Artículo sobre Mentuhotep II publicado por mí en el número 5 de la revista Egiptología 2.0. Puedes acceder a este artículo, y al resto de la revista, a través de este enlace
¿Quién fue Mentuhotep II?
Nebhepetra Mentuhotep II (2055-2004 a.C.) fue el faraón de la XI dinastía del antiguo Egipto que inauguró el periodo del Reino Medio (2055-1650 a.C.) al reunificar el país tras la división que había supuesto el Primer Periodo Intermedio (2160-2055 a.C., aprox.). Aunque la dinastía se hundiera solo diecinueve años después de la muerte de su fundador, el reinado de Mentuhotep II supuso un incremento tanto en las fuentes de conocimiento disponibles como en el número de edificios construidos y el desarrollo de todas las formas artísticas, lo que es un claro signo de la prosperidad por la que pasaba Egipto en esos años de renacimiento.
La Tumba de los Guerreros
Aunque digamos que el inicio del Reino Medio coincide con el inicio del reinado de Mentuhotep II, a nivel pragmático comenzó en su decimocuarto año de reinado local en Tebas, ya que esos son los años que tardó el soberano en terminar la conquista de todo el Estado, concluyendo la guerra civil contra Heracleópolis. Con la muerte de Merykara, el soberano de Heracleópolis, también muró la resistencia de su reino, ya que su sucesor solo pudo resistir un par de meses el avance y la reunificación inevitable del país en las manos del faraón tebano.
A pesar de que sabemos muy poco de los últimos tiempos de este conflicto civil, conservamos varias pruebas que demuestran la virulencia de la época. En la llamada Tumba de los Guerreros de Deir el Bahari, cerca del complejo funerario de Mentuhotep II, aparecieron los cuerpos sin momificar y envueltos en vendas de sesenta soldados, fallecidos sin ninguna duda en el campo de batalla y luego depositados juntos en una tumba excavada en la roca.
Dado que fueron enterrados en grupo y a la vista del cementerio real, lo que se ha interpretado es que murieron de una forma especialmente heroica, probablemente relacionado con la guerra contra Heracleópolis. Lo más extraordinario de este gran hallazgo es que, gracias a la deshidratación a la que se vieron sometidos, estos cadáveres son los cuerpos mejor conservados que tenemos en la actualidad de todo el Reino Medio.
Por otro lado, tanto la presencia de armas en el ajuar funerario de hombres no relacionados con el ejército, como la representación en estelas funerarias de la imagen del difunto portando armas en vez de otros símbolos propios de su cargo, son signos inequívocos de la inseguridad existente en esos años. Afortunadamente, a medida que la paz y la prosperidad material fueron abriéndose paso en el Reino Medio de Mentuhotep II, estos hábitos fueron disminuyendo la frecuencia con la que aparecieron.
La reunificación en manos de Mentuhotep II
Tras la batalla final del Primer Periodo Intermedio que acabó con la conquista tebana de la ciudad de Heracleópolis y la destrucción de su cementerio real, con el objetivo de hacer desaparecer todo rastro del linaje reinante, a Mentuhotep II aún le quedaba mucho para consolidar el regreso a la normalidad estatal. Por un lado, tenía que recuperar las posesiones egipcias en Nubia, para seguir asegurando la explotación y llegada de los productos de lujo de esta zona; mientras que, por otro lado, por el norte tenía que hacerse con el control de la zona menfita y el Delta, que no tardaron mucho en rendirse a sus pies.
Durante los últimos momentos del Reino Antiguo y durante el Primer Periodo Intermedio, Nubia había sido independiente, regresando a formas de gobierno nativas. A través de diversas fuentes de conocimiento (una inscripción en un sillar de Deir el Ballas o la guarnición asentada en la fortaleza de Elefantina, por ejemplo), sabemos que, en la época en que los ejércitos del faraón cayeron sobre Nubia, existía al menos un linaje de soberanos nativos que controlaban diversas partes de la región. Por otro lado, algunos de los más famosos jefes de expedición de la época fueron Khety, el visir del rey, que patrulló la zona del Sinaí, llevó a cabo misiones en Asuán, y dirigió misiones en Nubia; y el canciller Meru, que controlaba el Desierto Oriental y los oasis.
