Introducción
La batalla de Zama fue un combate librado el 19 de octubre del 202 a.C. entre las fuerzas del líder cartaginés Aníbal Barca y las tropas del general romano Publio Cornelio Escipión el Africano. Tanto por el número de efectivos que lucharon como por la trascendencia que tuvo para sus protagonistas, este uno de los enfrentamientos más importantes no solo de la Segunda Guerra Púnica (218 – 202 a.C.), sino de toda la Antigüedad. Por esos motivos, en esta entrada vamos a ver un breve resumen de la batalla de Zama (202 a.C.) para descubrir sus causas, el desarrollo de las estrategias militares de ambos bandos y las consecuencias que tuvo tanto para su ganador como para su perdedor.
El mapa de la batalla de Zama (202 a.C.)
Una vez que Aníbal llegó a África estableció su campamento en Hadrumeto, al sur de Cartago. Presionado por el gobierno cartaginés para que entablara batalla, reforzó su ejército con nuevos efectivos y partió hacia Zama, a cinco días de marcha al oeste de Cartago.
Ambos ejércitos, separados por solo unos seis o siete kilómetros, acamparon en sendas colinas al oeste de Zama. El día previo a la gran batalla supuestamente se produjo un hecho sin precedentes: los comandantes de ambos ejércitos, Aníbal Barca y Escipión el Africano, tuvieron una entrevista personal. Los historiadores Polibio y Tito Livio tienen cada uno su propia versión acerca de lo que se habló en este encuentro entre titanes, pero, casi con toda seguridad, no podemos atribuirle ninguna fiabilidad. Es más, ni siquiera podemos afirmar con certeza que dicho encuentro se realizara.
Antes de conocer la disposición de las fuerzas de cada bando en el mapa de la batalla de Zama, hay que detenernos brevemente en el tamaño de cada ejército, ya que, a pesar de ser una de las batallas más importantes de la Antigüedad, no contamos con cifras exactas totalmente fiables. Si tenemos en cuenta los hombres que dejó atrás para continuar el asedio de Útica y los que se sumaron gracias a los refuerzos de Masinisa llegados en el último momento, el ejército romano de Escipión el Africano en la batalla de Zama habría alcanzado un total de 30.000 infantes y 6000 jinetes. En el otro lado de la balanza, las fuerzas cartaginesas quizás ascendían a 40.000-45.000 hombres en total, a los que habría que sumar los ochenta elefantes africanos traídos de la zona del Atlas.
Si pudiéramos contemplar un vídeo de la batalla de Zama visto desde arriba, veríamos cómo los ejércitos en combate se distribuyeron de la siguiente manera. Escipión reunió a la caballería romana e italiana en el ala izquierda a cargo de Gayo Lelio, mientras que la caballería númida de Masinisa ocupó el ala derecha. En el centro se encontraban en primera línea los velites (infantería ligera), seguidos por las legiones y las alae de aliados en la formación triplex acies (hastati, principes y triarii) de siempre, aunque con una ligera variación. En lugar de ubicar a los soldados al tresbolillo (es decir, de manera que cada fila ocupara los huecos de la anterior, como en una murga o chirigota de carnaval), éstos formaron inmediatamente unos detrás de los otros, creando amplios pasillos para canalizar el ataque de los elefantes.
La estrategia de la batalla de Zama empleada por Aníbal comenzaba con los elefantes, que formaban una línea por delante del ejército con la función de desordenar las líneas romanas al principio de la batalla. Detrás, el general púnico dividió a su caballería entre las dos alas, de modo que los númidas se enfrentarían a Masinisa y los cartagineses y los de otras nacionalidades lo harían ante Lelio. En el centro, la infantería estaba dividida en tres unidades similares a las romanas: la primera, formada por ligures, galos, honderos baleares y algunos númidas, supervivientes del ejército de Magón Barca; la segunda, compuesta por tropas libias y ciudadanos de Cartago que acudieron a defender su ciudad; la tercera, unos doscientos metros detrás de la segunda, la integraban los veteranos de Aníbal en Italia.
Desarrollo de la batalla de Zama: Escipión vs. Aníbal
La batalla de Zama comenzó con la carga de los elefantes cartagineses, y ya ahí surgió el primer contratiempo para Aníbal. En la zona izquierda, muchos de estos animales, atrapados recientemente y mal entrenados, se asustaron con el sonido de las trompetas y gritos de guerra y retrocedieron, desordenando las filas de la caballería númida. Al otro lado del campo de batalla, Masinisa aprovechó la oportunidad y cargó de inmediato, poniendo en desbandada a toda la caballería y lanzándose a su persecución.
