Artículo sobre los campamentos romanos escrito por Rosa Mercado, graduada en Historia.
Los campamentos romanos, una necesidad
Con la llegada romana a partir de la II Guerra Púnica se inició un proceso de expansión y ocupación del territorio que supondría la realización de diferentes contiendas en la Península Ibérica. Algunas de las más destacables que podrían citarse serían la propia II Guerra Púnica, con la incorporación de toda la franja mediterránea; las Guerras Lusitanas (155-139 a.C.) contra los territorios del oeste peninsular; las Guerras Celtibéricas (181-133 a.C.) contra los territorios del centro, o las Guerras Cántabras (29-19 a.C.) en el norte, entre otras.
Características de los campamentos romanos
La necesidad de estas contiendas supuso la necesidad de desplazar grandes contingentes militares, ampliándose dicho requerimiento por los diferentes conflictos internos de pacificación o Guerra Civil. Por un lado tuvo que enfrentarse a las revueltas de los diferentes pueblos indígenas, íberos, lusitanos, celtiberos, entre otros, descontentos por el trato o el control que intentaba ejercer Roma con sus políticas romanizadoras. Por otro lado, la necesidad de hacer frente a los conflictos internos derivados de la gestión de la República como las Guerras Sertorianas, entre el rebelde Sertorio y el dictador Sila, o la Guerra Civil entre Pompeyo y César, que marcaría el inicio de la dictadura de este último.
El desarrollo de las distintas contiendas conllevó la articulación de bastas redes logísticas para la alimentación de los soldados que se componía mayoritariamente por el pan, la polenta, el vino y la carne. También a la construcción de infraestructuras defensivas en el territorio, pudiendo ser campamentos romanos de larga duración, si eran enclaves pensados para durar meses o años, construyéndose con materiales duraderos como la piedra; o campamentos romanos temporales, pensados para estancias cortas o para su rápida construcción durante los desplazamientos de campaña.
Los campamentos temporales eran construcciones defensivas que podían alzarse cada día tras una marcha de entre 20 y 40 kilómetros, siendo desmontados en ocasiones el día siguiente, antes de la reanudación de la marcha. Las estancias de los soldados se componías habitualmente por tiendas, que agrupaban 8 soldados cada una. Estas constituían diferentes ínsulas que articulaban diferentes calles en torno a un cardo y un decumano. El objetivo de esta organización era primeramente la rápida ordenación del campamento, pero lo más importante era que cada contubernio tenía asignado un sitio fijo en todos los campamentos que estos creasen. Haciendo más sencillo la forma de recordar la ubicación y dando cierto cariz de familiaridad a los distintos lugares a los que se desplazasen.
Clasificación de los campamentos romanos
La clasificación de estas fortificaciones se llevaría a cabo en función de los materiales utilizados en su construcción, teniendo en cuenta que estos podían variar según el tipo de territorio en el cual estaban las tropas o las necesidades defensivas del momento.
Una primera clasificación seria aquellas estructuras construidas con madera y tierra, cuyas estancias interiores se fabricaban con materiales perecederos, como la madera. En este tipo de fortificaciones se excavaba el foso, generalmente en forma de V, utilizando la tierra extraída para la construcción de parapetos. El uso de este tipo de materiales en las construcciones interiores marcaría la intención de una ocupación prolongada.
Seguidamente, podrían encontrarse aquellos campamentos construidos con madera y tierra, sin estructuras interiores, ya que habrían sido ocupados por tiendas de cuero o tela. Este tipo de campamento sería de los más difíciles de localizar al no conservar restos de edificaciones. Aun así, en ocasiones el descuido o la necesidad del abandono repentino han permitido conservar las piquetas con las que se clavaban las tiendas.
Otro tipo de estructuras, más propias de los campamentos de larga ocupación, pero que en ocasiones se han podido documentar como campamentos estacionarios, serían los sistemas defensivos construidos con materiales pétreos o perecederos, con estructuras interiores que emplearían este tipo de materiales. Como ya se ha mencionado anteriormente, las condiciones y accesibilidad de los recursos condicionaban el empleo de uno u otro en la construcción de estas fortificaciones.
