Introducción
A mediados del siglo II a.C., Roma era ya la potencia más importante de todo el Mediterráneo gracias a las victorias conseguidas por sus legiones en la península ibérica e itálica, Grecia, diversas islas mediterráneas y el norte de África. Sin embargo, los soldados que habían construido la gloria y el poder de la ciudad habían recibido escasos beneficios por sus grandes logros. En este contexto de empobrecimiento y éxodo urbano, Cayo Graco quiso ir más allá que su hermano Tiberio para cambiar las cosas en Roma. En este artículo haremos un resumen de la biografía de Cayo Graco, abordando sus reformas, su relación con su hermano y con los senadores y su muerte.
Biografía de Cayo Graco antes del 123 a.C.
Las fuentes de las que disfrutamos para conocer la biografía de Cayo Sempronio Graco, antes de las reformas y durante el tiempo de éstas, son difusas e imprecisas. Sabemos que, hasta que fue elegido tribuno de la plebe para el 123 a.C., Cayo Graco había pasado gran parte de su vida adulta fuera de Italia al servicio del Estado romano, primero como tribuno militar y luego como cuestor y pro-cuestor en la isla de Cerdeña entre el 126-124.
En Roma siempre había sido uno de los mayores apoyos de su hermano Tiberio al formar parte desde el principio de la comisión que debía llevar a la práctica su reforma agraria. Después de su muerte, siempre reivindicó su figura y avivó su legado. En el año 131 a.C., por ejemplo, había apoyado la propuesta de Papirio Carbón para la legalización de la reelección en el cargo de los tribunos de la plebe. También, en el 126 a.C. pronunció un discurso contra la medida de Junio Peno que expulsaba de Roma a todos los no ciudadanos romanos presentes en la ciudad.
En cuanto a su personalidad, poco sabemos a ciencia cierta. Debió ser un hombre apasionado, carismático y con grandes dotes de liderazgo. Su actividad fue suficiente para cosechar gran popularidad entre el pueblo, y sus elocuentes discursos le convirtieron en uno de los mejores oradores de la historia de Roma. Con estos antecedentes, abandonó antes de tiempo su cargo en Cerdeña para ser elegido tribuno de la plebe.
Cayo Graco, ¿una sombra de Tiberio?
En muchas ocasiones, Cayo Graco era presentado en la historiografía tradicional simplemente como un mero continuador de la política social de Tiberio. Sin embargo, lo cierto es que el programa de reformas de Cayo Graco fue mucho más amplio que el de su hermano. Sus propuestas abarcaron desde las finanzas públicas hasta los tribunales de justicia, pasando por el ejército, el gobierno provincial, el abastecimiento de alimentos, los estatutos jurídicos de las personas… Si alguna vez fue considerado solo como la sombra de lo que fue Tiberio fue porque, tal y como expresé antes, las fuentes de las que disponemos para conocer a Cayo son mucho más escasas e imprecisas.
Al igual que Tiberio, Cayo Graco no era un revolucionario ni intentaba democratizar la antigua Roma. Solo era un estadista que veía la necesidad de introducir reformas que ayudaran a modernizar las estructuras de un Estado que había pasado en poco tiempo de ser una ciudad-Estado italiana a ser un imperio territorial que abarcaba ya tres continentes.
Reformas políticas de Cayo Graco
Algunas de las primeras reformas de Cayo Graco como tribuno de la plebe estaban claramente relacionadas con los hechos de la década pasada. La lex de abactis, por ejemplo, establecía que un magistrado que hubiera sido destituido por el pueblo quedaba inhabilitado para aspirar a cualquier otro cargo público en el futuro. Por su parte, la lex de capite civis afirmaba que sólo el pueblo romano podía autorizar una sentencia de pena de muerte contra un ciudadano romano. Vinculada con esta, la lex ne quis iudicio circumveniatur contemplaba el castigo de cualquier magistrado o senador que conspirase o colaborase para lograr la condena de una persona inocente ante un tribunal.
Cayo Graco supo a su vez ganarse a los equites (los ciudadanos ricos que servían como caballeros en el ejército romano) con sus medidas. Con su reforma de los tribunales de justicia se les concedió el papel de árbitros en las disputas generadas dentro de la aristocracia. Además, se endurecieron las penas y se eliminaron trabas burocráticas.
