Introducción
Se conoce con el nombre de Guerras Púnicas a la larga serie de conflictos que enfrentaron a Roma y Cartago durante más de un siglo, concretamente entre el 264 y el 146 a.C. La gran duración de las Guerras Púnicas a lo largo de 118 años no fue continuada e ininterrumpida en el tiempo, sino que se dividió en tres fases distintas: la Primera Guerra Púnica (264 – 241 a.C.), la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.) y la Tercera Guerra Púnica (149 – 146 a.C.). Mientras en Italia se sucedían las victorias de Aníbal, la Segunda Guerra Púnica en Hispania, con los hermanos Cneo y Publio Cornelio Escipión al frente, constituía un frente totalmente diferente.
A diferencia de la primera, la Segunda Guerra Púnica se extendió por todo el Mediterráneo, desde la península Ibérica hasta Macedonia. Cabe aclarar que la amplitud de este teatro de operaciones fue intencionada, en el caso de de Hispania o el norte de África, y fue inesperada, como en el caso de Macedonia. Allí, el rey Filipo V, nervioso por el aumento de la influencia romana en Iliria, se alió con Aníbal y ello desembocó en el estallido de las Guerras Macedónicas (215/214 – 168 a.C.).
La llegada de Cneo y Publio Cornelio Escipión a Hispania
A pesar de que el teatro de operaciones más importante durante los tres primeros años de la guerra fue Italia, ninguno de los dos bandos estaba dispuesto a descuidar el frente hispano. Una vez que Aníbal marchó hacia los Alpes, los territorios dominados por Cartago en la península Ibérica fueron confiados a uno de sus lugartenientes, Hannón, y a su hermano Asdrúbal Barca. Estos se repartieron respectivamente la región entre el río Ebro y los Pirineos, de reciente conquista, y la que se extendía al sur del mencionado río. Por su parte, el cónsul romano Publio Cornelio Escipión (padre del famoso Escipión el Africano) mandó a Hispania a finales del verano del 218 a.C. a su hermano Cneo Cornelio Escipión al frente de 20.000-25.000 hombres con una misión muy concreta: acabar con las líneas de comunicación y abastecimiento del ejército cartaginés.
Poco después de desembarcar en Ampurias, Cneo Cornelio Escipión avanzó contra las fuerzas de Hannón (integradas, aproximadamente, por 10.000 soldados de infantería y 1000 de caballería) y las derrotó en un lugar llamado Cissa, probablemente cerca de Tarraco (la actual Tarragona). En consecuencia, Hannón fue apresado junto con el equipamiento pesado dejado por Aníbal, y el lugar se convirtió en la base de operaciones del ejército romano en Hispania. De esta manera, los romanos se establecieron con éxito al norte del río Ebro, ganando aliados no solo entre las ciudades griegas de la costa, sino también entre las tribus nativas del interior.
En la primavera del 217 a.C., Asdrúbal reunió un gran número de tropas para organizar una ofensiva contra el enclave romano. Cuarenta naves, la mayoría de ellas quincuerremes, se hicieron a la mar en Cartago Nova y fueron siguiendo la costa hasta enfrentarse a las treinta y cinco naves comandadas por Cneo Cornelio Escipión. Aunque al principio los bandos parecían estar muy empatados, al final el choque se saldó con una clara victoria romana.
Animados por estos éxitos, el Senado decidió enviar a Hispania al hermano de Cneo, Publio Cornelio Escipión, con potestad proconsular. Así, Publio llegó a finales de ese año a la península Ibérica con veinte o treinta barcos de guerra y una fuerza de ocho mil hombres junto con víveres y suministros.
Batallas de Cneo y Publio Cornelio Escipión en Hispania
En un principio, los dos hermanos se dedicaron a afianzar su posición al norte del río Ebro, extendiendo los pactos de alianza con las tribus nativas que desertaban del bando púnico. En la otra cara de la moneda estaba Asdrúbal Barca, afanado en acabar con las rebeliones de las tribus que se habían pasado al bando romano en sus dominios. En el 216 a.C., el líder púnico recibió de Cartago un pequeño refuerzo de soldados y órdenes de hacer una expedición para unirse a su hermano en Italia.
