INTRODUCCIÓN A LA BAJA ÉPOCA
RECORDANDO EL PRIMER PERIODO PERSA DE EGIPTO
Muchas gracias a Geacron por los fantásticos mapas históricos que brinda desde su web
En general, lo que podemos deducir de la primera invasión persa de Egipto a partir de las fuentes de conocimiento es que este régimen persa no fue muy opresivo, y que incluso hubo bastantes egipcios que consiguieron aceptarlo. Sin embargo, en la otra cara de la moneda también nos encontramos regiones en las que solía haber tensiones, que eran causadas por dos grandes motivos: la manifiesta xenofobia de los egipcios hacia los persas, lo que dificultaría su integración como una más de las provincias persas, y las ambiciones de distintas familias poderosas egipcias que aprovecharían cualquier momento de debilidad para intentar conseguir la independencia para Egipto, como ya sucedió desde la rebelión de Amirtaio en el 404 a.C.
FACTORES A FAVOR DE PERSIA
No se sabe a ciencia cierta la razón concreta de la segunda invasión persa de Egipto. Sin embargo, podemos aludir a una serie de factores que seguro que estuvieron implicados y pusieron la balanza inclinada a favor de los persas. En primer lugar, habría que hablar de la ineptitud de los altos cargos del ejército egipcio. Éstos estaban más ocupados de pelear internamente entre ellos por el poder que de luchar contra el enemigo externo que les venía de frente. Una cosa habitual eran los ataques de celos que les daban a los generales egipcios si el rey de turno nombraban generales de origen extranjero para el ejército egipcio. Esto sucedió, por ejemplo, cuando el rey Hakor contrató al ateniense Cambria como general, o cuando el rey Teo puso al rey espartano Agesilao II al mando de las tropas griegas que luchaban por Egipto.
Un segundo factor clave del que podríamos hablar es la ineptitud de las propias acciones militares de los reyes egipcios. Estas acciones eran vitales, porque de ellas dependía el destino de un país, y seguramente fueron una de las causas que favorecieron la invasión persa de Egipto. Por ejemplo, una cosa que tienen en común las fuentes de conocimiento que tenemos de ese periodo es que todas dejan a Nectanebo II, el último rey local egipcio de la XXX Dinastía, como un cobarde y un inepto que no supo hacer frente a los ataques persas. En tercer lugar, el otro factor clave que yo nombraría sería el factor que también consiguió derrotas muchos siglos después a Napoleón o a Hitler: la división de sus tropas y la lucha en varios frentes a la vez. Y es que los egipcios no solo tenían que luchar contra los persas por vía terrestre, sino que también tenían que defenderse de los ataques de la flota naval persa, con el objetivo de aprisionar y arrinconar a los egipcios en un movimiento en pinza.
El que los persas atacaran por el mar era un gran problema para los egipcios por un gran motivo: ante la falta de recursos financieros, Nectanebo II había sacrificado parte de la flota naval que había creado el rey anterior, Teo, para aumentar su contingente militar por tierra, de modo que tendría en torno a 100 000 combatientes en tierra (unos 60000 egipcios y unos 40000 mercenarios extranjeros).
FACTORES EN CONTRA DE PERSIA
Sin embargo, no todo era malo para los egipcios y bueno para los persas. El imperio persa se encontraba a mediados del siglo IV a.C. en luchas internas, incluso en el seno de la dinastía real, los aqueménidas. La reina Parisatis, esposa de Artajerjes I de Persia, había hecho envenenar a una de sus nueras, la reina Estatira, que se había casado con Artajerjes II, uno de sus hijos. Como consecuencia de esta conspiración palaciega, murieron tres de los hijos de Artajerjes II, con lo que accedió al trono el que sería Artajerjes III, el rey persa que finalmente conquistaría Egipto en el 343 a.C. tras una quincena de años reinando ya en Persia (reinó entre el 358 y el 338 a.C.).
Por tanto, para sintetizar un poco con tanto nombre persa, podemos decir que, mientras el Imperio Persa se desangraba auto destruyéndose a sí mismo (perdieron el control sobre sus dominios en Asia menor), los egipcios tomaban un respiro, un breve descanso, para preparar mejor la defensa de su territorio ante la embestida persa.
LA SEGUNDA CONQUISTA PERSA DE EGIPTO
Como ya he indicado anteriormente, la segunda conquista persa de Egipto fue llevada a cabo por Artajerjes III de Persia. Tras una fracasada primera expedición en el 351 a.C., Artajerjes reunió de nuevo todo su potencial militar y se concentró en la conquista de Egipto. Como sucedió la primera vez, la insuficiente flota egipcia y los 100 000 hombres al servicio de Egipto no pudieron hacer mucho contra los 300 barcos persas que atacaban por el mar y los 300 000 hombres que atacaban por tierra. A causa del desprecio que sentían muchos hacia Nectanebo II por su favoritismos hacia el sacerdocio, muchas de las ciudades egipcias se rindieron sin presentar mucha resistencia, lo que se tradujo en una conquista rápida del territorio egipcio.
Como suele suceder cuando se tiene un ejército de mercenarios, éstos solo son leales a quien más les pagan. Una vez que Egipto se veía que no podría hacer frente a esta embestida, los mercenarios griegos cambiaron de bando y lucharon a favor del imperio persa, ayudando a conquistar el territorio que antes habían contribuido a defender. Gracias a ello, los persas dominaron ese mismo año todo el Bajo Egipto. Ante esta situación, el depuesto rey Nectanebo II huyó al Alto Egipto, donde parece ser que siguió intentando reinar hasta dos años después, hasta el 341 a.C., cuando la conquista persa terminó por ocupar todo el territorio egipcio. Tras reconquistar Egipto, Artajerjes III utilizó a estos mercenarios griegos para reconquistar también las posesiones de las que había perdido el control en Asia Menor (para entendernos, mitad oeste de Turquía). De este modo, el imperio persa restauraba todo su imperio, pero le duraría poco, porque unos pocos años después Alejandro Magno conquistaría todo, creando un imperio de una extensión territorial aun mayor.