Artículo escrito por Teodoro Fondón Ramos
Gadir (actual Cádiz), una isla rodeada por el océano situada en el “fin del mundo”, fue para diversos autores grecorromanos el primer enclave fundado por los fenicios en estas tierras del Extremo Oriente. Numerosas fuentes clásicas se hacen eco del esplendor mercantil de esta ciudad, la mayor de todo el Extremo Occidente en época helenística. Las leyendas de fundación de esta ciudad, afamada por los distintos complejos santuáricos y, en especial, por su templo dedicado al dios Melqart, la atribuyen a los tirios y no faltan referencias que relatan el protagonismo de la propia monarquía tiria en la creación de este nuevo centro.
La arqueología gaditana nos ofrece una imagen bastante distinta de la Gadir fenicia de los tiempos arcaicos de las que nos cuentan los relatos de autores grecorromanos. Éstas son discrepancias previsibles debido a que estos relatos (como los mitos de fundación de otras ciudades) narran un pasado que no es verídico, sino que está construido a través de la reinterpretación o incluso de la invención de un conjunto de elementos y de acontecimientos. Parece que Gadir inventó su tradición, su pasado, en un momento tardío, seguramente a partir del siglo VI a.C., en los tiempos en los que la ciudad alcanzó su período de esplendor.
Distinguir el pasado mítico del pasado real de la Gadir arcaica es una tarea sumamente problemática, especialmente por las dificultades con las que se topa la arqueología gaditana. Cádiz, la antigua Gadir, se ha ocupado de forma continuada desde época fenicia hasta la actualidad y hoy es una ciudad densamente poblada. La consecuencia es que las actuaciones arqueológicas que se llevan a cabo están limitadas a poquísimos solares, a aquellos afectados por obras de rehabilitación o de reconstrucción que exige realizar actividades arqueológicas de tipo preventivo. A estas limitaciones urbanísticas debemos añadir que una importante superficie de la isla, que pudo haber estado ocupada en época fenicia, está severamente afectada por la erosión marina. Esta información, conocida desde antiguo, se ha puesto de nuevo en evidencia tras los últimos estudios geomorfológicos que se han efectuado en la antigua isla gaditana.
Estos recientes sondeos han permitido reconstruir la antigua paleografía de la bahía gaditana y conocer el proceso de transformación que experimentaron sus costas entre el 4500 a.C. y el año 1000 d.C. Gracias a estos estudios sabemos que en torno al 1000 d.C., en un tiempo cercano al momento en que se establecen gentes fenicias en estas tierras, Cádiz era una isla. La insularidad de Gadir hasta tiempos históricos recientes la conocíamos ya gracias a estudios paleo-geográficos realizados anteriormente y a antiguas descripciones literarias. Entre estas narraciones contábamos con las de algunos autores romanos que describieron el paisaje de la Cádiz fenicia y lo dibujaron como un archipiélago formado por dos islas principales, llamadas Erytheia y Kotinoussa. Los nuevos estudios geomorfológicos han demostrado, sin embargo, que en torno al año 1000 a.C., estas dos islas ya estaban unidas por un istmo de arena.
Este istmo, o pasillo terrestre, configuraba dos playas interiores, dos excelentes puertos naturales: por el oeste, la playa de la Caleta, una ensenada exterior abierta al océano Atlántico; por el este, una rada interior y protegida, abierta a las aguas de la bahía de Cádiz. La parte más profunda de esta ensenada interior, que por sus características se asimilaba a un Kothon natural, se observaba bajo la actual Plaza de la Catedral, lo que convierte a este lugar en un probable emplazamiento donde pudo estar situado el antiguo puerto fenicio. En el pequeño sondeo efectuado en esta área se han encontrado niveles con cerámicas fenicias muy antiguas, que pueden datarse en el siglo IX o en las primeras décadas del siglo VIII a.C., y que demuestran que, en torno al 800 a.C. o poco después, en el área de la actual Plaza de la Catedral de Cádiz se encontraba uno de los principales fondeaderos portuarios de este enclave fenicio.
Alrededor de este puerto interior encontramos las instalaciones más antiguas hoy conocidas de la Cádiz fenicia. En la “Isla Pequeña”, en las inmediaciones del promontorio de Torre Tavira, sondeos practicados en el solar del antiguo Teatro Cómico han permitido localizar niveles fenicios arcaicos fechados a través de sus cerámicas a finales del siglo IX a.C. o en las primeras décadas del siglo VIII a.C. Unas cronologías muy similares han ofrecido los niveles fenicios más antiguos excavados en la cercana calle Ancha o en la calle Cánovas del Castillo. Estas excavaciones han puesto al descubierto pavimentos de arcilla apisonada y, en algún caso, también muros de tapial. Son espacios donde las vajillas de uso doméstico y los restos de comida son abundantes, y en algún caso, también las evidencias de actividades “industriales” relacionadas con la pesca.
Estas nuevas evidencias arqueológicas apuntan a que en el altozano de Torre Tavira, en las inmediaciones del antiguo fondeadero fenicio, se estableció a finales del siglo IX y en los primeros años del siglo VIII a.C. una pequeña comunidad que, a juzgar por las cerámicas halladas en estos contextos domésticos, pudo estar integrada por gentes de distinta procedencia: fenicios orientales y quizá también de otros ámbitos mediterráneos, grupos tartésicos e incluso algunas gentes sardas. Esta configuración pluriétnica, particularmente visible en los momentos más antiguos, es propia de otros enclaves fenicios, entre los que se incluye la misma Cartago.
El asentamiento fenicio de Gadir parece ser de pequeña extensión. En el área de Torre Tavira, la zona habitada se debió de extender hasta la Calle Solano, donde se han encontrado niveles fenicios que abarcan desde mediados del siglo VIII a.C. hasta el siglo VI a.C. En la orilla opuesta de la rada anterior, muy cerca del antiguo fondeadero, se estableció otro núcleo de población, al menos a partir de las últimas décadas del siglo VIII a.C. En la Calle Concepción Arenal se ha excavado una vivienda con zócalo de piedra, compuesta por estancias rectangulares, que cuenta con hogares y un abundante ajuar doméstica. La ocupación de la casa se ha datado entre finales del siglo VIII y siglo VII a.C., y sugiere la existencia en ese momento de otro espacio residencial fenicio en el actual barrio de Santa María.
Bibliografía
GRACIA ALONSO, F. (2008): De Iberia a Hispania, Madrid, pp. 384-388
Artículo escrito por Teodoro Fondón Ramos, arqueólogo colegiado.
Para saber más
Teodoro Fondón Ramos es historiador y arqueólogo graduado por la Universidad de Extremadura y Colegiado por el Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de la Comunidad de Madrid. Su trabajo no se centra en una línea de investigación concreta, puesto que ha participado en intervenciones arqueológicas muy distintas de periodos tan variados como la prehistoria, la Edad Antigua y la Edad Moderna.