Artículo sobre el machismo en los musicales de Hollywood publicado originalmente por mí en la web de La Trova el día 15/05/2018. Puedes acceder a su versión original a través de este enlace.
El machismo en los musicales de Hollywood
Como resulta obvio, el género cinematográfico del musical no pudo nacer hasta que no llegó el cine sonoro. Y de hecho, coincide que la que se cree que es la primera película sonora de la Historia, El cantor de jazz (1927), también es el primer musical. La llamada «edad dorada» de los musicales de cine comprende las décadas de los años 30 y 40, y parte de los 50, lo que no significa que no hubiera grandes musicales a partir de ese momento. Teniendo en cuenta que el contexto histórico de estos musicales responde al Crack del 29, la Gran Depresión, la II Guerra Mundial y la posguerra, es normal que este tipo de películas tuvieran gran éxito, ya que enviaban mensajes positivos y era un medio de escape de la triste realidad.
Los backyard musicals
El mejor caso que busca cumplir este objetivo es el sub género de los backyard musicals de la Metro Goldwing Mayer, protagonizados por dos de las estrellas juveniles de la época, Judy Garland y Mickey Rooney. En estas películas, la pareja protagonista, con la ayuda de sus vecinos, lleva a cabo un espectáculo musical en el barrio residencial en el que viven. En general, el mensaje transmitido era que, con esfuerzo, buen humor y colaboración, cualquier proyecto puede realizarse.
Aunque ambos miembros de la pareja colaboran para sacar adelante el proyecto, la mujer solo se limita a cantar, bailar y apoyar en sus decisiones al hombre, que es el productor, director y compositor de la coreografía y las canciones. Por tanto, Judy Garland representa en estos backyard musicals los dos únicos roles que eran socialmente aceptables para una mujer en el mundo del espectáculo: cantante o bailarina, ya que se suponía que su cuerpo era un espectáculo que debía ser mostrado.
El machismo en Cantando bajo la lluvia
A pesar de que Cantando bajo la lluvia (1952) es uno de los musicales más famosos de la Historia del cine, también tiene elementos claramente machistas en su trama. A lo largo de toda la película, los personajes masculinos crean entre ellos vínculos de amistad y colaboración reflejados en gestos como los apretones de manos de Gene Kelly a otros hombres, y con un objetivo común: transmitir que hay una relación fraternal entre los hombres que les facilita el resolver fácilmente los problemas que se les planteen.
En contraposición, los personajes femeninos protagonistas de la película, los interpretados por Debbie Reynolds y Jean Hagen, son ejemplos claros de estereotipos arquetípicos. El personaje de Hagen, Lina, representa a la mujer malvada, ambiciosa, incompetente y manipuladora, mientras que el personaje de Reynolds, Kathy, representa a la mujer inocente, pura, de gran belleza, tonta, incapaz de vivir sin estar a las órdenes de un hombre... En la película, Kathy es el ejemplo paradigmático de mujer perfecta, ya que reúne todas las virtudes femeninas, en contraposición de las mujeres del entorno de Lina, que son un cúmulo de cualidades negativas.
En el contexto del estereotipo de Lina también se nos presentan otros personajes femeninos negativos: mujeres extravagantes que se han casado varias veces, y chicas que quieren meterse en el mundo del espectáculo ligándose a un director. Kathy también destaca entre las mujeres porque no llama la atención del hombre, no quiere caer en sus brazos a la primera. A pesar de que su personaje rechaza al protagonista desde el principio, la insistencia de éste hace que la mujer se acabe enamorando perdidamente de él, aceptando sumisamente la estructura patriarcal que parecía que rechazaba al principio.
El mejor ejemplo, Siete novias para siete hermanos
Siete novias para siete hermanos (1954) no solo es uno de los musicales más famosos de la década de los 50, sino también uno de los que más nos puede enseñar acerca del trato denigratorio hacia la mujer en el cine musical del Hollywood clásico. Si ya solo su título nos está avanzando sobre que irá esta película, su argumento es del todo esclarecedor: «Los hermanos Pontipee son siete rudos leñadores, todos solteros, que viven en una cabaña en las montañas, a mediados del siglo XIX. Su vida cambia radicalmente cuando Adam, el hermano mayor, encuentra novia en el pueblo y se la lleva a vivir a la cabaña. Los demás hermanos deciden, entonces, hacer lo mismo y van a la ciudad en busca de novia. Tan empeñados están en casarse que no dudan en secuestrar a seis chicas y se las llevan a vivir con ellos.».
Incluso ya en su época, esta película contó con algunas críticas por el marcado carácter machista de su trama, aunque eso no implicó que no se convirtiera rápidamente en un éxito de taquilla y crítica, siendo nominado a 5 Óscar y ganando el BAFTA a mejor película. Tampoco es que en la abiertamente machista sociedad estadounidense de la posguerra sorprenda una película que quiera transmitir al público la idea del hombre dominante que hace lo que quiere cuando quiere y la mujer sumisa que hace todo lo que el hombre le dice sin rechistar.
El destino que les espera a estas mujeres que tan dócilmente se han entregado a unos desconocidos es limpiar, fregar, tejer, cocinar y estar siempre disponibles para estos siete hermanos que se pasan el día peleando y haciendo acrobacias en espectaculares números de baile.
Bibliografía
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Artículo publicado originalmente por mí en la web de La Trova el día 15/05/2018. Puedes acceder a su versión original a través de este enlace.