Introducción
Entre otras muchas cosas, el nombre de Cayo Julio César quedó grabado a fuego en la historia antigua de Roma gracias a su conquista de la Galia, narrada brillantemente en De Bello Gallico. Sin embargo, las campañas de César en estos años no se limitaron exclusivamente al territorio continental. Durante los meses de invierno del 56-55 a.C., o quizás antes, el procónsul decidió que había que cruzar el charco para iniciar la conquista romana de Britania. Por eso, en este artículo vamos a ver un breve resumen de las dos campañas de invasión de Julio César en Britania, en 55 y 54 a.C.
Una conquista necesaria
De cara a la galería, Julio César usó Los Comentarios sobre la Guerra de las Galias para presentar los motivos por los que una campaña de invasión a Britania estaba más que justificada. Alegó que sus tribus locales estaban ayudando militarmente a los galos que luchaban contra él en el continente.
No hay ninguna duda acerca de las amplias relaciones comerciales que existían entre las tribus galas de la costa y los pueblos del otro lado del canal de la Mancha, pero en el terreno militar no está tan claro. Entre las comunidades del norte de Europa era habitual que los guerreros independientes buscaran trabajo lejos de sus lugares natales, por lo que es factible pensar que los romanos hubieran luchado ya con algunos britanos. No obstante, las causas reales de la presencia de Julio César en Britania eran muy diferentes.
Causas de las campañas de Julio César en Britania
La expedición a la isla de Britania prometía un doble éxito, económico y político. Por un lado, aquella tierra aún conservaba el encanto místico de territorio inexplorado en el límite del mundo que ofrecía la posibilidad de obtener fama y riquezas. Ningún griego o romano sabía mucho sobre el lugar, por lo que habían proliferado multitud de historias. Los romanos, por ejemplo, pensaban que era una isla de inmensas riquezas naturales, habitada por criaturas legendarias y gentes con extrañas costumbres. De hecho, el historiador Suetonio nos cuenta que César esperaba encontrar perlas de excepcional calidad en sus costas.
Más allá de los cuantiosos beneficios económicos, lo que Julio César buscaba era la gloria que siempre acompañaba al primero que dirigía un ejército romano hacia territorios hasta entonces desconocidos. El procónsul solo necesitaba realizar un par de buenas acciones para frenar las críticas de sus enemigos políticos y aumentar su popularidad y prestigio entre la ciudadanía romana. Cabe destacar que, a pesar del fracaso de los dos desembarcos, César supo cómo manipular el relato de sus viajes para presentarlo como una gran aventura que atrajo la atención de todos los romanos.
Julio César en Germania
Mientras pasaba el invierno como de costumbre en la Galia Cisalpina, Julio César vio cómo sus planes para desembarcar en Britania se retrasaban. La culpa esta vez era de dos tribus germanas —los usípetes y los téncteros— que habían abandonado sus hogares al este del río Rin para entrar en la Galia por culpa de las presiones de sus vecinos, los suevos.
Sin perder tiempo, el procónsul se reunió con su ejército para partir en busca del enemigo. Cuando la columna romana estaba a pocos días de marcha de los germanos, César recibió una delegación enviada por estas. En ella declararon que lo único que querían era encontrar una nueva tierra que ocupar, pero el líder romano no estaba dispuesto a negociar. Capturó a sus principales jefes y cayó sobre el campamento germano, que acabó dispersado y huyendo al otro lado del Rin.
Con el objetivo de asegurarse de que no habría nuevos impulsos migratorios de germanos en el futuro próximo, César decidió adentrarse en el terreno germano, al otro lado del río. Ordenó la construcción de un puente que, al cabo de diez días, permitió que las tropas pasaran al otro lado del río Rin. Después de luchar contra varias tribus menores, este ejército se retiró al ver como sus rivales deseados, los suevos, preferían moverse al interior para evitar el enfrentamiento. Además, destruyeron el puente para que no pudiera ser utilizado posteriormente. César no había conseguido nada con la acción, pero había asegurado la frontera para marcharse tranquilo a Britania.
