Introducción
A finales del siglo II a.C., Roma empezaba a vivir la situación crítica que desembocaría en último término en el final del régimen republicano. Era un tiempo en el que la violencia política, la corrupción y la desigualdad social crecían al mismo ritmo que las riquezas y los nuevos territorios. Uno de los grandes protagonistas de esta etapa tardorrepublicana va a ser Cayo Mario, el general romano que llegaría a ser considerado el tercer fundador de Roma. En esta entrada abordaremos algunos aspectos iniciales de la biografía de Cayo Mario antes del comienzo del enfrentamiento con uno de sus grandes adversarios, Lucio Cornelio Sila.
Biografía de Cayo Mario: Hispania y los tribunados
Cayo Mario nació en el 157 a.C. en el seno de una familia ecuestre acomodada de la localidad de Arpino, a poco más de cien kilómetros de Roma. Al proceder de una familia desconocida en Roma hasta ahora, no sabemos nada de sus primeros años de vida más allá de las anécdotas de su infancia (muy probablemente inventadas) que nos cuenta el biógrafo Plutarco en Vidas paralelas.
Tras servir en el ejército como soldado, Cayo Mario fue destinado a Hispania, donde destacó en el asedio de Numancia junto a Escipión Emiliano. Recomendado por este, se presentó y ganó las elecciones a tribuno militar con un amplio consenso popular para el año 123 a.C. También puede que fuera cuestor en el 121 a.C., aunque no tenemos muchas certezas sobre ello.
Nuestro conocimiento sobre la biografía de Cayo Mario se incrementa a partir del 119 a.C., cuando fue elegido tribuno de la plebe. Durante este año demostró su independencia de criterio al recoger el testigo del enfrentamiento graquiano contra el Senado al mismo tiempo que se ganaba a las clases dirigentes. Prueba de ello es que, con la oposición de los cónsules y el Senado, aprobó una ley que garantizaba el sufragio secreto en todo tipo de elecciones para evitar que los ciudadanos fueran intimidados por el voto emitido. Asimismo, se opuso a una ley que pretendía ampliar los repartos de trigo a la plebe urbana, pues eso habría hecho disminuir los precios del producto en los mercados y con ello los beneficios de los comerciantes.
Más tarde, su condición de homo novus no le valió para ganar las elecciones a ediles del año 117 a.C., pero fue elegido pretor para el año 115 a.C. Durante el año siguiente, como gobernador de la Hispania Ulterior, Cayo Mario luchó victoriosamente contra los lusitanos.
Consulados de Cayo Mario
El ascenso político y militar de Cayo Mario no habría sido posible sin el apoyo e influencia de familias de la alta nobleza como los Cecilios Metelos. De hecho, recordemos que fue Quinto Cecilio Metelo quien le nombró legado (109 a.C.) para su campaña en la guerra de Yugurta. También ayudó que en el 110 a.C. la patricia Julia, tía paterna de Julio César (que no nacería hasta el 100 a.C.), se convirtiera en la esposa de Cayo Mario.
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Tal y como veremos en próximas entradas, nuestro protagonista ostentó el cargo de cónsul siete veces a lo largo de su vida, algo sin precedentes en la historia romana. De hecho, hasta ese momento existía un requisito legal que obligaba a los cónsules a respetar un intervalo de al menos diez años antes de volver a ocupar el cargo. No fue el caso de Cayo Mario, cónsul en el 107, 104, 103, 102, 101, 100 y 86 a.C. Durante estas décadas tuvo que enfrentarse a cimbrios y teutones, a la Guerra Social o de los Aliados y, sobre todo, a la primera guerra civil romana contra Lucio Cornelio Sila.
En el ámbito militar, las reformas de Cayo Mario también le consagraron como una figura de primer nivel en la historia de Roma. Creó un ejército estable, profesional y financiado por el Estado en el que cualquier hombre libre del censo podía formar parte de las milicias. Estas reformas, como ya veremos, permitieron aumentar considerablemente el número de efectivos, lo que a su vez implicaría el aumento de las campañas y guerras en los años siguientes.
La muerte de Cayo Mario
Después de una intensa vida de batallas en múltiples sentidos, Cayo Mario fue elegido para un séptimo consulado en el 86 a.C. Sin embargo, el anciano político apenas pudo disfrutarlo, puesto que murió repentinamente un mes después de acceder al cargo. La historia tradicional decía que en su epitafio rezaba una frase que definía a la perfección su vida: «Odiado por sus enemigos y temido por sus amigos».
El recuerdo de Cayo Mario siguió viviendo después de su muerte en la figura de su hijo, el joven Mario. De hecho, la influencia del padre fue uno de los factores fundamentales que hicieron que este fuera elegido cónsul en el 82 a.C. sin haber hecho cursus honorum previo. No obstante, lo cierto es que Mario el joven no poseía las virtudes de su padre, por lo que no tendría una larga vida…
Bibliografía
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ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Ediciones Cátedra.