
Fragmentos de un artículo sobre Imhotep y el faraón Djoser publicado por mí en el nº17 de la revista online Egiptología 2.0. Puedes acceder a la versión original del artículo, y al resto de la revista, a través de este enlace.
El faraón Djoser, el inicio de una era
Al principio de su reinado, el faraón Djoser (2667 – 2648 a.C.) iba a ser enterrado, como sus predecesores de las dinastías I y II (c. 3000 – 2686 a.C.), en una cámara funeraria de ladrillo al fondo de un pozo recubierto por una colina primigenia artificial. La única salvedad era que Djoser no lo haría en Abydos, cercana a la capital de las dinastías tinitas, Thinis, sino que lo haría en Saqqara, cercana a la nueva capital del reino, Menfis. Cabe reseñar que Djoser no fue el primer soberano enterrado en Saqqara, ya que Abydos había perdido su función como lugar tradicional de enterramiento de los faraones hacía unas décadas, sobre el 2750 a.C. Hasta ese momento, Saqqara había servido como lugar de descanso eterno para los altos dignatarios de la ciudad de Menfis, que existía desde los mismos inicios de la historia egipcia.
Antes de Nebka y Djoser, la piedra solo se había utilizado como material de construcción en un corto número de elementos de las tumbas de adobe de los reyes tinitas. Las primeras innovaciones pensadas por el rey y traducidas a la realidad por Imhotep se basaron en que la colina fuera visible sobre el suelo, y no enterrada como las de Abydos, en que contara con una serie de edificios que rodearan la propia tumba, y que ésta se construyera con piedra, en vez de con adobes. Nacía así la idea para la construcción de la primera pirámide de la historia de Egipto.

El recinto de Djoser en Saqqara
El conjunto monumental de Djoser en Saqqara, construido alrededor del 2650 a.C., ocupa una superficie total de quince hectáreas. Está rodeado por una muralla de 1.5 kilómetros de extensión y más de diez metros de altura que cuenta con catorce puertas de acceso falsas y una única puerta verdadera, puesto que fue concebida a imitación de la muralla de adobe del palacio real de Menfis.
El elemento central del recinto es una pirámide de seis escalones que cuenta con una planta de 140×118 metros y una altura de 60 metros, construida con pequeños bloques calcáreos. El cuerpo del rey fue depositado en una cámara monolítica de granito circundada por una red de pasadizos, con muros revestidos de placas vidriadas azules y verdes, y que se construyó muy por debajo del nivel del suelo. A ella solo se puede llegar a través de la galería saíta, construida a los pies del lado sur de la pirámide. Por su tamaño, la pirámide diseñada por Imhotep se convirtió en su momento no solo en la mayor construcción del antiguo Egipto, sino en la mayor construcción jamás hecha por el ser humano.

Imhotep se encargó de que el rey estuviera presente en la superficie también a través de una serie de estatuas colocadas en las proximidades del lugar de enterramiento. Estas figuras de pie muestran a Djoser vestido con la túnica de ceremonia hasta las rodillas que se llevaban en las celebraciones y portando la fronda y el báculo, garantía de su juventud eterna.
Aparte de la pirámide, dentro del recinto funerario Imhotep diseñó un conjunto de edificios que imitan la residencia del faraón en Menfis, para que su hogar también le acompañara en el Más Allá. Todos estos edificios son construcciones macizas únicamente con una entrada, un corredor y sin habitaciones. En la práctica no tienen ninguna función real, ya que estaban destinadas a ser la morada eterna del ka, es decir, la energía vital del faraón difunto.

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Accediendo por la única puerta real, ubicada en el sureste, entramos en el recinto mediante un largo pasillo flanqueado por una doble hilera de veinte columnas acanaladas de más de seis metros de altura. Al pasarlo nos encontramos en el gran patio sur, en cuyo extremo norte se alza la pirámide escalonada. En el otro extremo de este patio se halla la tumba sur, un pozo de 28 metros de profundidad decorado con relieves de Djoser y usado para albergar los vasos canopos del faraón. A ésta se accede a través de una capilla cuyo exterior está decorado con un friso que reproduce cabezas en piedra caliza de la diosa cobra Uadyet, divinidad tutelar del Bajo Egipto. Este gran patio debió ser utilizado como parte de las celebraciones de la fiesta Heb Sed, como prueban los edículos construidos en forma de doble letra D para indicar el recorrido de la carrera ritual del faraón en esta ceremonia.

Al este del gran patio se conserva otro rectangular mucho más pequeño, en el cual tenía lugar la mayor parte de rituales del Heb Sed. En él destacan una serie de capillas cuya función es desconocida, pero que son semejantes a las tiendas ligeras que se erigían para los dioses locales de los distintos nomos en la mencionada fiesta del jubileo real.
A los pies de la fachada norte de la pirámide escalonada hallamos el templo funerario de Djoser, en el que se ha podido estudiar el patio y la sala de abluciones. A su lado está el patio del serdab, llamado así porque en él se encontró una pequeña capilla cerrada y sin puertas destinada a albergar la estatua de grandes dimensiones que representaba al ka del soberano difunto. Por otra parte, en la esquina noreste de la pirámide se ubican las llamadas casa del norte y casa del sur, unos edificios cuya finalidad se desconoce, aunque podrían estar relacionados con la recepción de los tributos de las dos partes del país.
A pesar de su importancia para la historia del antiguo Egipto, el complejo funerario diseñado por Imhotep no está aun estudiado por completo. Tanto las terrazas occidentales −al oeste del patio sur− como el gran patio norte −en el extremo septentrional del recinto− siguen sin ser objeto de una excavación arqueológica. Por un lado, las terrazas occidentales cubren varios pasillos con habitaciones a los lados en los que quizás en el futuro se descubran los almacenes del complejo. Por otro lado, la única construcción identificada en el gran patio norte es un pequeño altar con rampa en uno de sus extremos.

Imhotep no diseñó el complejo funerario de Djoser en Saqqara, incluyendo la primera pirámide de la historia egipcia, como un proyecto meramente arquitectónico. Gracias a los Textos de las Pirámides podemos saber que Imhotep imaginó la estructura de la pirámide como una escalera al cielo que aseguraría el correcto viaje del faraón al Más Allá, lugar donde se reencontraría con su padre divino, el dios Ra, para recorrer juntos el cielo en su barca solar. Cabe destacar que es posible deducir una segunda interpretación simbólica de la pirámide, si tenemos en cuenta que podría ser como un modelo de la colina primigenia donde, según la religión egipcia, el dios Atum había creado el mundo.
Bibliografía
JACQ, C. (2008): Los sabios del antiguo Egipto. La esfera de Libros, Madrid.
PÉREZ LARGACHA, A. (1998): Egipto en la época de las pirámides. Alianza Editorial, Madrid.
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SHAW, I. (2014): Historia del Antiguo Egipto. Ed. La esfera de Libros, Madrid.
WILDUNG, D. (2004): Egipto. De la prehistoria a los romanos. Ed. Taschen, Madrid.
AUTORES, VARIOS (2013): Egipto. National Geographic. Ed. RBA, Barcelona.
Fragmentos de un artículo sobre Imhotep publicado por mí en el nº17 de la revista online Egiptología 2.0. Puedes acceder a la versión original del artículo, y al resto de la revista, a través de este enlace.