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HISTORIAE

Las guerras cántabras

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Introducción

Las guerras cántabras, también conocidas como guerras astur-cántabras, fueron una serie de conflictos que enfrentaron a la Roma de César Augusto contra los pueblos que habitaban al norte de Hispania entre el 29 y el 19 a.C. Por su relevancia como primer gran choque militar del Imperio Romano, en este artículo vamos a hacer un resumen corto de las guerras cántabras para comprender cómo fueron sus principales batallas.

Al norte de los celtíberos, que dominaban el centro de Hispania, se encontraban los astures y los cántabros. Ambos eran pueblos divididos en multitud de grupos diferentes, a menudo basados en comunidades sobre colinas fortificadas, aunque tenían algo en común: no estaban sometidos a Roma. De hecho, pocos ejércitos romanos habían penetrado en sus tierras y ninguno había permanecido allí durante mucho tiempo.

Augusto de Prima Porta, la estatua más famosa del emperador César Augusto
Augusto de Prima Porta, la estatua más famosa del emperador César Augusto (Fuente: Wikimedia Commons)

Causas de las guerras contra cántabros y astures

El poder del emperador Augusto sobre Roma se sustentaba desde el principio en su control de las legiones. A su vez, la lealtad de estas dependía de la consecución de nuevos éxitos militares, sobre todo frente a enemigos exteriores para ampliar o pacificar las provincias romanas.

Más allá de esto, lo cierto es que concluir la conquista romana de Hispania no era una necesidad urgente. En la frontera de los Alpes, o en la provincia adriática del Ilírico (por no hablar de los partos o los britanos), aguardaban misiones más vitales para el futuro de Italia.

Sin embargo, la campaña en Hispania ofrecía suculentos incentivos. Por un lado, el económico: la zona de las actuales Asturias y Cantabria eran ricas en minerales como oro, cobre o hierro, de modo que acceder a la producción y comercialización de estos recursos debía ser muy atractivo. Por otro lado, el político: así Augusto demostraría al Senado romano que estaba dispuesto a cumplir su promesa de restaurar el orden y la seguridad en las provincias colocadas bajo su mando imperial.

Cabe destacar que, antes de que Augusto se trasladara a Hispania, ya se habían dado pasos en las guerras cántabras. Estatilio Tauro y Sexto Apuleyo habían logrado éxitos desde el 29 a.C. en sus respectivas expediciones contra vacceos, astures y cántabros primero, y contra autrigones, vascones y várdulos después. Aun así, la mayor parte del trabajo quedaba por hacer.

Castro defensivo de San Chuis Allande, en Asturias. Típico poblado de las guerras cántabras contra Roma
Castro defensivo de San Chuis Allande, en Asturias (Fuente: Historia National Geographic)

Las guerras cántabras: las campañas de Augusto

Tras una breve estancia en la Galia, Augusto estableció su residencia en Tarraco (la Tarragona contemporánea) en la primavera del 27 a.C. para planificar las guerras cántabras. Lo que quizás no se imaginaba es que lo que a priori parecía una maniobra relativamente fácil de resolver se revelaría como una complicada sucesión de operaciones que se extenderían durante una década y que ocasionarían muchos problemas.

La campaña inaugural del 26 a.C. contó al menos con seis o siete legiones, reforzadas por las correspondientes tropas auxiliares. Los contingentes que debían luchar contra los astures fueron encomendados a Publio Carisio, gobernador de la Hispania Ulterior, mientras que Cayo Antistio Veto, gobernador de la Hispania Citerior, operaría conjuntamente con Augusto en los territorios de los cántabros.

Al abandonar la ciudad, Augusto se dirigió a Segisamo (en la actual provincia de Burgos) y desde allí partió hacia el norte e inició el conflicto. Según parece, dividió su parte del ejército en columnas, cada una de las cuales avanzó hacia las montañas cántabras por un camino diferente. El objetivo era probablemente apoderarse de los pasos principales y someter los más importantes asentamientos fortificados de los pueblos locales.

