Introducción
Se conoce con el nombre de Guerras Púnicas a la larga serie de conflictos que enfrentaron a Roma y Cartago durante más de un siglo, concretamente entre el 264 y el 146 a.C. La gran duración de las Guerras Púnicas a lo largo de 118 años no fue continuada e ininterrumpida en el tiempo, sino que se dividió en tres fases distintas: la Primera Guerra Púnica (264 – 241 a.C.), la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.) y la Tercera Guerra Púnica (149 – 146 a.C.). En esta entrada vamos a ver cómo fue la particular odisea de Asdrúbal Barca para tratar de reunirse con su hermano Aníbal en Italia.
La amenaza de Asdrúbal Barca
Tras su derrota en la batalla de Baecula (208 a.C.), Asdrúbal Barca reunió tantos efectivos como pudo y los dirigió en dirección norte hacia el valle del río Tajo para empezar su larga marcha hacia Italia. Era una acción que Aníbal llevaba esperando desde hace años, a la vista de la escasez de grandes éxitos que estaba teniendo y la indiferencia de los líderes de Cartago.
Para salir de la península, se cree que Asdrúbal siguió una ruta muy similar a la de su hermano, aunque no sufrió tantas bajas y tardó menos tiempo porque no se vio tan acosado por las tribus locales de los lugares por los que pasó. Quizás contribuyó a ello el que se dedicara a gastar oro a manos llenas para contratar mercenarios entre las tribus galas. Por su parte, Escipión el Africano no intentó impedir esta huida. Incluso después de que Asdrúbal abandonara la península, el general romano todavía contaba con un número de fuerzas inferior a las que poseían los cartagineses.
La llegada de la noticia de la marcha de Asdrúbal hizo cundir el pánico en Roma. A pesar de sus recientes triunfos, los romanos eran conscientes de que llevaban una década luchando en su propio territorio contra Aníbal y aun no lo habían vencido definitivamente. Por lo tanto, si ambos hermanos conseguían unirse, podría ocurrir otro desastre colosal a la altura de Cannas.
Ante este panorama tan desolador, en el año 207 a.C. son elegidos para cónsules dos grandes militares, Cayo Claudio Nerón y Marco Livio Salinator. Mediante un esfuerzo descomunal, se logran movilizar nuevamente todas las reservas disponibles. Así, los romanos consiguieron equipar unas veinte legiones, las cuales, aunque no todas poseen la experiencia y combatividad necesaria, sí forman una imponente barrera para detener al ejército púnico.
Asdrúbal Barca en Italia
Gracias a los mercenarios contratados durante su marcha hacia Italia, el ejército de Asdrúbal al llegar a la península reunía a más de 30.000 soldados. Sin embargo, la proyectada reunión con su hermano fracasó rotundamente, puesto que los mensajeros que Asdrúbal mandaba a su hermano siempre eran interceptados por los romanos. Para tratar de facilitar la llegada de noticias, Aníbal se mueve desde el sur a Apulia, en el centro de Italia, al tiempo que su hermano camina hacia el sur por los Apeninos.
Consecuencias de las Guerras Púnicas
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.)
Causas de la Tercera Guerra Púnica
Roma contra Antíoco III el Grande
Consecuencias de la Segunda Guerra Púnica
La batalla de Zama
Los cónsules romanos, que controlan todos los movimientos de los hermanos, concibieron un ingenioso plan para evitar su reunión y debilitarlos en batalla: para despistar a Aníbal, Cayo Claudio Nerón finge emprender una expedición hacia el sur de Italia, cuando en realidad se dirige a marchas forzadas hacia el norte para unificar sus fuerzas con las legiones de Marco Livio Salinator y el pretor Lucio Porcio Licino en Sena Gallica (a menos de 100 kilómetros de la actual ciudad de San Marino). Finalmente, Aníbal caería en la trampa y Asdrúbal Barca se vería obligado a luchar solo contra los dos cónsules en la última batalla de su vida, la batalla del río Metauro.
La muerte de Asdrúbal Barca: la batalla del Metauro (207 a.C.)
En junio del 207 a.C. tuvo lugar la batalla del Metauro, que no solo implicó una tremenda derrota del ejército cartaginés sino que supuso la muerte de Asdrúbal Barca. A pesar de la escasez de fuentes sobre esta crucial batalla, podemos intentar reconstruirla paso a paso. Los romanos alcanzaron a Asdrúbal cuando éste había comenzado a levantar un campamento en una colina que dominaba el río Metauro, causando el abandono de estas tareas para desplegarse en línea de combate. La batalla fue más caótica que la de los primeros años de Aníbal en la península debido a la irregularidad del terreno y la escasez de espacios abiertos, por no hablar de la premura de ambos bandos en formar sus líneas.
El cónsul Nerón mandaba el ala derecha del ejército, parece ser que con su propia infantería y caballería, mientras que el pretor Licino tomó el centro y el cónsul Salinator el ala izquierda. En el otro bando, Asdrúbal Barca situó sus elefantes (entre diez y quince, según las fuentes) por delante del centro de su ejército, al tiempo que ubicó a las tropas hispanas a la derecha y a las galas a la izquierda.
La batalla del Metauro comenzó en el momento en que Asdrúbal Barca lanzó su ataque principal contra el cónsul Salinator, que había salido a su encuentro junto a su ala izquierda. A su vez, por la derecha los romanos no podían ni abrirse paso hacia la posición de los galos ni franquearlos, de modo que no había ventaja para ninguno de los bandos. No obstante, todo estaba a punto de cambiar.
Tomando consigo un número considerable de hombres de su ala, el cónsul Nerón pasó por detrás de la línea de vanguardia romana, rodeando la parte más extrema del flanco derecho del enemigo. A continuación atacaron a los españoles, cambiando la situación decisivamente a favor de los romanos. De esta manera, la derecha y el centro púnicos se hundieron y empezaron a huir ante esta arremetida inesperada. Al darse cuenta de que la batalla estaba perdida, Asdrúbal Barca se precipitó con las armas en la mano contra un destacamento romano y murió luchando heroicamente. Poco despuñes, los romanos arrollaron a todo el ejército enemigo y arrasaron su campamento.
Las consecuencias de la batalla del Metauro no se hicieron esperar. Los romanos no solo habían obtenido la primera gran victoria militar de la guerra en suelo italiano, sino que habían impedido que el debilitado Aníbal resurgiera de sus cenizas. En contraposición, Aníbal no solo había perdido la última posibilidad de vencer a Roma, sino que tuvo que ver cómo le traían ante sus pies la cabeza decapitada de su hermano.
Bibliografía
BARCELÓ, P. (2019): Las guerras púnicas. Madrid: Editorial Síntesis.
BARCELÓ, P. (2000): Aníbal de Cartago. Madrid: Alianza editorial.
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