Introducción
Esparta fue la ciudad más poderosa de la Antigua Grecia durante buena parte de los períodos arcaico y clásico, al ser admirada en tiempos de paz y temida en tiempos de guerra. Esto era en parte porque era diferente de las otras polis. Compartían una serie de instituciones y valores con el resto del mundo griego, como la sociedad patriarcal y politeísta, la mano de obra servil, la agricultura como base de su economía…, pero se diferenciaban en muchos otros aspectos, como en la gigantesca intervención estatal en la vida de los ciudadanos espartanos. Esta interferencia existía en todos los estados griegos, pero en ninguno de manera tan intensa como en Esparta. Veamos ahora cómo eran las instituciones de gobierno de Esparta.
Al igual que por su sistema educativo, Esparta también fue muy admirada entre sus contemporáneos por su forma de gobierno, compuesta de elementos monárquicos, oligárquicos y democráticos, formando lo que intelectuales como Aristóteles llamaron constituciones mixtas. Esto vino dado, entre otras cosas, por el carácter conservador de la mentalidad espartana, la cual ayudó a que no se abandonaran instituciones tradicionales como la monarquía y el consejo de ancianos, incluso cuando otras muchas polis griegas lo abolieron.
El gobierno de Esparta: la diarquía espartana
En Esparta, a la cabeza del gobierno y del poder ejecutivo se encontraban dos reyes, cada uno perteneciente a una de las dos mayores familias de Esparta, los Agíadas y los Euripóntidas. La sucesión a este puesto era hereditaria, y por lo general recaía en el primer hijo nacido tras la ascensión al trono del soberano presente.
Siguiendo este sistema, cuando el matrimonio del rey no producía hijos varones, el rey tenía que tomar a otra esposa que sí le diera hijos varones, para así garantizar la continuación de la línea masculina de la monarquía dual. A pesar de que lo que se pueda pensar en un principio, estos dos reyes tenían la misma autoridad y colaboraban entre ellos, permitiendo así un control recíproco del poder de la monarquía. Además, de ese modo Esparta nunca carecía de un líder que la guiara.
Como los basileus de la Edad Oscura, los reyes de la diarquía espartana ejercían el poder militar, religioso y judicial. Uno de los reyes actuaba como jefe supremo de las fuerzas armadas, mientras que el otro supervisaba los asuntos internos y asumía el mando militar si hiciera falta en sustitución de su homólogo monarca. Según nos cuenta Herodoto de Halicarnaso, esto se hacía así desde finales del siglo VI a.C., para que los dos reyes no fueran a la vez a una batalla y existiera la posibilidad de que murieran los dos. Así, al menos siempre habría un rey que permanecía a salvo en Esparta.
Estos reyes no eran meros testaferros, sino que eran auténticos líderes que potenciaban la eficacia militar del país, ejercían de sumos sacerdotes y presidían todos los sacrificios públicos, y por ello recibían las pieles de los animales sacrificados, doble ración de carne que a los fieles (aunque la ración extra no se la comían, sino que la regalaban en gesto de ostentosidad y generosidad), y el favor especial de los dioses.
El gobierno de Esparta: la gerousía
Los reyes de la diarquía espartana no ejercían una especie de gobierno absolutista ni mucho menos, puesto que compartían sus funciones judiciales con los miembros de la gerousía, es decir, el consejo de ancianos (gerontes). Además de por los propios reyes, esta institución estaba formada por veintiocho varones mayores de sesenta años, que ejercían su cargo con carácter vitalicio. Aunque en teoría podían formar parte de ésta todos los ciudadanos varones, en la práctica la componían los personajes más ricos e influyentes.
Para elegir a sus miembros, se reunía una asamblea, y los candidatos aparecían en un orden determinado por sorteo, de tal modo que los vencedores eran los que provocaran un mayor griterío y aplausos cuando su nombre fuera pronunciado. Para un espartano, ser elegido miembro de la gerousía era el mayor honor que podía haber, ya que era la institución que tenía el poder legislativo: no podía presentarse ninguna propuesta a la asamblea sin haber sido discutida previamente en la gerousía, y ésta podía negarse a admitir una decisión de la asamblea decretando su aplazamiento. Además, hacía las veces de tribunal en los casos de homicidio, traición y otros delitos graves.
Esparta después de la Guerra del Peloponeso
La Liga del Peloponeso
El sentido del humor en la antigua Esparta
LICURGO Y LA GRAN RHETRA
LA GEROUSÍA ESPARTANA
LA ECONOMÍA EN LA ANTIGUA ESPARTA
El gobierno de Esparta: los éforos
Como los espartanos no tenían leyes escritas, más allá de la Gran Retra, la constitución espartana, atribuida a Licurgo, cada año se elegía por aclamación a cinco éforos entre los candidatos varones mayores de treinta años. Estos funcionarios tenían que vigilar la actividad de los reyes y velar por el buen cumplimiento de la legalidad. Juraban cada mes ser fieles y leales a los reyes siempre y cuando fueran honrados y cumplieran las leyes, y tenían el poder de procesarlos y deponerlos si era necesario.
Los éforos eran los garantes de la justicia, por lo que siempre debían acompañar a los soberanos en sus campañas, presidir la gerousía y la asamblea, y encargarse de las relaciones diplomáticas con el extranjero. Asimismo, los éforos ejercían un control absoluto sobre la educación de los jóvenes, al ser ellos los que imponían el férreo sistema educativo espartano. No obstante, para restringir el poder de los éforos, su mandato solo duraba un año, no podían ser reelegidos, y tenían que justificar sus acciones de cara a sus sucesores.
El gobierno de Esparta: la asamblea espartana
La asamblea espartana era el órgano de gobierno al que pertenecían todos los ciudadanos varones mayores de treinta años. Se reunía una vez al mes por la noche, al aire libre, coincidiendo con la luna llena, y no servía para sostener debates como en la ateniense, solo para votar: los ciudadanos escuchaban las propuestas de la gerousía y se limitaban a votar si las aceptaban o las rechazaban, sin mayor discusión. Esto es porque al espartano le enseñaban desde pequeño a obedecer y quedar conforme con las órdenes de sus superiores, así que no había debate posible.
Para concluir, cabe decir que a la hora de la verdad, era la gerousía la que tenía la mayor cuota de poder, y así se fue afianzando después. Eso sí, con el paso del tiempo, los cinco éforos fueron teniendo un poder cada vez mayor sobre los reyes, diseñando muchas veces toda su política exterior. Al final, se calcula que solo un 5% de los habitantes de Laconia tenían derechos políticos, ya que el resto, el 95% restante, eran periecos, mujeres e ilotas, o lo que es lo mismo, personas sin derecho a participar en el futuro de Esparta.
Bibliografía
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