Entre tanto, los otros elefantes sí avanzaron, pero hicieron pocos daños en las filas romanas gracias a la estrategia previamente señalada. Además, en el ala derecha cartaginesa, también la caballería púnica fue rápidamente derrotada por la romana de Lelio. Así, solo en esta primera fase del desarrollo de la batalla de Zama, Aníbal había fracasado en el ataque de los elefantes y había perdido a sus dos alas de caballería. Ahora todo quedaba en manos de la infantería.
Consecuencias de las Guerras Púnicas
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.)
Causas de la Tercera Guerra Púnica
Roma contra Antíoco III el Grande
Consecuencias de la Segunda Guerra Púnica
Escipión y la invasión romana de África
Las primeras dos unidades de la infantería púnica seguramente habían empezado a avanzar en el momento en que atacaron los elefantes, mientras que la tercera se mantuvo inmóvil a las órdenes directas de Aníbal. Por su parte, la infantería romana avanzó para enfrentarse al enemigo una vez que las bestias dejaron de ser un problema. Cabe destacar que ambos contingentes caminaban ruidosamente, con los hombres gritando, chocando las armas con los escudos y haciendo sonar las trompetas.
El choque de las dos líneas fue brutal y la oposición cartaginesa fue feroz, pero poco a poco los disciplinados legionarios romanos comenzaron a ganar terreno gracias a la renovación de sus fuerzas por los soldados que les seguían detrás, al contrario de lo que pasó en el bando púnico. Ante la huida de sus compañeros, los veteranos de Aníbal cerraron filas y bajaron las lanzas, forzando a los supervivientes a desviarse a los flancos y reagruparse detrás de ellos. En este momento, en vez de avanzar, Aníbal permitió que los romanos fueran hasta él, esperando que el avance no fuera coordinado debido al terreno que los separaba, cubierto de cadáveres y resbaladizo por la sangre.
Sin embargo, otra vez las cosas no salieron como él esperaba. Para emprender la carga, los legionarios reorganizaron su frente en una sola línea de batalla, con los hastati supervivientes y los principes en el centro y la reserva de triarii veteranos en los flancos. Ambas formaciones, convertidas ahora en sólidas falanges, como si de los antiguos hoplitas se trataran, avanzaron hasta chocar con igual determinación y fuerza.
Durante un tiempo el resultado se veía incierto, pero la balanza finalmente se inclinó hacia el lado romano cuando la caballería romana de Lelio y Masinisa regresó al campo de batalla y ejecutó una maniobra similar a la que su enemigo había usado en Cannas. Al atacar a los púnicos por la retaguardia, los soldados de Aníbal quedaron encerrados sin escapatoria entre las legiones y los jinetes, por lo que se produjo una gran matanza que finalizaría la batalla. Al contemplar esta hecatombe, Aníbal abandonó rápidamente el campo de batalla para regresar a Hadrumeto y luego a la propia Cartago.
Consecuencias de la batalla de Zama (202 a.C.)
Las consecuencias de la batalla de Zama fueron trascendentales y muy diferentes para Roma y Cartago. Si hacemos caso al historiador Polibio, los cartagineses perdieron en la batalla hasta 20.000 hombres, cifra muy superior a los 1500-2000 hombres perdidos por los romanos, por no hablar también de los miles de prisioneros que hizo Escipión.
Si algo demostró la batalla de Zama fue que la legión romana era el instrumento militar más letal de su época. Con su característica mezcla de alta disciplina, aliados y auxiliares relevantes, inteligentes estrategias y gran flexibilidad táctica, la legión romana ya podía vencer a cualquier ejército que le saliera al paso.
La derrota de su ejército dejó a Cartago sin más opciones que pedir la apertura de las negociaciones de paz con Roma. En una demostración de fuerza, Escipión dirigió la flota romana directamente hacia la desprotegida metrópolis para presionarla hacia la rendición incondicional, que no tardó en llegar. A pesar de los traumas vividos en sus primeros años, Roma había ganado la Segunda Guerra Púnica.
Bibliografía
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GOLDSWORTHY, A. (2002): La caída de Cartago. Las Guerras Púnicas 265 – 146 a.C. Ariel Historia, Barcelona
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