Introducción
Germánico Julio César fue uno de los generales romanos más importantes y queridos del primer siglo del Imperio Romano. Su carismática personalidad, sus conquistas en Germania y su misteriosa muerte en Oriente han hecho que se escriba mucho sobre él a lo largo de los siglos, pero no siempre de la mejor manera. Por eso, en este artículo vamos a hacer un breve resumen de la biografía de Germánico para acercarnos a su figura histórica y comprender el alcance de sus logros.
Una biografía de Germánico Julio César a nivel personal
Germánico, hijo de Druso el mayor y de Antonia la menor y sobrino nieto del emperador Augusto, nació en mayo del 15 a.C. Lo primero que hay que saber de él es que no conocemos su nombre real. Germánico es un apelativo honorífico, un agnomen, que heredó de su padre tras su muerte en el 9 a.C.
En el 4 d.C., cuando fue adoptado por Tiberio y se convirtió en su hijo y, por tanto, en nieto de Augusto, Germánico pasó a ser su nombre de pila, su praenomen, por lo que el conjunto quedó como Germánico Julio César.
Después de la adopción no se tardó en arreglar un matrimonio para el nuevo miembro de la familia de Augusto. Así, Germánico se casó con Agripina la mayor, hija de Marco Vipsanio Agripa y de Julia la mayor. La pareja tuvo al menos ocho hijos, aunque solo sobrevivieron a la infancia seis de ellos: tres niños —Nerón, Druso y Cayo (el futuro emperador Calígula)— y tres niñas —Drusila, Livila y Agripina la menor (madre del futuro emperador Nerón)—.
Al igual que su padre, Germánico fue enormemente popular tanto en el ejército como entre el pueblo de Roma. Las fuentes lo definen como sofisticado, elegante, rubio, atlético, afable, tranquilo y cortés, aunque puede que sea una visión exagerada para contraponerla a la impopularidad y sobriedad de Tiberio.
Precisamente, esa relación entre Germánico Julio César y Tiberio, su padre adoptivo, ha estado siempre envuelta en un halo de misterio. Los rumores en la Antigüedad sostenían que Tiberio estaba celoso de los éxitos y la popularidad de Germánico y lo veía como un rival, pero a día de hoy es una teoría con muchas lagunas. Sea como sea, lo cierto es que Germánico fue dos veces cónsul, en el 12 y en el 18 d.C.
Germánico contra las legiones amotinadas
Antes de que se convirtiera en el general romano que todos conocemos, Germánico Julio César acumuló una notable experiencia militar. En el 7 d.C., cuando tenía 22 años, luchó con Tiberio en la gran rebelión de Panonia y Dalmacia; cuatro años después, en el 11 d.C., padre e hijo volvieron a trabajar codo con codo para asegurar la frontera del Rin en Germania.
Sin embargo, el acontecimiento más relevante de esta época giró en torno a un suceso interno, no externo. Al enterarse de la muerte de Augusto, la incertidumbre sobre su futuro y las duras condiciones de vida provocaron dos importantes rebeliones militares. Más concretamente, el motín afectó a las tres legiones de Panonia dirigidas por Quinto Junio Bleso y a las cuatro legiones de Germania comandadas por Aulo Cecina Severo.
Druso el Joven (hijo biológico de Tiberio) y Elio Sejano, comandante de la guardia pretoriana, fueron enviados al Danubio para resolver el motín de las legiones de Panonia. Al mismo tiempo, Germánico tuvo que abandonar la recaudación de impuestos que estaba haciendo en la Galia para regresar al frente germano.
En Germania la rebelión era de mayor calado, pues muchos oficiales fueron inmovilizados en el suelo, fueron torturados y fueron arrojados al río. Más allá de esto, quizás lo más alarmante para Tiberio fue que algunos soldados llegaron incluso a expresar su deseo de que Germánico fuera el nuevo princeps, en lugar de Tiberio.
En todo momento Germánico se mostró como una persona totalmente leal al nuevo emperador y hasta amenazó con suicidarse clavándose su espada si no renunciaban a sus pretensiones. Finalmente, el motín se solucionó a mediados de otoño a base de concesiones a los soldados, algo más de chantajismo emocional, reorganizaciones de los cuadros de mando y promesas de recompensas futuras.
Germánico Julio César contra Arminio
Ahora que la disciplina había vuelto al ejército, Germánico pudo dedicar toda su atención a su gran objetivo: vengarse de los germanos por la desastrosa derrota romana en la batalla de Teutoburgo (9 d.C.). Sin perder ni un momento, ya en ese mismo año 14 d.C., cogió partes de las cuatro legiones que se amotinaron, veintiséis cohortes de infantería auxiliar y ocho alae de caballería y cruzó el Rin para luchar brutalmente contra la tribu de los marsos.
