Artículo escrito por Alberto Castro Villa
Desde tiempos muy antiguos, la necesidad de los líderes de una comunidad o etnia de contar con información sobre lo que hacen o no hacen sus coterráneos y/o los países vecinos fue una constante. Esto se puede ver con mucha mayor claridad a partir de la formación de los llamados “Estados – Nación” en el siglo XVII cuando toda la información requerida que fuera útil para las decisiones que debían tomar las cabezas nacionales comenzaba a considerarse como de vital importancia y su obtención debía ser bajo cualquier costo. De ello dependió en varias ocasiones la supervivencia de algunas naciones.
Y si bien, con el desarrollo de la profesionalización de los ejércitos aparecerían ya durante el siglo XIX los primeros entes dedicados específicamente a la búsqueda y obtención de aquella información vital, no sería sino hasta casi mediados del Siglo XX, durante la Segunda Guerra Mundial que gracias a un historiador estadounidense egresado de Yale y con estudios en Harvard, especializado en historia militar europea, recién esta tarea tomaría carácter científico para obtener un producto purificado y técnico conocido como Inteligencia.
Sherman Kent, que trabajo primero en la Oficina de Servicios Secretos-OSS y posteriormente en la Central de Inteligencia Americana-CIA por más de dos décadas, se dio cuenta de la necesidad del análisis que requiere la información como parte de un proceso que debía arrojar un conocimiento altamente elaborado y objetivo. Para ello utilizó las herramientas metodológicas aprendidas en su profesión, en la búsqueda de un sistema productivo que hiciera posible asimilar todos sus procesos y adecuarlos a un ejercicio crítico, coherente y estratégico de la actividad científica.
En principio, Kent comprendía la importancia de la investigación de las fuentes y su veracidad, cuestión que reiteraba permanente a sus alumnos cuando se desempeñaba como docente en su alma mater. Pero más importante aún para él, era la profundización y evaluación objetiva en la investigación, comprendiéndose esta como el análisis coherente y especial que requiere la labor del historiador para la muestra de sus trabajos, adaptándolo primera y conjuntamente a una matriz de evaluación de fuentes y su tratamiento, en términos de fiabilidad de la fuente y credibilidad de la información. La metodología resultante de todo lo anterior, Kent lo denominó “Ciclo de Inteligencia”, proceso subdividido en fases y que a través de los años ha ido perfeccionándose cada vez más y más.
Pero Kent, no solo se dedicó al estudio del proceso científico de la inteligencia, sino que además, su aporte al planeamiento estratégico militar sería invaluable, elaborando una manera efectiva de estudiar previamente las zonas donde se desarrollarían los enfrentamientos entre las fuerzas propias y adversarias. Para ello, recurrió también metodológicamente a plasmar en estos sectores geográficos, toda la información ya procesada que se tenía sobre el enemigo. Esto se denominó con el tiempo “Preparación de Inteligencia del Campo de Batalla-PICB” que tendría su máxima aplicación y comprobación en el desembarco de Normandía el 06 de junio de 1944. En la actualidad el PICB es una asignatura considerada imprescindible en todos los niveles jerárquicos militares de los centros académicos castrenses del mundo.
LOS HISTORIADORES MILITARES Y EL CICLO DE INTELIGENCIA
Dentro de lo que se mencionó como el Ciclo de Inteligencia, se refirió las fases y sub-fases con que cuenta este proceso. Muchas de ellas, ligadas directamente a la metodología de investigación histórica, sobre todo en lo que concierne a la parte documentaria. Generalmente, a las dos primeras fases se les denomina Orientación del Esfuerzo de Búsqueda y Búsqueda de información. Ambas tienen mayor desarrollo en el trabajo de campo, sin embargo, la segunda atañe también a la investigación de fuentes, tanto primarias (entrevistas, imágenes o documentación actual) como secundarias (base de datos con la que se cuenta, conocida como inteligencia básica). Pero la fase más importante es sin duda, la tercera fase en la mayoría de casos: El Análisis. Este sin duda requiere la experiencia y conocimiento holístico y específico a la vez, del que realizará este paso primordial: El analista. Dentro del análisis, están las sub-fases más complejas como son la evaluación, la integración, la valoración y la interpretación.
Podríamos decir que las cualidades en la experticia y experiencia en su labor del historiador militar, se ciñe al prototipo ideal de analista de inteligencia. Como se había mencionado en artículos anteriores, este profesional historiador actualmente para la ejecución total de su tarea, ya no solo debe servirse de conocimientos doctrinarios o técnicos militares, sino que su capacidad académica debe abarcar conocimientos mutidimensionales que van desde las diferentes ciencias sociales hasta las matemáticas, ligadas a la estadísticas por nombrar un ejemplo. Esta idoneidad se acrecienta por la similaridad metodológica diseñada por Kent y que facilita sin duda alguna, la obtención de un producto de primer nivel acorde a la actualidad y que es solicitado por los niveles estratégicos políticos y militares.
Finalmente la elaboración del producto final, plasmado en documentos finales diversos, se asemeja a los ensayos monográficos producidos por los historiadores militares, y que doctrinariamente se encuentran en los manuales de la Inteligencia nombrado como sus principios y características.
CONCLUSIÓN
El aporte de Kent, como científico social al proceso de la información que tiene como resultado el conocimiento útil para la toma de decisiones en los niveles más alto de los Estados ha sido uno de los más grandes aportes del siglo XX a la humanidad. De esto, se ha desprendido una mucho más compleja asignatura y que es lo que en cierta forma, delimita el comportamiento de las naciones en la comunidad internacional actual: la prospectiva. La inteligencia sienta las bases de esta y permite crear escenarios a futuro sobre hipótesis que se abastecen de inteligencia estratégica. El impacto de la prospectiva en la sociedad y el papel de la inteligencia en esa relación, será motivo de un próximo artículo.
Artículo escrito por Alberto Castro Villa