La primera campaña de Julio César en Britania
La primera expedición de Julio César en Britania fue un fiasco, al menos desde el punto de vista práctico. Todo comenzó en agosto del 55 a.C. cuando el líder romano marchó con sus soldados desde el Rin hasta la costa, a la altura del actual Paso de Calais. Allí embarcó solo junto a dos legiones (unos 8000 hombres en total, aproximadamente), ya que el grueso del ejército debía permanecer en la Galia para garantizar su sumisión.
César tuvo que afrontar una serie de infortunios desde el principio. Para empezar, el jefe galo que decidió enviar como embajador para abrirle camino fue rápidamente apresado. Por las inclemencias del mar, los barcos que transportaban a la caballería no pudieron seguir al resto de la flota, que además tardó en encontrar un lugar exacto donde desembarcar. Fruto de esta demora, las tribus britanas tuvieron tiempo de atacar a los romanos mientras intentaban tomar tierra. Después, una vez construido el campamento temporal, una fuerte tormenta destrozó parte de la flota varada, por lo que los romanos se vieron aislados del continente.
En el momento en el que los britanos se dieron cuenta de esa vulnerabilidad, decidieron pasar a la ofensiva. Para ello atacaron por sorpresa a los desprevenidos legionarios que salían a los campos a buscar alimentos para llevar al campamento. Envalentonados por esta pequeña victoria, concentraron fuerzas para lanzar un ataque total sobre el campamento romano, pero no pudieron afrontar la superioridad romana.
Finalmente, Julio César pudo regresar a duras penas a la Galia apenas un par de semanas después de haber llegado a Britania. Y aunque la misión de reconocimiento había sido un fracaso, su habilidad para la propaganda le valió para conseguir su principal objetivo: toda Roma recibió con entusiasmo las noticias de la épica aventura que sus legiones habían vivido en esa misteriosa isla. El recibimiento fue tal que César no dudó en pensar que había que volver a Britania en el verano siguiente.
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La segunda campaña de Julio César en Britania
La segunda campaña de Julio César en Britania (agosto del 54 a.C.) estuvo preparada de forma mucho más concienzuda que la primera. Se construyeron muchos más barcos para transportar a cinco legiones y miles de jinetes, se pensó mejor la logística del viaje y el desembarco, y una vez en tierra, se pasó a la ofensiva lo antes posible. Avanzaron hacia el interior y tuvieron un primer choque favorable contra los britanos cerca de lo que hoy es Canterbury. Sin embargo, una nueva tormenta virulenta destrozó buena parte de la flota y tuvieron que retroceder a la costa.
En una penetración posterior, los romanos alcanzaron y remontaron el río Támesis, pero los repetidos ataques del caudillo britano Cassivellauno casi no le permitieron hacer nada. Al igual que en el año anterior, algunos de los logros de César fueron gracias a la colaboración de líderes locales britanos que, por diversos motivos, se prestaban a ayudar a los romanos.
A finales de septiembre, Cassivellauno cedió a la presión y abrió negociaciones de paz con César. Después de aceptar la entrega de rehenes e imponer un tributo anual, el procónsul optó por embarcar a su ejército para poner rumbo a la Galia. Las dos campañas de Julio César en Britania fueron, sin duda alguna, un gran éxito de propaganda, pero poco más. Los soldados no habían obtenido el ansiado botín y la presencia comercial de Roma creció lentamente. Fuera intencionado o no, lo cierto es que Julio César nunca más volvería a pisar la isla. De hecho, pasaría casi un siglo antes de que otro ejército romano invadiera Britania y la convirtiera en una provincia.
Bibliografía
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OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.
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PINA POLO, F. (1999): La crisis de la República (133 – 44 a.C.). Madrid: Síntesis.
ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Cátedra