Introducción
Cayo Julio César (100 – 44 a.C.) es, sin duda alguna, el personaje histórico más famoso de la historia antigua de Roma. La trascendencia de todas sus conquistas militares y políticas, su relación con la reina egipcia Cleopatra VII o su famoso asesinato en los idus de marzo del 44 a.C. lo han convertido en uno de los personajes históricos más estudiados y conocidos. Después de haber indagado en su infancia, en este artículo vamos a ver un breve resumen de los hechos más importantes que vivió el joven Julio César.
El joven Julio César y el dictador Sila
El padre de Julio César murió súbitamente en el 84 a.C., lo que hizo que automáticamente el joven César, antes de cumplir los dieciséis años, se convirtiera en el pater familias, es decir, en el cabeza de familia. Aparte de las tradicionales ceremonias rituales de paso de la niñez a la adultez, una de las primeras cosas que hizo César ese año fue casarse. La elegida fue Cornelia, hija del cuatro veces cónsul Lucio Cornelio Cinna, lo que iba en contra del deseo de sus padres y lo que le generaría problemas en un futuro próximo.
Cuando comenzó la dictadura de Sila en el 82 a.C., su suegro Cinna y su tío Cayo Mario habían muerto hacía tiempo, pero el vínculo que César tenía con Cornelia le impedía ganarse el favor del nuevo régimen. Al igual que había hecho con Pompeyo Magno, Sila ordenó a un Julio César de 18 años que se divorciara de Cornelia para que pudiera casarse con una de las mujeres de su familia, pero éste decidió rechazar la oferta. En consecuencia, sus bienes fueron confiscados y los dos tuvieron que huir de Roma para evitar ser arrestados.
Entonces, el joven matrimonio tuvo que vagar por diversas partes de Italia, siempre huyendo de sus perseguidores. Durante ese tiempo, Julio César contrajo la malaria y tuvo que pagar un carísimo soborno a un grupo de soldados de Sila para que le dejaran escapar después de haberlo atrapado. Finalmente, gracias la intervención de la familia de su madre, César consiguió el indulto y pudo iniciar su carrera.
El joven Julio César triunfa en Asia
Un requisito legal previo fundamental para que un romano empezara su trayectoria política era tener experiencia en el campo de batalla. Por ello, Julio César viajó a Asia en el 80 a.C. para servir como oficial en el ejército a las órdenes del gobernador de la provincia, Marco Minucio Termo. Allí, una de las principales misiones del propretor era sitiar y conquistar la ciudad de Mitilene (en la isla de Lesbos), donde aun rechazaban la Paz de Dárdano (85 a.C.) que había puesto fin a la Primera Guerra Mitridática (89 – 85 a.C.).
A lo largo de la lucha, el joven Julio César mostró un gran coraje y destreza que le llevó a ganar el mayor reconocimiento al valor que se otorgaba en Roma: la corona cívica. Tradicionalmente, este honor se entregaba sólo a aquellos que habían arriesgado su propia vida para salvar la de otro ciudadano romano. No obstante, en aquella época el encargado de entregarla solía ser el magistrado al frente del ejército.
No sabemos la proeza concreta por la que César la ganó, pero debió de ser algo importante porque la corona cívica no era algo que se entregara a la ligera, ya que infundía un inmenso respeto hacia el laureado. Los honrados con esta corona de hojas de roble la llevaban en los desfiles militares y estaban autorizados a llevarla en las celebraciones festivas de Roma. A partir de ahora, siempre que César entrase en el circo romano para ver los juegos, por ejemplo, incluso los senadores tendrían que ponerse en pie para saludarle.
El joven Julio César contra los piratas
Mientras se encontraba al servicio de Publio Servilio Vatia Isáurico en la provincia de Cilicia, a mediados del 78 a.C., César recibió la noticia que estaba esperando: Lucio Cornelio Sila había muerto. A su regreso a Roma en el 77 a.C., el joven César se estrenó como abogado en los tribunales de justicia. Así participó en algunos procesos judiciales famosos, como el protagonizado por el procónsul Cneo Cornelio Dolabela o el militar Cayo Antonio.