Por último, se darían los sistemas defensivos construidos con piedras, sin estructuras interiores al haber sido ocupados por tiendas de cuero o tela. Este tipo de campamentos reflejarían la intención de una corta duración por el empleo de este tipo de estructuras interiores. Los campamentos romanos intentaban tener algún tipo de defensa natural como acantilados, ríos o el mar, para intentar que el campamento quedase lo más protegido posible. Además intentaban ubicarse de tal manera que pudiesen controlar y garantizar las diferentes rutas de aprovisionamiento y de agua dulce, para impedir que pudiesen ser sitiados.
La arqueología y los campamentos romanos
La metodología arqueológica para la detección de este tipo de yacimientos se hace mediante el empleo de la prospección, es decir, del análisis exhaustivo del territorio para detectar vestigios constructivos o materiales de restos del pasado. Lo que dificulta la detección de los dos primeros tipos de campamentos al estar construidos con elementos periplos. El hallazgo de militaría como son los glandes de plomo, las flechas, los clavos de las suelas o de las tiendas permiten identificar los campamentos como tal.
Otros elementos como son las cerámicas o la numismática permiten establecer una horquilla cronológica. La abundancia del material metálico en este tipo de fortificaciones permite su estudio a partir de prospecciones geofísicas (mediante el empleo de detectores de metales). La composición de estos, a su vez, posibilita, a su vez, su detección mediante fotografía aérea en la que en algunas ocasiones es posible ver la marca de los fosos o de elementos constructivos.
En conclusión, los campamentos temporales eran un ejemplo del buen funcionamiento del ejército en romano en campaña. En los cuales se ejemplifica la preocupación de la República por la defensa y control tanto del territorio, como de sus unidades. Contando con un canon organizativo de campamento y sobretodo no dejando el avance de las tropas sin protección, pues cada día al finalizar la marcha se levantaban este tipo de sistemas defensivos, ralentizando el ejército en gran medida pero asegurando su avance por los territorios hostiles.
Bibliografía
FERNÁNDEZ, P., (2007): «La conquista de la Península Ibérica por Roma». En: A. MORILLO: El ejército romano en Hispania. León: Universidad de León.
KAVANAGH, E. & QUESADA, F. (2007): «La arqueología militar romana republicana en España: armas, campanas y campos de batalla. Panorama de la investigación reciente». En: A. MORILLO: El ejército romano en Hispania. León: Universidad de León.
MORILLO, A. (2014). «Campamentos y fortificaciones tardorrepublicanas en Hispania. Calibrando a Sertorio». En: F. SALA & J. MORATALLA, edits: Las guerras civiles romanas en Hispania. Una revisión histórica desde la cosetania. Alicante: Universidad de Alicante y MARQ, pp. 35-49.
MORILLO, A. & ADROHER, A. (2014): «Modelos de arquitectura militar e implantación territorial de los campamentos republicanos en Hispania». En: R. MATALOTO, V. Mayoral & C. Rogue, edits: La gestación de los paisajes rurales entre la protohistoria y el período romano. Formas de asentamiento y procesos de implantación (Reunión científica, Redondo-Alandroal, 24-25 mayo, 2012). Mérida: CSIC, pp. 227-252
NOGUERA, J., Principal, J. & ÑACO, T. (2014): «La actividad militar y la problemática de su reflejo arqueológico: el caso del Noreste de la Citerior (218-45 a.C.)». En: F. CADIOU & M. NAVARRO, edits: La Guerre et ses traces. COnflicts et sociétés en Hispanie à l’époque de la conqûete romaine (III-I s.a.C.). Santander: Ausonius, pp. 31-56.
Artículo escrito por Rosa Mercado Guirado, graduada en Historia.
Para saber más
Rosa Mercado se graduó en Historia por la Universidad de Lleida en el año 2016. Estudió el Máster en Arqueología Clásica por la Universidad Rovira y Virgil (ICAC-URV-UAB) de Tarragona. Su principal línea de investigación en el presente fue el uso e importancia de los metales en las sociedades protohistóricas de la península Ibérica. Además, participó en excavaciones arqueológicas de la cultura Ibérica en Cataluña.