El golpe de Estado de Cilón
La segunda mitad del siglo VII a.C. marcó la Historia de la Época Arcaica ateniense con dos acontecimientos trascendentales: el intento de golpe de Estado de Cilón y la creación de la legislación ateniense formulada por Dracón. El primero de ellos sucedió en el año 632 a.C. Cilón, un campeón olímpico que se había casado con la hija de Teágenes, tirano de la vecina ciudad de Mégara, aprovechó el apoyo de éste para apoderarse de la Acrópolis e intentar convertirse en tirano de Atenas. Desgraciadamente para él, los labradores hoplitas del Ática no tardaron mucho en sitiar la Acrópolis, por lo que Cilón y sus partidarios decidieron refugiarse en el altar de Atenea. Cilón y su hermano escaparon abandonando a sus partidarios, los cuales, una vez que empezaron a escasear sus provisiones de víveres y agua, consideraron entregarse a los nueve arcontes a cambio de salvaguardar su vida.
Según cuentan las fuentes (que a partir de aquí tienen más de legendario que de histórico), como no se fiaban de que los arcontes mantuvieran su promesa, los conspiradores ataron una cuerda a la estatua de la diosa, y empezaron a descolgarse por ella. No obstante, la cuerda se rompió, y el arconte Megacles y sus partidarios acabaron matándoles. Muchos pensaron entonces que Megacles había cometido un sacrilegio, por lo que todos los miembros de su estirpe, los Alcmeónidas, fueron desterrados del Ática. A pesar de que el golpe de Estado de Cilón no triunfó, este acontecimiento tendría gran trascendencia en la Historia futura de Atenas, a causa de la importancia de la estirpe de los Alcmeónidas, de la que provendrían personajes históricas tan importantes como Pericles. Es evidente que muchos creían que toda la familia era responsable de los actos de uno solo de sus miembros, y que por eso había que expulsarlos a todos para no provocar la ira de los dioses contra todo el Estado. Esta creencia en la responsabilidad colectiva de un solo individuo es típica en el pensamiento griego, aunque lo que empezó como un sentimiento religioso habría terminado en una rivalidad y una lucha política de las demás facciones aristocráticas por desterrar definitivamente del poder a los Alcmeónidas.
La legislación ateniense de Dracón
En lo que respecta al otro acontecimiento que marcó la Historia de Atenas de la segunda mitad del siglo VII a.C., lo primero que hay que saber es que, aparte de su formulación de un conjunto de leyes para Atenas en el año 620 a.C., nada se conoce de Dracón. Hasta se ha cuestionado en múltiples ocasiones su existencia, puesto que las palabra drakón significa en griego «serpiente», y los atenienses veneraban a una serpiente sagrada que había en la Acrópolis, lo que podría interpretarse como que en realidad eran leyes formuladas por los sacerdotes de la Acrópolis. Aun así, la tendencia mayoritaria entre los historiadores y especialistas es a pensar que se trató de una figura histórica real.
La finalidad de la legislación de Dracón era sustituir a la familia y el parentesco por el Estado como árbitro de la justicia en los casos de homicidio voluntario e involuntario, puesto que, antes de que Dracón recibiera el encargo de revisar y modificar las leyes, los familiares de las víctimas se tomaban la justicia por su mano y se encargaban de vengar la muerte de su pariente. Por ese motivo, en el Ática había santuarios en los que el individuo considerado responsable de una muerte podía refugiarse y ser intocable mientras se llegaba a un pacto, muchas veces monetario, con los parientes de la víctima. Tras el pacto, el pariente más próximo podía presentar un pleito judicial, y era un grupo de magistrados los que tenían que dictar la sentencia correspondiente. Desgraciadamente, se sabe muy poco de las demás leyes de Dracón, excepto que eran muy severas, aplicando hasta penas de muerte para delitos que hoy consideraríamos menores, y que la mayoría de los casos tratados ante los jueces atenienses no tenían que ver con el homicidio.
Asimismo, la legislación de Dracón buscaba también reducir la posibilidad de los magistrados de recibir sobornos o dejarse corromper para facilitar las cosas a una determinada familia. Por este motivo, Dracón se parece a otros legisladores de la Antigüedad que deseaban establecer unos principios de justicia fijos que no dependieran solo de la arbitrariedad y la presunción de honradez de los jueces. A pesar de que con estas leyes judiciales se dio un gran paso, lo cierto es que seguían existiendo los grandes problemas de Atenas: las desigualdades socioeconómicas que provocaban revueltas y disturbios, o el carácter legal de la esclavización por deudas.
Bibliografía
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