Estatua a un líder cántabro en Santander
Estatua a un líder cántabro en Santander (Fuente: Wikimedia Commons)

Batallas de las Guerras Cántabras

Los grandes recursos militares desplegados por Augusto no dieron sus frutos con rapidez. El terreno de las operaciones era escabroso y les era desconocido, por lo que sufrieron algunas emboscadas. No obstante, al contrario de lo que se creía hace años, la arqueología ha demostrado que durante las guerras cántabras hubo combates a gran escala, numerosos asedios y enclaves destruidos.

Partiendo de Segisamo, el emperador siguió el curso del río Pisuerga y después el del Besaya hasta alcanzar Vellica. En aquel castro fortificado los romanos encontraron una fuerte resistencia que combatieron incendiando los campos enemigos y tomando al asalto el lugar. En consecuencia, los cántabros se refugiaron en las zonas montañosas más apartadas.

Más tarde en el 26 a.C., el ejército romano avanzó hacia el norte hasta llegar a Aracillum, plaza que soportó el asedio varios meses pero que finalmente fue conquistada y arrasada. Las pérdidas del ejército romano estaban siendo significativas, pero, afortunadamente para Augusto, fueron compensadas por la arribada de una flota venida desde Aquitania que desembarcó tropas en Portus Blendium (hoy Suances) y en Portus Victoriae Iuliobrigensis (el Santander coetáneo).

Tal y como le había sucedido en otras empresas bélicas en el pasado, Augusto enfermó gravemente y tuvo que retirarse a Tarragona, desde donde supervisó las operaciones al mando de Antistio. Los romanos controlaban ahora una serie de puntos de apoyo logísticos en zonas neurálgicas de la región, pero las guerras cántabras tardarían todavía varios años en terminar.

Estela de Zurita, con la imagen de dos guerreros de las guerras cántabras
Estela de Zurita, con la imagen de dos guerreros cántabros (Fuente: Historia National Geographic)

La guerra de los astures contra Roma

Paralelamente a la penetración de Augusto en la tierra de los cántabros, el ejército de Publio Carisio marchó contra los astures. Partiendo de su base operativa en Asturica (Astorga en el presente), en el 26 a.C. las legiones derrotaron a los astures en Bergida (26 a.C.) y los sitiaron y obligaron a rendirse por hambre en el monte Vindius (26 a.C.).

Esta parte de las guerras cántabras también está repleta de historias que prueban la crudeza de un conflicto que no tuvo nada de glamuroso. En el monte Medulio (26 a.C.), un grupo de astures se suicidaron en masa al verse encerrados por un foso de más de veinte kilómetros de longitud construido por los romanos para que no escapara nadie y se rindieran por la hambruna. En la ciudad de Lancia (25 a.C.) fueron rodeados en similares circunstancias, aunque esta vez se rindieron ante la amenaza de un asalto sin cuartel.

De esta manera, los astures se vieron progresivamente obligados a bajar de las colinas y a establecerse en las llanuras controladas por los romanos. Así se creó una división clara del territorio astur en dos zonas geográficamente diferentes: la Asturias augustana en la llanura y la Asturias transmontana más allá de la cordillera.

Jinete cántabro armado a caballo perteneciente a un fragmento de la estela de San Vicente de Toranzo
Jinete cántabro armado a caballo perteneciente a un fragmento de la estela de San Vicente de Toranzo (Fuente: Wikimedia Commons)

El final de las guerras cántabras

A finales del 25 a.C., Augusto declaró que el norte de Hispania ya estaba conquistado y regresó a Roma para realizar una eficaz política propagandística. Sin embargo, pronto se vio que la declaración de victoria final había sido prematura, pues cántabros y astures reanudaron la lucha.

El frente de las guerras cántabras quedó abierto durante seis años y varias campañas más, derivando en una guerra de exterminio. Muchos sitios de las montañas fueron asaltados e incendiados, un buen número de prisioneros atrapados perdieron las manos como escarmiento o fueron esclavizados, otros tantos se suicidaron…

Era tal la resistencia de los pueblos del norte de Hispania que Augusto decidió enviar en el 19 a.C. a su mejor hombre, Marco Vipsanio Agripa, a resolver el problema de una vez por todas. En una efectiva y despiadada operación a sangre y fuego, el general culminó lo que el emperador había empezado siete años atrás.