Unificar el Estado mediante negociaciones y algunas batallas no implicaba que Mentuhotep II estuviera legitimado para ostentar el trono central de Egipto. Por ello, para justificar y legitimar su poder, el soberano realizó una intensa campaña propagandística basada en dos grandes pilares: en primer lugar, modificó en varias ocasiones los nombres de su titulatura, tanto para reflejar mejor sus aspiraciones políticas como para hacer propaganda de sus grandes hazañas. Al principio llevó el nombre Horus de Seankhibtauy, (significa “el que hace vivir el corazón del doble país”), pasando durante la conquista de Heracleópolis al nombre Horus de Neteryhedjet (significa “El divino de la corona blanca”), y acabando con el nombre Horus de Sematawy (significa “Aquel que une las dos Tierras”) al acabar la unificación del país.
Estos cambios de nombre demuestran también los intentos del soberano por convertirse en un dios en vida, anticipándose así varios siglos a los mecanismos ideológicos de los reyes del Reino Nuevo. Esta política de auto divinización se ve reflejada, por poner un par de ejemplos, en dos fragmentos de Gebelein en los que se describe como “hijo de Hathor”, en monumentos de Dendera y Asuán en los que aparece con la corona roja con dos plumas propia de los dioses Amón y Min, o en su templo de Deir el Bahari, en el que se han encontrado pruebas de que intentó ser adorado como un dios en su Casa de Millones de Años. En segundo lugar, buscó en las construcciones de grandes monumentos la legitimidad que tenían para reinar los grandes reyes de la Dinastía XI local en Tebas, como Intef II (2112-2063). Esto consistía en recuperar el estilo artístico propio de los faraones del Reino Antiguo, para conectarse ideológicamente con ellos y presentarse como su heredero.
El nuevo gobierno de Mentuhotep II
Regresar a la unidad del Estado no significó volver a las formas de gobierno y administración del Reino Antiguo. Puesto que Mentuhotep II solo confiaba en los tebanos para las tareas de administración y gobierno, reinó desde Tebas, ciudad que hasta ese momento no había sido una ciudad especialmente importante del Alto Egipto. A pesar de ello, se encontraba en una posición geoestratégica para poder controlar a los restantes nomarcas y a la mayoría de los funcionarios, que pasaron a ser de origen tebano.
De este modo, el cargo principal, el de visir, no cambió, pero sí el de sus subordinados más inmediatos, que pasaron a ser “el supervisor del sello” y “el supervisor de la casa” Mientras que el primero se ocupaba de calcular, recoger y almacenar los ingresos del soberano, el segundo llevaba a cabo los registros adecuados de cada una de las anteriores tareas. Si algo evidencia este cambio en la más alta estructura jerárquica es los orígenes modestos y oscuros del linaje tebano, puesto que ambos puestos eran ya conocidos en el Reino Antiguo, aunque entonces se utilizaban solo para la administración de pequeñas propiedades.
Entre otras cosas, Mentuhotep II también creó el cargo de “gobernador del Bajo Egipto”, que complementaba al ya existente cargo de “gobernador del Alto Egipto” y tenía sus mismos poderes, fortaleció el poder central para aumentar el control sobre los funcionarios, y envió a Henenu, el mayordomo del rey, a buscar madera de cedro al Líbano.
Asimismo, es probable que redujera y restringiera el número y poder de los nomarcas, que habían gozado de plena independencia durante el Primer Periodo Intermedio, y que ahora eran vigilados por los funcionarios de la corte real, que recorrían todo el territorio con regularidad. En este sentido, sabemos de algunos casos paradigmáticos, como el del gobernador de Asyut, que perdió el poder debido a su apoyo a la causa herecleopolitana, o los de Beni Hasan y Hermópolis, que mantuvieron sus puestos como una especia de recompensa del faraón por haber contribuido con sus tropas a los ejércitos tebanos.
Fragmento de un artículo sobre Mentuhotep II publicado por mí en el número 5 de la revista Egiptología 2.0. Puedes acceder a este artículo, y al resto de la revista, a través de este enlace