Cuando Asdrúbal empezó a moverse, a principios del 215 a.C., los romanos concentraron sus fuerzas y se le enfrentaron cerca del pueblo de Ibera, identificable con la actual ciudad de Tortosa. El resultado, favorable a los romanos, les permitió no solo rebasar hacia el sur la línea del Ebro, sino también impedir que Asdrúbal pudiera marchar a Italia con los refuerzos necesarios para socorrer a su hermano Aníbal. Además, este triunfo convenció a un mayor número de tribus a abandonar el bando cartaginés y alinearse con los romanos.
La dispar situación de la guerra en sus distintos frentes obligó a los cartagineses a enviar más tropas a Hispania, en especial las fuerzas a las órdenes de Magón Barca que estaban destinadas en un primer momento a Italia. En contraposición, la realidad romana en Italia en los años posteriores a la batalla de Cannas impidió enviar muchos refuerzos a los hermanos Escipión. Sin embargo, eso no favoreció demasiado a los púnicos, que tenían sus propios problemas para suprimir las rebeliones y proteger a sus aliados.
Consecuencias de las Guerras Púnicas
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.)
Causas de la Tercera Guerra Púnica
Roma contra Antíoco III el Grande
Consecuencias de la Segunda Guerra Púnica
La batalla de Zama
Muerte de Cneo y Publio Cornelio Escipión
Las campañas y batallas que se dieron en Hispania en los años siguientes a la batalla de Ibera son relativamente desconocidas por la escasez y poca fiabilidad de fuentes de conocimiento. De hecho, solo conocemos bien la reconquista de Sagunto (213-212 a.C.), que fue devuelta a sus antiguos pobladores. Esto forma parte de una tendencia general en la guerra, ya que los trece años que pasó Aníbal Barca en Italia después de su victoria en Cannas son mucho más desconocidos que los tres primeros.
En el 211 a.C., Cneo y Publio Cornelio Escipión decidieron emprender una ofensiva importante motivados por los movimientos de sus enemigos. Dos de los ejércitos púnicos, mandados por Magón Barca y Asdrúbal Gisgo, habían conseguido reunirse y se encontraban solamente a cinco días de marcha de los romanos, y el tercero, el de Asdrúbal Barca, se encontraba con sus tropas aun más cerca.
Los dos hermanos avanzaron juntos una parte del camino, pero después cometieron el fatal error estratégico que al final les costaría la vida: se separaron. Publio tomó una parte del ejército para enfrentarse a Magón y Asdrúbal Gisgo, mientras que Cneo tomó la otra parte para luchar contra Asdrúbal Barca. El encuentro entre Publio y Magón, la llamada batalla de Cástulo, fue confuso, ya que ninguna de las partes tuvo tiempo para formar una adecuada línea de combate. El combate acabó siendo favorable para los púnicos cuando el ejército romano se descompuso al extenderse la noticia de cómo una jabalina había atravesado el cuerpo de su general.
Antes de que a Cneo Cornelio Escipión pudieran llegarle las noticias de la derrota y muerte de su hermano, los tres generales cartagineses se unieron para alcanzarle. Aunque éste consiguió huir durante un breve periodo de tiempo, al final el ejército púnico, superior en número, alcanzó al romano y lo destrozó, matando a Cneo en la misma lucha o en la persecución posterior.
Al mismo tiempo que los supervivientes de la doble catástrofe se replegaban de nuevo al norte del Ebro a la espera de un nuevo ejército que enviara el Senado, los victoriosos ejércitos púnicos se dispersaron para retomar el control sobre el resto de la península Ibérica. En esta delicada situación, un veinteañero Publio Cornelio Escipión, hijo del Publio caído en Hispania, fue elegido como caudillo de las fuerzas romanas en la península Ibérica. Con su desembarco en Ampurias en otoño del 210 a.C., la guerra en Hispania entraría en su decisiva y última fase.
Bibliografía
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