Las operaciones militares que tuvieron lugar durante los dos años siguientes fueron muy parecidas, pero a una escala mucho mayor. El principal enemigo de Roma en la región era Arminio, el líder querusco que había provocado la matanza de Teutoburgo. Por ello, se capturó a su esposa embarazada, se sobornó a sus aliados, se acorraló a sus soldados y se terminó ejecutando a muchos de ellos.
Además, Germánico pasó por la misma zona en la que habían perecido Quintilio Varo y sus hombres para enterrar sus huesos, todavía al descubierto después de seis años, y para construir un túmulo de recuerdo a los caídos.
Las fuentes cuentan que hasta el propio Arminio logró sobrevivir en alguna ocasión únicamente gracias a taparse la cara con sangre y barro para camuflarse en su huida. El líder germano nunca consiguió una victoria importante contra Germánico y sus hombres, pero supo evitar siempre una derrota decisiva, lo que hizo que su popularidad creciera como la espuma. Precisamente, ese prestigio sería su perdición, ya que fue asesinado en el 19 d.C. por sus propios hombres al considerar que su poder había crecido demasiado.
Las batallas de Germánico Julio César en Germania
La guerra de Germánico Julio César en Germania no se libró solo contra Arminio, sino contra muy diferentes enemigos de manera simultánea. Era una tarea difícil, ya que había que convencer a cada uno de ellos de que la alternativa a la alianza y la paz con el Imperio Romano era demasiado terrible para elegirla.
En la primavera del 15 d.C., ocho legiones apoyadas por auxiliares desencadenaron la primera de estas campañas. En esta ocasión, el ejército fue dividido en dos: por una parte, Germánico tomó cuatro legiones y la mayoría de los auxiliares para golpear con fuerza a los catos; por otra parte, Cecina Severo se lanzó con las otras cuatro legiones contra los queruscos. En otro momento dado, ambos se unieron para devastar el territorio de los brúcteros.
Para la campaña del 16 d.C., Germánico optó por pelear con las ocho legiones como una única fuerza de combate. Partiendo de esta base, decidió trasladar el mayor número de fuerzas posible por mar a lo largo de la costa del mar del Norte. De ese modo, en la primavera, el ejército se reunió con la flota para focalizarse en sus primeros objetivos: los catos y los angrivarios.
Cabe destacar que en la operación de ese año los romanos contaban con la numerosa ayuda axiliar de tribus galas y germanas aliadas. En este sentido, en el 16 d.C. el caudillo de los bátavos, Chariovalda, murió en un combate contra Arminio que tuvo lugar en torno al río Weser, pero muchos de sus hombres se salvaron gracias a la caballería romana.
Tras numerosas batallas, la mayoría de ellas perdidas por los germanos, llegó el final del verano del 16 d.C. y los romanos se retiraron por la misma ruta del mar del Norte. No obstante, no iba a ser una retirada tranquila. Una gran tormenta dispersó la flota, arrojando varios barcos a las costas de Britania y hundiendo a otros.
El incómodo regreso a Roma
En otoño del 16 d.C., el general romano Germánico ya había recuperado dos de las tres águilas que Quintilio Varo había perdido en Teutoburgo. Si creemos al historiador Tácito, el joven líder estaba convencido de que solo necesitaba una campaña más para terminar la guerra contra Germania.
En realidad, los éxitos militares fueron modestos y la resistencia de las tribus germanas era demasiado grande como para pretender una conquista definitiva. Esto, unido al hecho de que el nuevo princeps quisiera limitar o parar del todo el expansionismo romano, desembocó a finales del 16 d.C. en la petición de Tiberio a Germánico Julio César para que regresara a Roma.
Nuevamente es Tácito quien nos dice que, supuestamente, Germánico rogó y exigió que se le prorrogara el mando un año más, pero que Tiberio se negó y le ordenó regresar. El historiador Suetonio también cree que Tiberio estaba celoso de su sobrino y por eso quería minimizar sus éxitos, pero esa teoría no conjuga con los hechos que vendrían a continuación.
Para empezar, Germánico celebró un triunfo en Roma por sus victorias en Germania en mayo del 17 d.C. También fue nombrado como colega del princeps en el consulado del 18 d.C. y recibió el que sería el último encargo de su vida: trasladarse a Siria para supervisar las provincias orientales con unos poderes mayores que los de cualquier gobernador.
Allí, en compañía de su familia, Germánico Julio César moriría en extrañas circunstancias el 10 de octubre del 19 d.C. Aquel desgraciado suceso solo terminó de poner más leña al fuego de una opinión pública empeñada en considerar a Tiberio como un monstruo malvado que habría ordenado el asesinato de su sobrino, su hijo adoptivo y quizás su posible sucesor.
Bibliografía
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