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HISTORIAE

La Guerra de Yugurta

Introducción

Desde el final de la Segunda Guerra Púnica (202 a.C.), Numidia era un reino aliado de Roma. En el 146 a.C., tras la destrucción de Cartago como desenlace de la Tercera Guerra Púnica, los romanos premiaron la lealtad de los númidas con parte del territorio que hasta entonces había sido cartaginés. Todo iba bien hasta que el rey Micipsa murió en el 118 a.C. y legó su reino a tres herederos: Adherbal, Hiempsal y Yugurta. Pronto se inició una guerra por el trono que acabó implicando a la República Romana y que inspiró al historiador Salustio (s. I a.C.) para crear una de sus más importantes obras: «La Guerra de Yugurta«.

La ciudad de Roma durante los tiempos de la república es un grabado de Friedrich Polack hecho en 1896
La ciudad de Roma durante los tiempos de la república, grabado de Friedrich Polack hecho en 1896.

Antecedentes de la guerra de Yugurta

Cuando murió el rey númida Micipsa (118 a.C.) surgió un problema sucesorio al existir tres aspirantes al trono, sus hijos Adherbal, Hiempsal y Yugurta. Éste último era hijo ilegítimo, pero había conseguido una gran fama en todo el país gracias a sus hazañas como jinete y cazador. Además, se había ganado la simpatía de muchos senadores romanos debido a su exitosa colaboración con Escipión Emiliano en el asedio de Numancia.

De forma rutinaria, uno de los cónsules de aquel año, Marco Porcio Catón Liciniano, fue enviado a Numidia para dividir el reino entre los tres herederos. Sin embargo, Hiempsal no tardó en ser asesinado por los soldados de Yugurta, el cual comenzó a planear cómo apoderarse también de la parte del reino que le había tocado a Adherbal. La Guerra de Yugurta había comenzado.

La guerra de Yugurta antes de la implicación romana

En el 116 a.C., después de haber enviado previamente a varios embajadores, Adherbal en persona fue al Senado romano a implorar ayuda. La respuesta de los romanos fue enviar a Numidia una comisión de diez miembros presidida por Lucio Opimio, el cónsul que había asesinado a Cayo Graco y sus seguidores en el 121 a.C., para que mediara en la guerra y dividiera de nuevo el reino entre los dos sucesores de Micipsa.

La muerte de Cayo Graco, pintura hecha por François Topino-Lebrun a finales del siglo XVIII, narra un antecedente de la guerra de Yugurta
La muerte de Cayo Graco, pintura hecha por François Topino-Lebrun a finales del siglo XVIII

En esta nueva división, Yugurta salía perdiendo. Mientras que a Adherbal le había tocado la parte oriental de Numidia, que incluía la capital, Cirta, y hacía frontera con la provincia romana de África, a Yugurta le otorgaron la mitad occidental, mucho menos civilizada y rica. En consecuencia, el ambicioso príncipe no tardó en iniciar pequeñas campañas en los territorios de Adherbal. Finalmente, en el 113 a.C. Yugurta llevó a cabo una invasión de sus dominios, obligando a Adherbal a refugiarse en Cirta.

En estos momentos, Cirta era un importante centro comercial donde vivían muchos comerciantes romanos e itálicos. Durante el sitio a la ciudad, dos embajadas romanas viajaron a África para intentar llegar a una solución pacífica del conflicto, pero ninguna tuvo éxito. Al cabo de un tiempo, cuando la ciudad finalmente se rindió, Yugurta cometió su gran error: hizo asesinar a todos los habitantes de Cirta, incluyendo también a los romanos e itálicos residentes.

En Roma, este hecho no podía ser pasado por alto, pues había supuesto la pérdida de muchos de los suyos y la paralización de numerosos negocios. En consecuencia, el Senado romano declaró la guerra a Yugurta y ordenó el envío a África de un ejército al mando del cónsul Lucio Calpurnio Bestia.

Algunos de los reyes númidas más famosos, incluyendo el que originó la guerra de Yugurta
Algunos de los reyes númidas más famosos (Fuente: Arrecaballo)

La guerra de Yugurta en Roma

Tras cosechar algunas victorias, Calpurnio Bestia llegó a un acuerdo preliminar con Yugurta y regresó a Roma. Probablemente fue sobornado por el rey númida, ya que el cónsul aceptó una rendición que en realidad era un acuerdo favorable para Yugurta, quien conservaba el trono a cambio de una pequeña indemnización económica.

A la llegada a Roma del cónsul, ante la sospecha de este y otros ejemplos de corrupción generalizada en los altos cargos, el tribuno de la plebe Cayo Memio intentó realizar una investigación contra algunos senadores y magistrados. Incluso hizo venir a la ciudad al propio Yugurta, con el fin de que declarara sobre los supuestos sobornos y la promesa de un salvoconducto a África. Aun así, no llegó a testificar porque otro tribuno de la plebe, Bebio, detuvo el cónclave e interpuso su veto, supuestamente sobornado, una vez más, por Yugurta. De este modo, el númida regresó a África y la guerra se reanudó.

Una nueva desgracia, mucho peor que las anteriores, sacudió el corazón de Roma en el 110 a.C. Ese año el cónsul Postumio Albino había dirigido sin éxito una nueva expedición contra Yugurta, pero había regresado a Roma llegado el momento de las elecciones. El ejército romano que había dejado en África, al mando de su hermano Aulo, sufrió una terrible emboscada y no le quedó otro remedio que doblegarse a una humillante rendición.

