Introducción
Agripina la mayor fue una de las mujeres más excepcionales del primer siglo del Imperio Romano. Más allá de su vinculación familiar con todos los emperadores de la dinastía julio-claudia (fue nieta de Augusto, hijastra de Tiberio, madre de Calígula, cuñada de Claudio y abuela de Nerón), Agripina ha pasado a la historia también por su ambición, su inteligencia y su terrible muerte. Por eso, en este artículo vamos a hacer un breve resumen de la biografía de Agripina la mayor para comprender quién era, cómo perdió a su familia y cómo murió en el destierro.
¿Quién fue Agripina la mayor?
Agripina, conocida actualmente como Agripina la mayor, nació en el año 14 a.C. Era hija del general Marco Vipsanio Agripa y de Julia la mayor, la única hija del emperador Augusto. Su vida no fue nunca un paseo de rosas: con dos años murió su padre y a los doce tuvo que ver cómo su madre era condenada al destierro para siempre.
A raíz de la muerte de sus hermanos mayores, Cayo y Lucio, su abuelo, el emperador Augusto, se quedó sin herederos, así que decidió adoptar a Tiberio y a Agripa Póstumo en el año 4 d.C. En ese mismo año, o al siguiente, se orquestó el matrimonio entre Agripina y Germánico, sobrino de Tiberio que fue adoptado por este. Era un matrimonio de conveniencia para reforzar la unión dinástica entre las familias Julia y Claudia, pero todo parece indicar que encajaron y estuvieron realmente enamorados el uno del otro.
Con el tiempo, la pareja tuvo al menos ocho hijos, aunque solo sobrevivieron a la infancia seis de ellos: tres niños —Nerón, Druso y Cayo (el futuro emperador Calígula)— y tres niñas —Drusila, Livila y Agripina la menor (madre del futuro emperador Nerón)—.
Agripina y la muerte de Germánico
Agripina y Germánico formaban la pareja más popular y admirada tanto entre el pueblo como entre el ejército romano. A donde quiera que iban e hicieran lo que hicieran, eran aclamados y aplaudidos. Las fuentes definen a Germánico como sofisticado, elegante, rubio, atlético, afable, tranquilo y cortés, mientras que de ella se cuentan hazañas y anécdotas que resaltan su fuerte carácter, su valentía, sus dotes de liderazgo y la pasión que sentía por su familia.
Todo se torció cuando Germánico enfermó y murió en Siria en el otoño del 19 d.C. entre rumores de conspiración por parte del gobernador Cneo Calpurnio Pisón, colocado en el cargo expresamente por su amistad con Tiberio. En su lecho de muerte, rodeado de su esposa y sus amigos íntimos, cuenta el historiador Tácito que el general pidió que le vengaran y dijo: «¡Mostrad al pueblo romano a la nieta del divinizado Augusto y recitadles los nombres de mis hijos!».
En lugar de esperar a la primavera, Agripina se embarcó en cuanto terminó la incineración de su marido para regresar a Roma. Cuando finalmente llegó a Italia, una multitud fue a verla y contempló cómo se bajaba del barco: sin levantar la vista del suelo, pálida y de luto, sosteniendo la urna con las cenizas de Germánico y acompañada por sus hijos Cayo y Livila.
Desde que había llegado la noticia, el dolor y la pena habían inundado las calles de Roma. Cuando llegó al Campo de Marte, rodeada por miles de personas, Agripina la mayor depositó con reverencia los restos de Germánico en su lugar de descanso final, el mausoleo imperial de Augusto.
Agripina la mayor y Tiberio: el origen del conflicto
A pesar de ser su hijo adoptivo y el hombre destinado a sucederle, Tiberio no acudió al funeral de Germánico, lo que provocó que se derrumbara la poca popularidad que le quedaba. El pueblo interpretaba su ausencia, en el mejor de los casos, como un insulto o, peor todavía, como una admisión de culpa. Fuera como fuera, Agripina estaba plenamente convencida de que su marido había sido asesinado y de que había una persecución política contra ella y su familia.
Tampoco ayudó el hecho de que Tiberio permitiera que Cneo Calpurnio Pisón, el supuesto asesino, se suicidara en la intimidad de su casa en vez de ser ejecutado públicamente. En forma de condena póstuma, el Senado declaró delito llorar a Pisón, mandó que se destruyeran todos sus retratos, confiscó la mitad de sus propiedades y ordenó a sus hijos que se cambiaran el apellido. Curiosamente, esta es la versión reducida de la sentencia, ya que Tiberio se negó a admitir otras propuestas de castigo que se pensaron, contrariando más si cabe al pueblo y a la viuda.
Aun así, puede que el origen de la enemistad entre Agripina la mayor y Tiberio fuera muy anterior a la muerte de Germánico, ya que su madre Julia la mayor y su hermano Agripa Póstumo habían muerto en extrañas circunstancias (¿quizás asesinados?) en el 14 d.C., a la llegada al poder de Tiberio. Aparte, desde hacía muchos años circulaban rumores (probablemente inventados) de que Tiberio estaba celoso de su hijo adoptivo, lo cual habría empeorado las cosas.
