Introducción
Los romanos crearon la máquina militar más potente que el mundo antiguo conoció jamás y la usaron para crear un imperio territorial igualmente sin precedentes. El ejército romano fue la herramienta que permitió que el poder de Roma se extendiera en sus mejores momentos desde el mar del Norte al desierto del Sahara, y desde el Océano Atlántico hasta el río Éufrates. Sin embargo, el ejército romano que todos tenemos en la cabeza propio del Imperio no fue una invención de un solo día o una sola persona, fue el resultado de una larga y constante evolución durante muchos siglos.
Organización del ejército romano republicano
Hacia mediados del siglo IV a.C., Roma era ya la potencia más importante de la Italia central. Había sometido a sus vecinos, los había incorporado a su cuerpo de ciudadanos y había comenzado a establecer el sistema de alianzas con pueblos y ciudades más lejanos. Sin embargo, no todo era una camino de rosas. En estos momentos Roma estaba iniciando una serie de largas guerras contra los samnitas, unas tribus de las tierras altas de la Italia centro-meridional. La ineficacia de su ejército tal y como era hasta el momento hizo que Roma reorganizara sus fuerzas en batalla para lograr el éxito.
Infantería pesada del ejército romano manipular
El ejército romano dirigido en batalla por un cónsul estaba formado por dos legiones en el centro, dos alae (contingentes de soldados aliados) a su lado y dos unidades de caballería en los extremos. Cada una de las dos legiones estaba compuesta de pequeñas unidades tácticas llamadas manípulos, pelotones de legionarios dispuestos en tres líneas. Diez manípulos componían la primera línea, la de los hastati, integrada por los más pobres y los más jóvenes, es decir, los que rondaban los veinte años de edad, aproximadamente. Tras ellos, en la segunda línea, venían los diez manípulos de los principes, hombres entre los veinticinco y los treinta y cinco años. Por último, en la retaguardia se situaban los diez manípulos de los triarii, es decir, los soldados de mayor edad y experiencia.
Mientras que la línea de los hastati y la de los principes estaban estructuradas en diez manípulos de 120 hombres divididos en dos centurias de 60 hombres cada uno, la línea de los triarii contaba con diez manípulos de solo 60 hombres cada uno. Por tanto, con un sencillo cálculo veremos que el número total de soldados de infantería pesada de cada legión era de 3000 hombres: 1200 hastati y principes y 600 triarii. Entre cada uno de los manípulos de una línea del ejército se mantenía un espacio vacío equivalente a la anchura de una unidad, de modo que en la segunda línea los manípulos se colocaban ocupando ese espacio, como si fuera un tablero en damero.
Además, cabe destacar que cada una de las 60 centurias de una legión estaba dirigida por un centurión, apoyado por un segundo oficial (optio), un portaestandarte (signifer), un oficial de guardia (tesserarius) y un músico (cornicen). El centurión del ala derecha del manípulo era el de mayor edad, y siempre llevaba el mando cuando ambos centuriones estaban presentes; de hecho, era él quien elegía al centurión del ala izquierda.
No se sabe bien cómo podía actuar esta formación militar en plena batalla. Posiblemente, los manípulos de la primera se desplegaban en extensión, o quizás se conservaban los huecos, permitiendo retroceder a los de la primera y segunda línea si se veían muy presionados. También puede ser que los soldados de la segunda o tercera línea avanzaran hacia delante en un momento determinado para reemplazar a los fatigados de la primera línea.
Lo que sí sabemos más a ciencia cierta es lo que pasaba dentro de un manípulo. Cada soldado luchaba portando un escudo ovalado curvo (el scutum), una espada corta de acuchillar (el gladius) y lanzas arrojadizas (la pila). Manejar todo esto requería tener un gran espacio personal, por lo que cada soldado ocupaba cerca de dos metros cuadrados, aproximadamente.
Infantería ligera y caballería del ejército romano manipular
Aparte de la infantería pesada, una legión comprendía también 1200 hombres con armamento ligero, los llamados velites, que llevaban pequeños escudos redondos y lanzas arrojadizas. La mayoría de ellos llevaban casco, y unidas a éste o a sus capuchas todos llevaban pieles animales, especialmente de lobo. En batalla su misión era combatir en formación abierta por delante del resto de la legión, sirviendo de escaramuza o para desorganizar el avance enemigo con los proyectiles que lanzaban. En lo que respecta a la caballería, la formaban 300 caballeros escogidos entre los ciudadanos con riqueza suficiente para poseer caballos. Esta división estaba dividida en diez tropas de 30 caballeros, comandada cada una por tres líderes llamados decuriones. Aparte, los velites y la caballería eran esenciales para la exploración, la busca de provisiones y el pillaje de los campos
Asimismo, llama la atención que cada legión romana de 4500 hombres en su conjunto (3000 de la infantería pesada + 1200 de la infantería ligera + 300 caballeros) no tuviera un jefe militar único. En su lugar había seis tribunos militares organizados en parejas que se rotaban el mando entre ellos periódicamente.
Las tropas aliadas del ejército romano republicano
Normalmente, un ejército romano estaba ayudado por un número de tropas de pueblos aliados de Roma que muchas veces era igual o mayor que el número de legionarios. Cada uno de estos contingentes (llamados ala o alae, en plural) eran subdivididos en unidades mayores que las legiones, las cohortes, de las cuales no sabe mucho. No está claro hasta qué punto eran unidades tácticas, cuántas había en cada ala, o si tenían un tamaño fijo o variable. Lo que sí sabemos es que cada ala estaba comandada por tres prefectos que eran, en todos los casos, ciudadanos romanos.
En un ejército romano manipular de dos legiones y dos alae, éstas recibían el nombre de izquierda y derecha según el flanco de legión en el que se colocasen. Además, los guerreros mejor preparados de estos aliados se separaban de la formación para constituir los extraordinarii, una fuerza de caballería e infantería que se ponía directamente a las órdenes del cónsul.
Bibliografía
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