Monedas emitidas por Publio Carisio durante su etapa en las guerras cántabras
Monedas emitidas por Publio Carisio durante su etapa como general en las guerras cántabras (Fuente: Wikimedia Commons)

Consecuencias de las guerras cántabras

Tras una década de enfrentamientos, las guerras astur-cántabras concluyeron en el 19 a.C. Ahora que toda la península ibérica estaba bajo dominio romano, Augusto consideró imprescindible hacer una reorganización del país. La antigua Hispania Ulterior fue dividida en dos provincias: por un lado, Lusitania, con capital en la recién fundada Emerita Augusta (Mérida), extendida por la fachada atlántica y el oeste peninsular y bajo gobierno del legado imperial; por otro lado, la Bética, que fue cedida al Senado y que adoptaría Corduba (Córdoba) como capital de unas tierras ubicadas en el sur.

La Hispania Citerior —que a partir de ese año comenzó a ser denominada Tarraconense en referencia a su capital, Tarraco— abarcaba desde lo que hoy es Galicia hasta Cartagena, incluyendo todo el este y centro peninsular, y quedaba bajo el mandato directo del emperador Augusto.

Por último, en lo que respecta a los recursos humanos, cabe decir que las siete legiones que operaron hasta el final de las guerras cántabras en el norte de Hispania fueron reducidas a tres. Algunos de esos hombres no volvieron a Italia, sino que fueron recompensados con fértiles tierras de cultivo en Lusitania, sobre todo a orillas del río Guadiana. La pacificación de Hispania le había costado a Augusto sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, pero ya podía disponer de ella para explotarla económicamente y convertirla en una de las joyas de la corona del Imperio Romano.

Extensión aproximada de las provincias de Hispania en el año 17 a.C. tras el final de las guerras cántabras contra Roma
Extensión aproximada de las provincias de Hispania en el año 17 a.C. (Fuente: Wikimedia Commons)

Bibliografía

BARCELÓ, P.; FERRER MAESTRO, J.J. (2016): Historia de la Hispania Romana. Madrid: Alianza editorial.

EVERITT, A. (2008): Augusto, el primer emperador. Navarra: Ariel.

GOLDSWORTHY, A. (2014): Augusto. De revolucionario a emperador. Madrid: La esfera de los libros.

RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. (2017): Diccionario de batallas de la historia de Roma. Madrid: Almena ediciones.

ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2020): Historia de Roma II. El Imperio Romano. Barcelona: Cátedra.

Resumen
Las guerras cántabras (29 - 19 a.C.): la conquista del norte de Hispania
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Las guerras cántabras (29 - 19 a.C.): la conquista del norte de Hispania
Descripción
Resumen de las guerras cántabras contra la Roma del emperador Augusto y el general Agripa, abordando sus historia, sus grandes batallas y sus consecuencias
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Comentarios (4)

Debió de ser terrorífico… Diezmados, mutilados, seguramente poco trato caballeroso con el género femenino. El horror. Ahora visitamos sus excelentes obras arquitectónicas construidas con sangre y terror… Esquilmando los recursos de la tierra. Provocando guerras… Al final los imperios se parecen…

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Clunia no está en Coruña del Conde sino en Peñalba de Castro

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Buenas.

Agradecer este tipo de artículos que nos ayudan a conocer la Historia, y más la nuestra.

Lo que si, rogaría actualizaran ciertos hechos y revisar ciertos tópicos ya desfasados, pues cada vez hay más pruebas de ello.

Como ejemplo, como llamaran los romanos a astures, cántabros, etc, no es acorde a la distribución geográfica actual. Téngase en cuenta por ejemplo los nuevos datos aportados por proyectos multidisciplinares como romanarmy.eu, que prueban que la ocupación de Galicia no fue un paseo.

En relación a eso, el Monte Medulio se entiende situado en Galicia (o el territorio de la antigua Gallaecia).

Reitero la enhorabuena por el blog

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