Una última propuesta a nivel político se centraba en las asambleas romanas más importantes de la ciudadanía: los comicios por centurias, es decir, las asambleas romanas basadas en el principio de organización de las centurias del ejército, agrupadas en clases censitarias según la fortuna personal. Según esta ley, el orden de votación en la asamblea se decidiría con un sorteo celebrado antes del inicio de la misma, y no siguiendo el orden tradicional según la riqueza de cada ciudadano.
El objetivo de esta reforma era proporcionar una sensación de igualdad en el ejercicio del derecho de sufragio. Con ello se esperaba incentivar la participación del conjunto de los ciudadanos en la asamblea, aunque en la práctica no se alterara la correlación de fuerzas.
Reformas socioeconómicas de Cayo Graco
Como no podía ser de otra manera, Cayo Graco promulgó una reforma agraria que incorporaba muchos elementos de la de su hermano, aunque introducía dos importantes novedades complementarias: por un lado, la comisión de tres miembros podía entregar parcelas tanto a título individual como a través de la fundación de nuevas colonias; por otro lado, la tierra pública repartible no sería solo la de Italia, sino también la de las provincias.
Cayo Graco promovió la construcción de nuevas vías de comunicación y la mejora de las ya existentes para facilitar el desarrollo del comercio a corta y larga distancia y dar empleo a los más pobres. Para los más desfavorecidos también sacó adelante una reforma militar que prohibía el reclutamiento de cualquier menor de 17 años y establecía la obligación del Estado de equipar a los soldados gratuitamente.
Asimismo, para afrontar el innegable problema de abastecimiento que existía en la ciudad de Roma debido a su constante crecimiento demográfico y los problemas del transporte, Cayo Graco promulgó la lex frumentaria. Según ésta se preveía la distribución mensual de grano a ciudadanos romanos a un precio fijo subvencionado por el Estado que era inferior al precio de mercado. Con el mismo fin, hizo construir graneros que permitieran disponer siempre de una reserva suficiente para impedir la escasez y la especulación.
Con el objetivo de aumentar los ingresos estatales y disminuir la corrupción, reorganizó el sistema de recaudación de impuestos en las provincias, sobre todo en la recientemente creada en Asia. Ahora se establecía que la recaudación fuera contratada en Roma mediante una subasta pública celebrada ante los censores, de la cual salían muy beneficiados los equites. Además, la ley en la provincia de Asia iba acompañada de la introducción de nuevos impuestos y del establecimiento de las portoria, una especie de sistema de aduanas.
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No obstante, a nivel social su medida más drástica fue plantear la concesión de la ciudadanía romana a todos los habitantes de Italia. Esta acción intentaba resolver las sublevaciones internas que se estaban generando entre los pueblos itálicos en los últimos años, aunque no fue aprobada por el discurso de sus detractores. Estos apelaron al egoísmo de la plebe argumentando que al haber más beneficiarios de derechos y privilegios ciudadanos ellos mismos podrían verlos disminuidos por atender preferentemente a los nuevos ciudadanos.
La muerte de Cayo Graco
El senatus consultum ultimum era un tipo de decreto senatorial que fue usado en la República Tardía para hacer frente a situaciones que el Senado consideraba de extrema urgencia. En la resolución se daba a entender que el Estado estaba en grave peligro y que, por tanto, era necesario que alguno de los magistrados hiciera todo lo necesario para salvar la República y restablecer el orden. Cuando se dirigía el decreto contra una persona suponía la pérdida de todos sus derechos como ciudadano y la confiscación de sus bienes.
A diferencia de su hermano mayor, de algún modo Cayo Graco consiguió que lo reeligieran como tribuno de la plebe para el año 122 a.C., aunque no sucedió lo mismo para el 121 a.C. En este contexto, la violencia volvió a las calles de Roma cuando los seguidores de Cayo Graco mataron a uno de los acompañantes del cónsul Lucio Opimio, el mayor detractor de las medidas graquianas.
En respuesta, el Senado aprobó un senatus consultum ultimum y Opimio obtuvo legitimidad moral para asesinar a Cayo Graco. Para ello reunió una milicia no profesional de partidarios suyos y logró matar a unos 3000 graquianos, además de presionar al propio Cayo para que se suicidara.
Como no podía ser de otra manera, el cónsul Opimio fue absuelto de cualquier delito en un juicio y pudo seguir viviendo su vida casi con normalidad. Su exculpación creó un peligroso precedente legal, ya que desde ese hecho se impuso la tesis de que la seguridad del Estado justificaba el empleo de la violencia y la suspensión de cualquier derecho ciudadano. Además, cabe destacar que, tras la muerte de Cayo Graco, casi todas sus reformas fueron abolidas.
Bibliografía
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