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HISTORIAE

Tarento, una colonia espartana en Italia

Introducción

La evolución de la expansión del poder de Roma en Italia durante la República Temprana fue realmente espectacular. Al terminar las guerras samnitas, más de la mitad de la península italiana se encontraba ya bajo el yugo de Roma de distintas formas, desde tratados de «amistad» hasta el control directo. Una vez que se acabó con los samnitas, los romanos fijaron su vista en un nuevo objetivo: las ciudades griegas del sur de Italia. Éstas rápidamente comprendieron quién tenía la posición dominante y se pusieron bajo la protección romana. No obstante, no pasó lo mismo con Tarento, la colonia griega más importante de la Magna Grecia.

Mapa de las principales ciudades del sur de Italia, incluyendo Tarento
Mapa de las principales ciudades del sur de Italia (Montero y Pinna, 1990)

Tarento, protectora de la Magna Grecia

Tarento, la única colonia griega fundada por Esparta a finales del siglo VIII a.C., era la ciudad más próspera del extremo sur de la península italiana. Gracias a su potente ejército y a su imbatible flota, dominaba todo el golfo homónimo y gran parte de la mitad sur peninsular. Por el contrario, las otras ciudades griegas sufrían continuas presiones de sus vecinos sabélicos, lucanos y brutios. Hasta el momento, sólo Tarento se mantenía a salvo y estaba en condiciones de ofrecer protección a las demás ciudades griegas debido a la utilización de mercenarios.

Roma y Tarento mantenían una relación cordial, puesto que ambas ciudades tenían enemigos comunes. Incluso habían firmado un tratado de alianza no solo para contener a estos pueblos bárbaros a ojos romanos sino para impedir los avances democráticos en sus respectivas ciudades. Sin embargo, todo cambiaría en el año 282 a.C.

Turios, una colonia griega fundada por atenienses en el golfo de Tarento, estaba siendo amenazada por los lucanos. Al verse sobrepasados, sus habitantes acudieron a Roma en busca de protección, lo que rompía la larga tradición de las ciudades griegas de pedir ayuda a la ciudad de Tarento. Pronto, otras ciudades como Locres y Rhegion (extremo suroeste de la península), ante el avance de los brucios y mamertinos, solicitaron la misma ayuda. En Roma, la élite política vio esta serie de conflictos como la oportunidad perfecta para intervenir en el sur, por lo que se enviaron tropas que liberaron la ciudad de Turios y establecieron allí una guarnición permanente.

Fresco de una tumba de mediados del siglo IV a.C. en Paestum en la que sale representado un jinete lucano, aliado de Tarento
Fresco de una tumba de mediados del siglo IV a.C. en Paestum en la que sale representado un jinete lucano

Cabe destacar que las crecientes intervenciones de Roma en el sur no se habrían llevado a cabo de no ser por la muerte de Agatocles, tirano de Siracusa (Sicilia). Después de conquistar a los cartagineses la mitad oriental de la isla, había extendido su influencia directa sobre las ciudades de la Magna Grecia. La obra conquistadora de Agatocles se interrumpió en el 289 a.C. por su inesperada muerte, lo que permitió a Cartago recuperar su hegemonía en la isla y a Roma el poder intervenir en el sur de Italia sin problemas.

El malestar creado en Tarento se incrementó cuando poco después una flota romana de diez naves apareció en el golfo. Esta incursión transgredía flagrantemente un tratado amistoso según el cual Roma no podía pasar más allá de la ciudad de Crotona, en territorio de los brucios. Como consecuencia, la flota fue hundida y la guarnición romana de Turios fue obligada a abandonar la ciudad. De este modo, Roma ya tenía la excusa perfecta para justificar la guerra abierta contra Tarento.

Tarento contra Roma: el origen de las guerras pírricas

A pesar de que se les unieron samnitas y lucanos, en Tarento sabían que no disponían de fuerzas armadas suficientes para destruir a Roma. Por ello, siguiendo precedentes de épocas pasadas, una embajada fue enviada a Grecia en busca de ayuda de Pirro, rey del Epiro. En total, se estima que las fuerzas epirotas que llegaron a Italia en el año 280 a.C. pudieron alcanzar los 16.000 hombres, a lo que hay que sumar 20 elefantes. Mientras, el cónsul romano Valerio Levino instaló guarniciones militares en todas las ciudades griegas unidas a la causa romana, como Rhegion, Locres y Turios. Comenzaban así las Guerras Pírricas, la sucesión de batallas libradas entre el 280 a.C. y el 275 a.C. que coronarían a los romanos como los dueños indiscutibles de la península italiana.

Busto de Pirro, rey del Épiro y aliado de Tarento, encontrado en Herculano
Busto de Pirro, rey del Épiro, encontrado en la villa de Papyri, en Herculano (Fuente: Arrecaballo)

Bibliografía

CAMPBELL, B. (2013): Historia de Roma. Desde los orígenes hasta la caída del Imperio. Barcelona: Crítica.

CONNOLLY, P. (2016): La guerra en Grecia y Roma. Madrid: Desperta Ferro ediciones.

MONTERO, S.; MARTÍNEZ PINNA, J. (1990): La conquista de Italia y la igualdad de los órdenes. Madrid: Akal.

NOVILLO LÓPEZ, M.A. (2012): Breve historia de Roma. Madrid: Nowtilus.

ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Ediciones Cátedra.

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