Agripina la mayor contra Sejano
Para comprender este conflicto es imprescindible tener en cuenta el crucial papel desempeñado por Lucio Elio Sejano, el maquiavélico prefecto del pretorio que se encargó de que la relación entre Tiberio y Agripina la mayor fuera cada vez peor a lo largo de los años. Él y sus cómplices envenenaron la mente del princeps contándole constantemente lo arrogante, ambiciosa y ávida de poder que era Agripina y el gran apoyo social que tenía.
La manipulación era a dos bandas, pues Sejano también tenía espías entre las propias amigas de Agripina para que pensara lo peor del emperador. Por culpa del prefecto, Agripina la mayor llegó incluso a creer que Tiberio quería envenenarla, así que su actitud ante él era hostil y violenta, lo que a su vez reforzaba las hipótesis implantadas por Sejano en la mente del princeps.
Simultáneamente, Sejano se encargó de aislarla eliminando a sus verdaderos amigos y partidarios. En base a esto, en los años siguientes se ejecutó, se suicidaron o fueron exiliados el general Cayo Silio y su esposa Sosia Gala (24 d.C.), el historiador Aulo Cremucio Cordo (25 d.C.), su prima Claudia Pulcra (26 d.C.) o el ecuestre Tito Sabino (28 d.C.).
Agripina vs. Tiberio
A lo largo de los años, Agripina la mayor y Tiberio tuvieron numerosos desencuentros. Más concretamente, dos de ellos fueron de especial relevancia. Cuando Sejano consiguió que se condenara injustamente a su prima, Agripina fue enfurecida a la residencia imperial para hablar con Tiberio.
Tras encontrarlo en medio de un ritual de sacrificio delante de una estatua de Augusto, Agripina le reprochó su hipocresía al venerar a Augusto pero no cuidar a su única descendiente biológica viva (en realidad, su hermana Julia la menor también estaba viva, pero era como si no contara porque estaba exiliada de por vida). Si creemos lo que cuenta el historiador Suetonio, el princeps se enfadó, la agarró del brazo y le recitó un verso de una tragedia griega que decía «Si no reinas, hijita, ¿crees que se te hace una injusticia?».
Todavía fue necesario un enfrentamiento final antes de que la ruptura de la relación fuera definitiva. Como miembro de la familia imperial, Agripina la mayor era parte del grupo de personas que a veces era invitada a cenar en compañía del emperador. En una ocasión, Tiberio observó cómo Agripina se negaba ostentosamente a tocar nada de lo que había en su plato.
El princeps, incapaz de creer lo que veían sus ojos, le ofreció directamente de su mano una manzana, pero Agripina la cogió y se la pasó sin probarla a uno de sus esclavos. En otras palabras, parecía que la nieta de Augusto estaba acusando al emperador de cometer una tentativa de asesinato, de intentar un crimen tan deshonesto como el envenenamiento.
Tiberio no le dijo nada, pero se volvió hacia su anciana madre, la viuda de Augusto, y le susurró que «no era para extrañarse si tomaba medidas algo severas con la persona que lo acusaba de envenenamiento».
La condena y muerte de Agripina la mayor
Finalmente, esas medidas algo severas llegaron en el año 29 d.C. Después de que Tiberio enviara al Senado dos cartas llenas de acusaciones violentas, la cámara condenó a Agripina la mayor. Así, la viuda más querida del imperio, la única persona viva por la que aun corría la sangre de Augusto, fue enviada al exilio de por vida en la isla de Pandataria, la misma en la que había vivido recluida su propia madre, Julia la mayor.
Los hijos de Agripina la mayor no corrieron mejor suerte. Nerón fue acusado de «amores con muchachos y falta de pudor» y fue exiliado en la isla de Ponza, donde se suicidaría al cabo de dos años. En cuanto a Druso, fue encarcelado en los sótanos del palacio imperial durante años hasta que decidieron retirarle la comida y se murió de hambre en el 33 d.C.
La muerte de Agripina la mayor fue igualmente horrible. Cuando le llegó la noticia de la muerte de Druso, no le quedó ningún motivo más para vivir y se dejó morir de hambre. Sus cuatro años de estancia en Pandataria habían sido terribles porque había sufrido palizas por parte de sus guardias; de hecho, en una de ellas perdió un ojo.
En el 37 d.C., una de las primeras acciones del emperador Calígula fue visitar las islas donde su madre y su hermano mayor habían fallecido. Recogió sus cenizas y las transportó a Roma para ser enterradas con una pomposa y multitudinaria ceremonia en el mausoleo imperial de Augusto.
La urna funeraria de Agripina se ha conservado hasta la actualidad y en su ubicación en los Museos Capitolinos de Roma se puede leer la inscripción: Los restos de Agripina, hija de Marco Agripa, nieta del divino Augusto, esposa de Germánico César, madre del princeps Cayo César Augusto Germánico.
Bibliografía
de la Bédoyère, G. (2017). La guardia pretoriana. Pasado&Presente.
Holland, T. (2017). Dinastía. La historia de los primeros emperadores de Roma. Ático de los libros.
Levick, B. (2005). Tiberius the politician. Routledge.
Roldán Hervás, J. M. (2008). Césares. La esfera de los libros.
Roldán Hervás, J.M. (2020): Historia de Roma II. El Imperio Romano. Cátedra.
Southon, E. (2019). Agripina. Pasado&Presente.
Strauss, B. (2020). Diez Césares. Edhasa.
Tácito (2017). Anales. Libros I-VI. (Trad. José Moralejo). Gredos.