Legionarios romanos al final de la guerra de Yugurta
Legionarios romanos al final de la guerra de Yugurta (Fuente: Arrecaballo)

Fruto de la indignación social por la evidente incompetencia y corrupción de los magistrados, el tribuno de la plebe del 109 a.C., Cayo Mamilio Limetano, logró un hecho histórico: la aprobación de una ley para perseguir delitos de corrupción relacionados con la guerra de Yugurta. Por lo que sabemos, el tribunal condenó al exilio, como mínimo, a cinco aristócratas, entre ellos los ex cónsules Lucio Opimio, Calpurnio Bestia y Postumio Albino.

La guerra de Yugurta: de Quinto Cecilio Metelo a Cayo Mario

El curso de la guerra de Yugurta cambió en el año 109 a.C. con el desembarco en África de un nuevo ejército a las órdenes del cónsul Quinto Cecilio Metelo. Se trataba de un militar con experiencia y un hombre íntegro perteneciente a una de las familias aristocráticas más prestigiosas de Roma. Antes de adentrarse en Numidia, el nuevo general centró sus primeros esfuerzos en restaurar la disciplina de las legiones romanas.

Tras dar esta tarea por completada, Metelo obtuvo algunas victorias, entre ellas la de la batalla del río Muthul y la conquista de Cirta, actuando ya como procónsul en el 108 a.C. Es muy posible que, con el tiempo, el general hubiera conseguido la victoria definitiva de Roma en la guerra de Yugurta. Sin embargo, no pudo preveer lo que su lugarteniente, Cayo Mario, le tenía preparado.

Representación de Cayo Mario, el vencedor de la guerra de Yugurta, en un cuadro de John Vanderlyn de principios del siglo XIX
Representación de Cayo Mario en un cuadro de John Vanderlyn de principios del siglo XIX

Tal y como veremos en futuras entradas, Cayo Mario es uno de los personajes más importantes de la historia de la antigua Roma. En este temprano momento gozaba de una gran popularidad entre los soldados y de una muy buena reputación en Roma, por lo que no le costó demasiado ganar sus primeras elecciones consulares en el año 107 a.C. El propio Mario se presentó en la ciudad poco antes para anunciar su candidatura y atacar públicamente a Metelo, al que acusó de dirigir torpemente la guerra. Por el contrario, él prometió que, como cónsul, acabaría rápidamente con la guerra de Yugurta.

El final de la guerra de Yugurta

Aunque había sido elegido cónsul, el homo novus (se llamaba así a los primeros miembros de una familia en acceder a los altos cargos del Estado) aun no tenía la dirección de la guerra de Yugurta. No obstante, eso tenía fácil solución. Cayo Mario consiguió que el tribuno de la plebe Manlio Mancino sacara adelante una ley por la que se le retiró a Metelo el mando de África y se le reasignó a él. Por su parte, todo lo que pudo hacer el Senado fue recompensar al retornado Metelo con un paseo triunfal y el título honorífico de «Numídico«.

Al mando de nuevas tropas, Cayo Mario capturó las principales fortalezas de Yugurta y empujó al líder númida hacia el oeste. En occidente, el rey Boco de Mauritania, aliado hasta entonces de Yugurta, cambió de bando y se ofreció a apoyar en lo sucesivo a los romanos. Posteriormente, se convenció a este para que arrastrara al rey númida a una emboscada que permitiría hacerle prisionero y, con ello, acabar la guerra.

Ilustración que recrea el momento en que Yugurta fue llevado como prisionero a comparecer ante Cayo Mario por la guerra de Yugurta
Ilustración que recrea el momento en que Yugurta fue llevado como prisionero a comparecer ante Cayo Mario (Fuente: Arrecaballo)

A pesar de que en el futuro estallaría la discordia entre Cayo Mario y uno de sus oficiales, Lucio Cornelio Sila, acerca de quién merecía mayor reconocimiento por la hazaña, en el presente esta sirvió para finalizar la guerra de Yugurta. Así, Cayo Mario regresó victorioso a Roma, arrastrando tras de sí a un Yugurta cargado de cadenas. La carrera del político más influyente de la antigua Roma no había hecho más que comenzar.

Bibliografía

OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.

PINA POLO, F. (1999): La crisis de la República (133 – 44 a.C.). Madrid: Síntesis.

RODRÍGUEZ NEILA, J.F. (1990): Los Gracos y el comienzo de las guerras civiles. Madrid: Akal.

ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Ediciones Cátedra.

Resumen
La Guerra de Yugurta (112 - 106 a.C.): el origen de Cayo Mario
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La Guerra de Yugurta (112 - 106 a.C.): el origen de Cayo Mario
Descripción
Resumen de la guerra de Yugurta, que enfrentó entre el 112 y el 106 a.C. al reino númida de Yugurta contra la República Romana y que inspiró a Salustio
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Comentarios (2)

De Quinto Cecilio Mételo a Cayó Mario
Antigua Roma
Historia de Roma
En el breve relato histórico no se mencional el legado de Cecilio que trajo consigo la indpiracion, encumbramiento posterior de Cayo Mario.
En mi opinión se trata de un relato interesante aunque incompleto dado que no se menciona el legado militar del gran Quinto Cecilio Metelo.
Huaraz, Ancash, Perú

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Excelente resumen, que anima a buscar más datos y profundizar en el tema.

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