Introducción
La batalla de Cannas fue un combate librado el 2 de agosto del 216 a.C. entre las fuerzas de los cónsules romanos Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón y las tropas del líder militar más famoso de Cartago, Aníbal Barca. El enfrentamiento, uno de los más famosos no solo de la Segunda Guerra Púnica (218 – 202 a.C.) sino de toda la Antigüedad, supuso una de las peores derrotas de la historia de Roma. Por eso, en este artículo vamos a ver un resumen de la batalla de Cannas para comprender sus causas, las estrategias de los dos bandos y sus consecuencias.
Causas de la batalla de Cannas (216 a.C.)
Aníbal Barca había demostrado con creces ser un general hábil y capacitado tras sus primeras grandes batallas en Italia. Los romanos, bajo el mando del recién nombrado dictador Quinto Fabio Máximo y su lugarteniente (magister equitum) Marco Minucio Rufo, habían aprendido la lección por las malas y utilizaron en los meses siguientes la táctica del desgaste para procurar que sus enemigos no consiguieran víveres, evitando además librar cualquier tipo de combate campal. Sin embargo, muchos senadores se mostraron impacientes con esa estrategia improductiva y exigieron actuar de una forma más agresiva. Había llegado la hora de sacar a relucir todo el potencial bélico de Roma.
Por primera vez, cada uno de los nuevos cónsules nombrados tras el final de la dictadura, Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón, recibió un ejército el doble de grande, formado cada uno por cuatro legiones que se esperaba que lucharan juntas en el campo de batalla. En total, se estima que sus fuerzas podían llegar a la impresionante cifra de 70.000-80.000 soldados de infantería y 6000 jinetes, lo que sin duda lo convertían en el mayor ejército romano jamás visto hasta el momento. Cabe destacar que en esta época las legiones romanas no estaban todavía formadas por los soldados profesionales y disciplinados de siglos posteriores. Al contrario, estaban integradas por milicias voluntarias de ciudadanos que deseaban regresar a sus vidas civiles cotidianas tan pronto como acabara la campaña y se pusiera fin a la amenaza contra el Estado.
Después de haberse movido sin contratiempos importantes por el suelo itálico durante meses, Aníbal llegó con todo su ejército al centro de la región de Apulia en el verano del 216 a.C. Allí, con sus 35.000-40.000 soldados de infantería y sus 9000-10.000 jinetes, ocupa la ciudad fortificada de Cannas, a orillas del río Aufidio (Ofanto en la actualidad).
Pasaron varios días en los que los ejércitos se observaban el uno al otro, pensando cuándo sería el momento perfecto para entablar la batalla. Finalmente, durante el 1 de agosto el ejército de Aníbal salió del campamento para desplegarse en la llanura abierta enfrente de la colina donde se ubicaba la ciudad. Aun así, el único movimiento de los romanos fue desplegar poderosas fuerzas de cobertura ante los campamentos romanos. Al día siguiente, 2 de agosto del 216 a.C., según el sistema romano de días alternos, Cayo Terencio Varencio era el cónsul al mando y decidió pasar a la ofensiva.
Bandos de la batalla de Cannas (216 a.C.)
Poco después del amanecer del 2 de agosto del 216 a.C., las tropas de los dos campamentos romanos se unieron y formaron un solo frente de combate cuya fuerza estaba repartida en tres grandes bloques. A la derecha, en la posición más cercana al río, se ubicó la caballería romana, integrada por unos 2400 hombres a las órdenes de Lucio Emilio Paulo. El flanco izquierdo, comandado por Cayo Terencio Varrón, fue ocupado por los 3600 miembros de la caballería aliada. El inmenso bloque central lo compuso la infantería pesada romana e itálica dirigida por Cneo Servilio Gémino, el cónsul del año anterior. Asimismo, delante de las legiones se instaló una fila de tropas ligeras que serían las que iniciarían el combate.
A la formación del ejército romano responde Aníbal enviando a los honderos y lanceros de las islas Baleares como fuerza de cobertura para permitir el despliegue del resto de su ejército. En el ala izquierda, enfrentados a la caballería romana, se apostan los jinetes hispanos y celtas al mando de un tal Asdrúbal. En el ala opuesta, frente a la caballería aliada de Varrón, se colocó la caballería númida capitaneada por Hannón (sobrino de Aníbal) y Maharbal, lugarteniente de Aníbal a cargo de las tropas africanas.