Al cabo de un tiempo acabó despertando la hostilidad de algunos hombres influyentes, por lo que en el 75 a.C. decidió marcharse a la isla de Rodas para estudiar oratoria con Apolonio Molón. Pero, antes de que arribara a su destino, el barco en el que viajaba fue interceptado por piratas y Julio César fue secuestrado. Cuando sus amigos acudieron a pagar el rescate que los piratas exigían por su vida, César fue liberado.
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A sus veinticinco años, el joven Julio César podría haberlo dejado pasar e ir directamente a Rodas para hacer sus planes previstos, pero la inacción no iba con él. Al frente de varias naves de guerra reclutadas en la ciudad de Mileto, marchó de vuelta al lugar en el que había estado preso y tomó desprevenidos a los piratas. Al final, César no solo consiguió recuperar el dinero empleado para su rescate, sino que capturó el resto de botines y acabó ejecutando públicamente a los mismos piratas que lo habían apresado.
Los inicios políticos del joven Julio César
En el 73 a.C., con veintisiete años ya, el joven Julio César regresó a Roma para iniciar una exitosa trayectoria profesional. Ese mismo año fue admitido en el colegio de pontífices, y al año siguiente fue elegido tribuno militar, quizás para luchar en la rebelión del gladiador y esclavo Espartaco (aunque no podemos afirmar esto último con seguridad).
En el año 69 a.C. tuvieron lugar dos relevantes acontecimientos en la vida del joven Julio César. Por un lado, desempeñó el puesto de cuestor, lo que supone, a sus treinta años, su primera magistratura. Como recordaréis, los veinte cuestores se encargaban, entre otras cosas, de la administración del tesoro público y la protección del archivo del Estado. Dentro de los mismos podemos distinguir a los que trabajaban en la propia Roma y los que lo hacían en las provincias a las órdenes de los gobernadores correspondientes. En el caso de Julio César, fue enviado a cumplir sus funciones a la Hispania Ulterior, a cargo del gobernador Antistio Veto.
Por otro lado, dos malas noticias enturbiaron su felicidad poco antes de abandonar Roma: con poco tiempo de diferencia murieron su tía Julia y su esposa Cornelia. Antes de partir, César consiguió que ambas fueran honradas en unos importantes funerales públicos en los que, de paso, el político reivindicó el legado de su tío, Cayo Mario. Como era tradición, en la procesión tomaron parte actores vestidos con las ropas de los funcionarios públicos y cubiertos con las máscaras funerarias de antepasados distinguidos de la familia.
El ascenso político de César
Desde ese momento, el ascenso político de Julio César se aceleró. En los años 67 y 66 a.C. apoyó abiertamente la Lex Gabinia y la Lex Manilia, que otorgaban poderes extraordinarios a Pompeyo Magno para luchar contra los piratas en el Mediterráneo y contra el rey del Ponto en la Tercera Guerra Mitridática, respectivamente. Gracias a su popularidad entre el pueblo ganó las elecciones para ser edil curul en el 65 a.C. Entre sus funciones estaba el control y la seguridad de las calles, edificios y mercados, y el abastecimiento de víveres a la ciudad. También eran los encargados de organizar, con todo lo que eso conllevaba, los juegos públicos del Estado.
En el 63 a.C. fue elegido pontifex maximus, que era el jefe de uno de los cuatro grandes colegios sacerdotales que existían en Roma. Al año siguiente, finalmente, Julio César alcanzó la segunda magistratura más importante del Estado, la pretura. Por ello, tras desempeñar sus funciones anuales en el campo de la administración de justicia, Julio César fue nombrado gobernador de la Hispania Ulterior. La historia de la provincia más occidental de la República Romana estaba a punto de vivir un importante punto de inflexión.
Bibliografía
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