Introducción
Se conoce con el nombre de Guerras Púnicas a la larga serie de conflictos que enfrentaron a Roma y Cartago durante más de un siglo, concretamente entre el 264 y el 146 a.C. El origen del nombre de las Guerras Púnicas reside en la forma que tenían los romanos de llamar a los cartagineses, apelando al etnónimo punici. La gran duración de las Guerras Púnicas a lo largo de 118 años no fue continuada e ininterrumpida en el tiempo, sino que se dividió en tres fases distintas. Este artículo abordará las causas de la Primera Guerra Púnica, que se desarrolló entre el 264 y el 241 a.C. y tuvo como escenario principal la isla de Sicilia.
Causas de la Primera Guerra Púnica
Antes del 264 a.C., ningún romano o cartaginés habría pensado que estaba a punto de empezar un conflicto que duraría 24 años y que sería solo la primera parte de una serie de guerras que se convertirían en las más catastróficas de toda la Antigüedad. El más remoto origen de la guerra tuvo lugar en Sicilia entre el 315 y el 312 a.C. En algún momento de este periodo, Agatocles, el tirano de Siracusa, conquistó la ciudad de Messana por medio de un ejército mercenario, compuesto entre otros por un grupo de soldados reclutados en la Campania llamados mamertinos. Cuando se quedaron sin trabajo, en los años posteriores a la muerte de Agatocles (289 a.C.), estos mamertinos tomaron Messana como su base y asolaron los territorios vecinos.
Tiempo después, cuando los romanos se apoderaron de Tarento y el sur de Italia tras su victoria en las Guerras Pírricas, la situación se volvió todavía más compleja para los mamertinos con la aparición de un nuevo líder en Siracusa, Hierón. Entre el 269 y el 265 a.C., una serie de sangrientas batallas precipitó el final de su poder en la isla, por lo que al final no les quedó más remedio que solicitar ayuda a Roma. Esta petición puso a los romanos en una encrucijada, puesto que tenían que decidir entre aceptarla para extender su poder fuera del territorio continental por primera vez, o rechazarla para mantener todos los tratados firmados con Cartago.
En Italia, el Senado romano se encontraba dividido sobre la respuesta que debía dar. Los cónsules del año 264 a.C., Apio Claudio Caudex y Marco Fulvio Flacco, querían convencer al pueblo de que votara a favor del envío de una expedición a Sicilia, con la promesa de la obtención de grandes botines y la intención de frenar las ambiciones expansionistas de Cartago. Dado que en las asambleas romanas se favorecía fundamentalmente a los ciudadanos más poderosos, la moción salió adelante y se nombró a Claudio para el mando. Este recibió el apoyo de las élites senatoriales que veían saciadas su sed de nuevas posesiones territoriales, por lo que al final la parte del Senado que prefería la no intervención se quedó sola.
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En este sentido, más allá de los argumentos políticos y militares que explican las causas de la Primera Guerra Púnica, hay que hablar también de motivos socioeconómicos. A lo largo de esas primeras décadas del siglo III a.C., la extensión del dominio romano había permitido que nuevas familias de terratenientes del sur de Italia se incorporaran a las clases dirigentes de la República Romana. Estos grupos sociales pudientes serían los más beneficiados por los contratos del Estado que recibirían para abastecer y equipar al ejército o para manejar las ventas masivas como esclavos de los prisioneros de guerra.
Antecedentes a la Primera Guerra Púnica
Una vez que los romanos tomaron la decisión de enviar una expedición a Sicilia hubo un gran retraso antes de que finalmente se llevara a cabo. Enrolar un ejército consular y esperar a que los aliados navales de Roma (Locri, Tarento, Elea y Nápoles) aportaran los barcos necesarios para transportar a todo ese contingente militar fuera de suelo itálico no fue una tarea rápida. Mientras tanto, los cartagineses transportaron un escuadrón desde sus galeras a una posición cercana al cabo Pelorias, desde la que podían vigilar el estrecho de Mesina y enfrentarse a cualquier barco que pretendiera cruzarlo.
No sabemos cómo ocurrió todo exactamente, pero el caso es que, en un determinado momento, los mamertinos expulsaron de Messana a la pequeña guarnición cartaginesa, crucificando incluso a su comandante. Asimismo, de alguna forma Apio Claudio se las ingenió para burlar la vigilancia púnica y transportar sus tropas a la isla, seguramente al amparo de la oscuridad.
En lo que sí coinciden todas las fuentes es en señalar la buena disposición de ambas partes a negociar antes de empezar cualquier campaña. Sin embargo, el único resultado de esta ronda de negociaciones fue la alianza entre la Siracusa de Hierón y los cartagineses para tomar Messana y, con toda probabilidad, para oponerse a la intervención romana. Así, Hierón trasladó un ejército desde Siracusa que se unió a los púnicos para comenzar el asedio a la ciudad. Ahora que se habían roto las negociaciones, los romanos movieron la siguiente ficha del tablero y la Primera Guerra Púnica comenzó.
Bibliografía
BARCELÓ, P. (2019): Las guerras púnicas. Madrid: Editorial Síntesis.
GOLDSWORTHY, A. (2002): La caída de Cartago. Las Guerras Púnicas 265 – 146 a.C. Barcelona: Ariel Historia.
ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Ediciones Cátedra.