Introducción
La Segunda Guerra Civil de la República Romana (49 – 45 a.C.) fue un conflicto que enfrentó a los partidarios de Julio César (los cesarianos) contra los favorables a Pompeyo Magno (los pompeyanos). Aunque el fin último de ambos bandos era obtener la supremacía política en el sistema institucional romano, lo cierto es que la guerra prendió la mecha que haría estallar por los aires la República. En este artículo vamos a ver un breve resumen de los antecedentes, el desarrollo y las consecuencias de la batalla de Dirraquio o Dyrrachium (48 a.C.), una de las mayores derrotas sufridas por Julio César en toda la guerra.
Antecedentes a la batalla de Dirraquio
Tras sus éxitos en Hispania e Italia, Julio César tenía vía libre para viajar hacia el este en busca del enfrentamiento personal directo con Pompeyo. Sin embargo, no podía marcharse así sin más, ya que debía legitimar su posición política en Roma. Por eso, mientras parte de sus tropas se concentraban en el puerto de embarque de Brundisium (la actual Brindisi, en el tacón de la bota italiana), César se detuvo unos días en Roma.
Previamente, en el verano del 49 a.C., el pretor Emilio Lépido (el gobernador cesariano de la ciudad) le había nombrado dictador, lo que le permitía dirigir el proceso electoral para el 48 a.C. Él mismo, junto a Publio Servilio Isaurico, fue elegido para el consulado, y partidarios suyos ganaron el resto de magistraturas. Como era de esperar, las elecciones no fueron reconocidas por los pompeyanos, pero César ya podía afirmar que esos magistrados eran los únicos que contaban con legitimidad y autoridad porque habían sido votados en unos comicios celebrados legalmente.
Una vez aprobadas una serie de medidas económicas y políticas, Julio César dimitió de su cargo de dictador en los últimos días del 49 a.C. y, en calidad de cónsul, se hizo cargo del mando de sus fuerzas en Brundisium. En un primer traslado en enero del 48 a.C., siete de sus doce legiones (unos 15 – 20.000 hombres, aproximadamente) y 500 jinetes (de los 10.000 galos que tenía a sus órdenes) se subieron a las naves de transporte y desembarcaron en la costa del Epiro. Allí, ante la sorpresa de los pompeyanos, extendieron una cabeza de puente hacia el norte hasta la altura de Apollonia. El lugar no estaba lejos de Dirraquio, donde se encontraba el propio Pompeyo con el grueso de su ejército.
Hacia la batalla de Dirraquio
Julio César aprovechó el impacto del factor sorpresa para ofrecer la paz a su enemigo, basada en la disolución de los dos ejércitos y la aceptación del arbitraje del Senado y del pueblo romano. Sin embargo, Pompeyo no aceptó, tanto porque no confiaba en los magistrados cesarianos elegidos como porque creía que tenía superioridad militar. Efectivamente, en ese momento el líder optimate contaba con nueve legiones, miles de jinetes y numerosas tropas auxiliares, de manera que el total superaba los 50.000 hombres.
A pesar de ello, ambos bandos cayeron durante meses en una situación de inmovilidad mutua en la que se mantenían firmes en sus posiciones pero sin lograr ningún avance. César no quería luchar porque se encontraba en inferioridad mientras no pudiera trasladar a las tropas restantes (cuatro legiones y 800 jinetes) que quedaban en Italia capitaneadas por Marco Antonio. En el otro lado, Pompeyo no quiso arriesgarse a un encuentro y se conformó durante un par de meses con usar su flota para boicotear cualquier intento de César por traerse a sus hombres.
Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino
El asesinato de Julio César
La dictadura de Julio César en Roma
La batalla de Munda
La batalla de Tapso
La batalla de Zela
Concretamente, no fue hasta abril del 48 a.C. cuando Marco Antonio logró burlar el bloqueo naval. El aumento del ejército cesariano no fue algo necesariamente positivo, puesto que los problemas de aprovisionamiento, en medio de aquella ratonera, se multiplicaron. Por esta razón, César prescindió de un tercio de sus fuerzas para enviarlas a Macedonia y la Grecia central con la misión de ganar el apoyo de ciudades griegas a su causa.
Desarrollo de la batalla de Dirraquio (48 a.C.)
Finalmente, la batalla de Dirraquio comenzó a principios de julio del 48 a.C. cuando Pompeyo Magno rompió la inmovilidad de los frentes para tomar nuevas posiciones. Entonces, César intentó asediar el campamento enemigo, cercano al mar. Con lo que no contaba el cónsul era con que Pompeyo construyera a su vez un perímetro defensivo de más de 20 kilómetros que obligaba a los cesarianos a hacer un cerco todavía mayor.
Tras un par de semanas de idas y venidas entre ambos contingentes, con miles de muertos en diversos enfrentamientos, el desenlace llegó el 26 de julio del 48 a.C. César movilizó una sección importante de su ejército para atacar a una sola de las legiones pompeyanas, que operaba aislada en ese momento al instalarse en un antiguo campamento abandonado por los cesarianos.
Lo que en principio supuso una gran victoria para el líder popular dio un vuelco de 180 grados cuando Pompeyo Magno envió cinco legiones para ayudar a sus hombres en apuros. Superados en número, los primeros en retroceder fueron los jinetes y después los infantes del ala derecha. Luego, el pánico se extendió por el resto de los hombres y la huida se consumó. Lo único que evitó un desastre total para César es que Pompeyo renunciara a emprender la persecución de los huidos, temeroso de caer en una emboscada.
Consecuencias de la batalla de Dirraquio
Las consecuencias de la batalla de Dirraquio fueron muy relevantes para ambos bandos. Los cesarianos perdieron miles de hombres, no solo en el campo de batalla, sino ejecutados por lugartenientes de Pompeyo después de haber sido hecho prisioneros. En aquellos instantes, las fuerzas de Pompeyo casi duplicaban a las de César, por lo que este se retiró estratégicamente a través del Epiro hacia Tesalia. Con el uso de la fuerza, los cesarianos se abrieron paso hasta la llanura de Pharsalos y allí instalaron su campamento.
Por su parte, la evidente superioridad numérica de sus fuerzas y la reciente victoria hicieron que Pompeyo y sus aliados optimates tuvieran una excesiva confianza en su capacidad para ganar la guerra. Deseosos de asestar un golpe definitivo a la causa cesariana para repartirse el botín y regresar a Roma, apenas un mes después de la batalla de Dirraquio los pompeyanos cometerían uno de los mayores errores de toda la Segunda Guerra Civil romana: enfrentarse a Julio César en la batalla de Farsalia.
Bibliografía
GOLDSWORTHY, A. (2016): César. La biografía definitiva. Madrid: La esfera de los libros.
GÓNZALEZ ROMÁN, C. (1990): La República Tardía: cesarianos y pompeyanos. Madrid: Akal.
OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.
PINA POLO, F. (1999): La crisis de la República (133 – 44 a.C.). Madrid: Síntesis.
RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. (2017): Diccionario de batallas de la historia de Roma. Madrid: Almena ediciones.
ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Cátedra.