Introducción
Se conoce con el nombre de Guerras Púnicas a la larga serie de conflictos que enfrentaron a Roma y Cartago durante más de un siglo, concretamente entre el 264 y el 146 a.C. La gran duración de las Guerras Púnicas a lo largo de 118 años no fue continuada e ininterrumpida en el tiempo, sino que se dividió en tres fases distintas: la Primera Guerra Púnica (264 – 241 a.C.), la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.) y la Tercera Guerra Púnica (149 – 146 a.C.). En esta entrada vamos a ver precisamente cuáles fueron las causas de la Tercera Guerra Púnica entre Roma y Cartago.
Causas de la Tercera Guerra Púnica: Cartago
Desde la firma del tratado de paz en el año 201 a.C., los cartagineses se habían mostrado en todo momento como aliados leales de Roma. Habían suministrado grano a los ejércitos romanos y, cuando estalló la guerra sirio-romana contra Antíoco III, no solo no se pusieron en el bando de Aníbal sino que enviaron la mitad de su escasa marina de guerra para que se uniera a la flota romana.
Sin embargo, en Roma no veían con buenos ojos el auge económico de Cartago en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Púnica. La gestión de Aníbal durante su etapa como máximo cargo público del ejecutivo púnico había permitido el nacimiento de un sistema financiero saneado que implicó el resurgimiento económico y comercial de la ciudad.
Asimismo, el hecho de que el presupuesto público dedicado a actividades militares hubiera caído tan drásticamente había hecho que ese dinero se dedicara mayoritariamente a las obras públicas o la mejora del sistema económico. De esta manera, los romanos tuvieron que ver cómo Cartago no solo no se había hundido en la desesperación y la inactividad tras la guerra, sino que estaba prosperando más que nunca.
Si nos remontamos en el tiempo, quizás la más temprana de las causas de la Tercera Guerra Púnica ocurrió en el 167 a.C. A lo largo de su dilatada vida posterior a la guerra de Aníbal, Masinisa, el soberano númida aliado de Roma, siempre había tratado de robar posesiones a los cartagineses. En estas disputas fronterizas los arbitrajes romanos siempre habían sido favorables a Cartago, pero la situación cambió en el 167 a.C. cuando el Senado romano autorizó al rey númida a apoderarse del territorio de Emporia, al este de Cartago. Este cambio alentó a Masinisa a nuevas agresiones y despertó lentamente en Cartago un viejo resentimiento al observar que su actitud sumisa y fiel no le reportaba ninguna recompensa por parte de Roma.
Causas de la Tercera Guerra Púnica: Roma
A pesar de las notorias injusticias romanas, el sentimiento de oposición a Roma era minoritario, más que nada porque los cartagineses sabían que no tenían ni de lejos el potencial bélico necesario para afrontar una nueva gran guerra contra los romanos.
No obstante, en Roma lo veían justo al contrario. En el año 151 a.C. se cumplieron cincuenta años del final de la Segunda Guerra Púnica, por lo que Cartago dejó de pagarle a Roma la deuda que había contraído en concepto de reparaciones de guerra. A partir de este momento se intensifica en Roma la idea de que Cartago era demasiado próspera y podía concebir planes de revancha en un futuro.
En este sentido, si tuviéramos que señalar a un personaje clave dentro de estas causas de la Tercera Guerra Púnica, este sería Marco Porcio Catón, también conocido como Catón el Viejo. Este prestigioso político, que durante la Segunda Guerra Púnica había luchado en Tarento, la batalla del Metauro y la invasión romana de África de Escipión el Africano, estaba a la cabeza de una influyente lista de senadores que pensaban que Cartago representaba una amenaza muy severa para el futuro de Roma.
La actitud intransigente de Catón comenzó después de una visita que hizo a Cartago en el año 153 a.C. Allí el viejo orador quedó profundamente impresionado por el gran aumento de la riqueza y la población de su enemigo. Por ese motivo, todos los discursos que pronunció en el Senado desde ese año los concluía con la misma frase: «ceterum censeo Carthaginem delenda esse«, es decir, «por lo demás pienso que Cartago debe ser destruida«.
Aunque los partidarios de Catón eran mayoría en el Senado, algunos senadores muy importantes no estaban de acuerdo con su postura, y ello contribuyó a retrasar el inicio de la guerra. Por ejemplo, fue el caso de Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo, primo lejano de Escipión el Africano, que siempre se mostró contrario a cualquier acción violenta contra Cartago con el argumento de que su existencia ayudaba a mantener intactas las virtudes romanas.
Consecuencias de las Guerras Púnicas
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.)
Roma contra Antíoco III el Grande
Consecuencias de la Segunda Guerra Púnica
La batalla de Zama
Escipión y la invasión romana de África
Causas de la Tercera Guerra Púnica: el estallido
La última de las causas de la Tercera Guerra Púnica se desarrolló en África en el 150 a.C. En ese año los númidas de Masinisa (que por aquel entonces tenía ochenta y ocho años) empezaron una vez más a atacar territorio púnico, saqueando las tierras y asediando una ciudad llamada Oroscopa. Los cartagineses, al comprender que no podían esperar obtener justicia de Roma, se tomaron la justicia por su mano e iniciaron un conflicto contra el rey númida.
Por primera vez desde el 201 a.C., Cartago había decidido librar una guerra en suelo africano sin tener en cuenta el arbitraje o la aprobación romana. Finalmente, el general que lideró a los cartagineses en este breve conflicto, Asdrúbal el Beotarca, se rindió y aceptó la intervención de Roma para mediar entre ambos bandos. Sin embargo, las condiciones de paz que Roma quería imponer, cada vez más humillantes y exageradas. hicieron que el gobierno de Cartago decidiera levantarse de la mesa de negociación y prepararse militarmente para declarar la guerra a Roma.
Cuando los romanos declararon la guerra a Cartago en el 149 a.C. pensaban que esta sería una rápida campaña para aniquilar la ciudad, que se encontraba carente de preparación y desarmada. No obstante, la Tercera Guerra Púnica iba a durar tres años debido a que la resistencia de la metrópolis africana fue mucho más dura de lo que cualquier político romano se hubiera podido imaginar.
Bibliografía
BARCELÓ, P. (2019): Las guerras púnicas. Editorial Síntesis, Madrid.
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