El bloque central del ejército cartaginés era el más complejo de todos. Los bordes estaban ocupados por infantes libios armados a la romana y en el centro se instaló infantería ibérica y celta bajo la dirección directa de Aníbal y su hermano Magón Barca. Una vez que el ejército alcanzó sus posiciones iniciales, el general púnico hizo avanzar las compañías del centro de su infantería. El objetivo era hacer que toda la línea se combara hacia el enemigo, con todas las unidades escalonadas hacia atrás a ambos lados de ese nuevo y estrecho frente.
Consecuencias de las Guerras Púnicas
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.)
Causas de la Tercera Guerra Púnica
Roma contra Antíoco III el Grande
Consecuencias de la Segunda Guerra Púnica
La batalla de Zama
Estrategias de la batalla de Cannas
En lo referido a las estrategias de la batalla de Cannas, la de los romanos pasaba por confiar en el impacto de su infantería pesada. Los cónsules querían arrasar frontalmente la infantería púnica, defender al mismo tiempo los flancos de los ataques de la caballería enemiga y propiciar el golpe mortal en el centro de la formación púnica. Es probable que todos los tribunos militares (oficiales de alto rango del ejército) hubieran recibido las órdenes concretas durante la noche, de modo que, cuando el ejército empezó a salir del campamento al amanecer, ya habían preparado a sus hombres.
Ante la evidente superioridad numérica de los romanos, Aníbal era consciente de que solo podría ganar esa batalla a través de una excepcional coordinación de sus unidades y el uso de la mejor de las estrategias posibles. Afortunadamente para él, los años de campañas y los recientes éxitos habían convertido su ejército en una fuerza militar curtida, motivada, flexible y perfectamente compenetrada.
Resumen de la batalla de Cannas (216 a.C.)
Cuando todos estuvieron en sus puestos, más de 125.000 hombres y 16.000 caballos estaban preparados para enfrentarse en una de las batallas más sangrientas de la historia de la Humanidad. Cuando las tropas ligeras inician la batalla de Cannas, los jinetes hispanos y celtas caen sobre la caballería romana al mismo tiempo que las legiones se lanzan sobre los infantes centrales de Aníbal y Magón. Tal y como estaba previsto, estos últimos van retrocediendo poco a poco sin permitir que sus filas se rompan, formando una línea cóncava en vez de convexa. Fue en este momento cuando el ejército cartaginés sufrió la mayor parte de sus bajas, pues aquellos que no retrocedían de forma ágil eran acuchillados por los triunfantes legionarios.
En un momento dado, los grupos de infantería libia de los bordes centrales giraron al interior y empezaron a detener la avalancha de las legiones, envolviendo al enemigo en una bolsa rodeada de soldados hispanos, celtas y libios. Al mismo tiempo, los jinetes númidas de Maharbal dispersaron y persiguieron a la caballería aliada de Roma con la ayuda de los jinetes de Asdrúbal, que ya habían matado y hecho huir a la caballería romana. Una vez hecho esto, los dos grupos de caballería atacaron la retaguardia de las legiones romanas, completando el encierro total de éstas. Como no pueden avanzar en ninguna dirección, los legionarios romanos quedaron inmovilizados y se produjo durante horas interminables una gran matanza por parte de la caballería.
Es muy difícil establecer unas cifras exactas de muertos en la batalla de Cannas, ya que las fuentes suelen fluctuar mucho dependiendo del autor consultado. En este caso particular, quizás el historiador Tito Livio podría ser el más verosímil al apuntar que más de 47.000 soldados romanos, entre infantes y jinetes, perdieron la vida aquel día. Además, cerca de 5000 hombres fueron hechos prisioneros de inmediato, y más de 15.000 lo fueron en las horas o en el día siguiente a la batalla.
Entre las bajas famosas hubo que contar al cónsul Lucio Emilio Paulo, a Cneo Servilio Gémino y a Marco Minucio Rufo. De hecho, solo el cónsul Cayo Terencio Varrón y unos 10.000 hombres (de los 70.000-80.000 iniciales) consiguen escapar y llegar a Roma. Las consecuencias de la batalla de Cannas iban a ser totalmente catastróficas si el líder cartaginés tomaba la esperable decisión de marchar sobre la vulnerable Roma.
Bibliografía
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