Agrupa reorganizó y reformó el sistema de acueductos, además de planificar la construcción de dos nuevos, el Aqua Julia y el Aqua Virgo.
Asimismo, distribuyó cientos de fuentes públicas por la urbe, levantó unos espléndidos baños públicos a los que llamó Thermae Agrippae y limpió el sistema de cloacas subterráneas. De esta manera dio empleo a miles de personas que lo necesitaban y mejoró las condiciones de vida del pueblo, lo que en la práctica era la mejor campaña propagandística que Augusto podría realizar.
En los años siguientes los proyectos constructivos aumentarían. En el 27 a.C. Agripa inició la edificación del Panteón, un templo nombrado así porque contenía las estatuas de todos los grandes dioses y diosas de Roma. No obstante, cabe aclarar que el Panteón que podemos contemplar en el presente no es el original de Agripa, pues fue reformado por Adriano en el siglo II d.C. Fue este emperador quien dotó al edificio de su aspecto actual, incluyendo el impresionante techo abovedado que los turistas pueden ver hoy en día.
Cerca del Panteón se ubicaba una nueva Saepta (el lugar donde se votaba en las elecciones), terminada y formalmente inaugurada en el 26 a.C. La zona de votaciones estaba pavimentada con mármol y engalanada con estatuas y pinturas de excelente calidad, que podían ser contempladas por los votantes mientras esperaban a la sombra de los toldos.
El teatro de Mérida y otras obras de Marco Agripa fuera de Roma
Las obras de Marco Agripa no se limitaron a la ciudad de Roma, sino que se extendieron de un extremo al otro del Mediterráneo. En Atenas, por ejemplo, mandó levantar un Odeón, un enorme teatro cubierto erigido en medio del antiguo ágora que contaba con una fantástica decoración.
En la otra punta del mundo conocido, en Augusta Emerita (la actual ciudad de Mérida, en Extremadura), financió la construcción del teatro que aun hoy se puede visitar y que acoge las representaciones del festival de teatro clásico celebrado cada verano. Como no podía ser de otra manera, el lugar estaba decorado con estatuas suyas y de Augusto y recogía inscripciones que hablaban de sus gestas y poderes.
Aparte, Marco Agripa también trabajó durante años en la optimización de las comunicaciones terrestres en el imperio. Entre otros lugares, comenzó un extenso sistema de caminos en la Galia para mejorar el acceso al río Rin al norte y al este, así como a Aquitania y a Hispania en el oeste.
Agripa en la cima del poder
Las labores de Agripa como general y evergeta se veían complementadas con sus poderes como político. Ocupó la máxima magistratura del Estado, el consulado, en tres ocasiones (37, 28 y 27 a.C.), pero además ostentó muchos otros poderes.
En el 23 a.C. Augusto estuvo gravemente enfermo. Al pensar que su muerte estaba próxima, mandó llamar a personas notables del Estado y entregó a Agripa su anillo de sello, signo que señalaba su elección como heredero. Sin embargo, Augusto se recuperó con el tiempo y continuó dirigiendo el Imperio Romano durante más de treinta años.
Más allá de este acto simbólico, Marco Agripa ostentó poderes extraordinarios que no estaban al alcance del resto de mortales. En el 23 a.C. recibió un imperium proconsulare de cinco años y en el 13 a.C. se le otorgó el imperium maius, que le permitía dar órdenes a los gobernadores provinciales. Aparte, también tuvo la potestad tribunicia desde el 18 a.C. y ambos poderes fueron renovados al cumplir el periodo de cinco años.
La muerte de Marco Agripa
Marco Agripa no dejó de cosechar éxitos hasta el final de su vida: entre el 23 y 21 a.C., y entre el 15 y el 13 a.C., supervisó la administración de las provincias orientales, seguramente como representante de Augusto; en el 21-20 a.C. guerreó en la Galia y fomentó la fundación de ciudades y la construcción de carreteras; en el 19 a.C. se encargó personalmente de terminar las guerras cántabras, por lo que el norte de Hispania quedó finalmente conquistado; y en el 14 a.C. colaboró con el rey Herodes el Grande, al que ya había visto al menos en tres ocasiones anteriormente, en una expedición para restablecer la autoridad de Roma en la región del Bósforo después de una rebelión en aquellos territorios.
Su última misión como general al servicio de Augusto fue en el 13 a.C. contra las tribus de Panonia, en los Balcanes. Una demostración de fuerza fue suficiente para sofocar los disturbios y pudo volver a a Italia en el 12 a.C. Sin embargo, nunca volvería a ver su amada Roma, pues en el viaje de regreso enfermó y murió de una enfermedad desconocida.
La muerte de Marco Agripa en marzo del 12 a.C. fue uno de los golpes más devastadores que sufrió Augusto en toda su vida. Básicamente, gracias a Agripa él era quien era. Sin su amistad incondicional desde la niñez y sin su ayuda militar en las guerras civiles no habría llegado probablemente a la posición consolidada de poder que disfrutaba ahora.
El cuerpo fue llevado a Roma, donde recibió un apoteósico funeral público en el cual el propio princeps leyó el elogio fúnebre. Entonces fue enterrado en el fastuoso mausoleo familiar de Augusto, en vez de en la tumba que el propio Agripa poseía. Así, tanto en la muerte como en la vida, Agripa continuaría formando parte de la casa de Augusto.
Bibliografía
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